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Moción de censura

La crisis política actual en España, marcada por graves casos de corrupción en el entorno de Pedro Sánchez, ha puesto en evidencia las limitaciones estructurales de la moción de censura tal como se diseñó en la Constitución de 1978 . Inspirada en el modelo alemán, esta modalidad exige que la censura contra el Gobierno vaya acompañada de la presentación de un candidato alternativo, con el propósito de evitar vacíos de poder y garantizar la estabilidad institucional. Este diseño, que se ha aplicado también a los distintos estatutos de las comunidades autónomas, pudo ser acertado en los primeros momentos de la democracia, cuando se buscaba consolidar el sistema parlamentario y prevenir cualquier posible involución derivada de crisis gubernamentales. No obstante, la práctica parlamentaria y la evolución política han demostrado que, lejos de ser un mecanismo eficaz de control, la moción de censura constructiva puede convertirse en un factor de inmovilidad que genera desconfianza de la ciudadanía ante el funcionamiento del sistema democrático. Ello obliga incluso, como estamos viendo en distintos ámbitos, al recurso a la movilización callejera como canal de participación supletorio del de la representación parlamentaria. El problema se agrava en el contexto español por la falta de independencia real de los diputados, quienes, sujetos a la férrea disciplina de partido impuesta por el sistema de listas cerradas, ven reducida su capacidad para actuar conforme a su conciencia. A diferencia de sistemas electorales mayoritarios con distritos uninominales, donde el diputado responde directamente ante sus electores y puede desafiar la línea oficial de su partido sin comprometer su futuro político, en España el procedimiento de elección del diputado impide cualquier deserción significativa dentro de las filas del partido gobernante. Aunque existan diputados que, en su fuero interno, consideren necesaria una reconfiguración gubernamental, el temor a represalias políticas y la dependencia de la estructura partidista hacen improbable cualquier desafío a la dirección. En países como Francia, Italia, Reino Unido o Portugal, donde se permite la moción de censura no constructiva, el Parlamento puede destituir al Gobierno sin necesidad de presentar un candidato alternativo. En Francia, la Asamblea Nacional puede censurar al Ejecutivo con mayoría absoluta, obligando al Gobierno a dimitir y dejando en manos del presidente de la República la decisión de nombrar un nuevo primer ministro o convocar elecciones anticipadas. Italia, con su tradicional inestabilidad gubernamental, opera bajo un esquema en el que la destitución del Gobierno suele llevar a intensas negociaciones parlamentarias antes de que el presidente de la República designe un sucesor. En el Reino Unido, la pérdida de confianza de la Cámara de los Comunes implica la dimisión del primer ministro o la disolución del Parlamento, facilitando una renovación del liderazgo. Portugal, por su parte, permite que la Asamblea de la República destituya al Gobierno sin necesidad de presentar un candidato alternativo, dejando en manos del presidente la decisión sobre el nuevo Ejecutivo o la convocatoria de elecciones. Estos sistemas ofrecen una mayor flexibilidad en situaciones de crisis, facilitando la destitución del Gobierno sin el bloqueo que impone el modelo español. Si en España fuese posible una moción de censura sin necesidad de presentar un candidato alternativo, se abrirían posibilidades que hoy parecen inalcanzables: la recomposición del Ejecutivo bajo una nueva figura que bien podría seguir perteneciendo al Partido Socialista, o incluso la convocatoria automática de elecciones generales. Esto permitiría que la voluntad parlamentaria se expresara con mayor libertad, evitando la parálisis institucional que hoy impide una posible renovación gubernamental o, en su defecto, el recurso a las urnas para la constitución de una nueva configuración parlamentaria. Por el contrario, la combinación del diseño restrictivo de la moción de censura con el férreo control partidista sobre los diputados configura una situación de inmovilidad que impide cambios incluso cuando las circunstancias políticas, como las actuales, los demandan con urgencia. Mientras no se aborde una reforma de ambos factores –la estructura de la moción de censura y el sistema electoral– España permanecerá atrapada en un esquema en el que el Ejecutivo, aun en medio de crisis profundas, puede aferrarse al poder sin someterse a una censura efectiva dentro del propio sistema democrático. La comparación con otros sistemas parlamentarios sugiere que una mayor flexibilidad y un diseño institucional menos rígido pueden ser la clave para resolver situaciones de bloqueo como la que atraviesa actualmente el país. En ese sentido, una reforma constitucional de la moción de censura que permita la destitución del Gobierno , sin que ello conlleve la imposición de un candidato alternativo, y una revisión del sistema electoral podrían ser pasos decisivos hacia una mayor funcionalidad institucional y un refuerzo de la democracia representativa.
abc.es
hace alrededor de 6 horas
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