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El quejío de Aznalcóllar

Cuando Antonio Grau Mora, que para la historia del flamenco quedó en los carteles como el Rojo el Alpargatero, cantó por primera vez una minera, en las vetas del manganeso levantino se escuchó su ayeo como una queja contra el olvido. La mina ha sido desde hace siglos uno de los grandes tesoros de Andalucía. Porque las galerías de Jaén y Almería o los tajos sevillanos han sido fuente de riqueza económica y cultural. Las dos cosas a la vez. Las primeras letras de los cantes mineros pusieron en orden los derechos de los trabajadores. El Rojo, a quien se atribuye la creación de este estilo jondo, cantaba una que ha permanecido hasta nuestros días: «Vale más un minerico /... Ver Más

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