cupure logo
porqueespañacontramacronunaviñetasánchezdelmoral

España le pone nombre a la barbarie

España le pone nombre a la barbarie
Europa debe elegir entre plegarse a la lógica de la fuerza y de los millonarios, o defender un mundo basado en las reglas de la razón y la justicia. El gobierno de coalición progresista español, en un contexto europeo cada vez más derechizado, está dando algunas razones para la esperanzaEstas son las nueve medidas anunciadas por Pedro Sánchez contra el genocidio en Gaza El 8 de septiembre de 2025, Pedro Sánchez pronunció por primera vez la palabra prohibida: genocidio. Ni “guerra”, ni “matanza”, ni “respuesta desproporcionada”, sino genocidio. Ya lo habían hecho anteriormente otros miembros de su gobierno: desde la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, hasta Margarita Robles, pasando por el resto de los ministros de Sumar. Tras abrir su comparecencia con un recordatorio del sufrimiento histórico del pueblo judío, el presidente del Gobierno definió sin ambages lo que sucede hoy en Gaza como el exterminio de un pueblo indefenso. Ha sido el primer jefe de Gobierno europeo en hacerlo. Y, viendo los antecedentes, no será el último. Las palabras importan y más cuando estamos hablando de un conflicto que tiene como resultado más de 60.000 personas asesinadas – un tercio de ellas, menores – y millones de desplazados. No es lo mismo una condena genérica que invocar el término acuñado por Raphael Lemkin con todo su peso jurídico y moral, y asociado a los crímenes más atroces de la humanidad. Esta vez, las palabras solo podían ir de la mano de los hechos. Este mismo martes el Consejo de Ministros aprobará un paquete de medidas urgentes para “detener el genocidio en Gaza”. Entre ellas, un embargo total de armas al Estado de Israel, la prohibición de uso de puertos y espacio aéreo para transportes militares con destino al país, y la restricción de entrada a responsables directos o indirectos del genocidio. No es un gesto simbólico; es un real decreto-ley con consecuencias inmediatas. España no es una potencia internacional, ni un actor militar de primer orden, pero su presidente y su gobierno han sabido interpretar algo importante. Hoy Gaza no es una causa aislada, ni siquiera un conflicto regional, sino un símbolo internacional. Y han querido enviar un mensaje rotundo: España dice “no” a un mundo gobernado por el derecho del más fuerte y la más descarnada brutalidad. España dice “no” a que cualquier rincón de nuestro planeta pueda convertirse en Gaza mañana. Lo que está sucediendo en Gaza tras el 7 de octubre de 2023 ha desplazado lo que es posible e imaginable en muy poco tiempo. En 2005, hace ya 20 años, Steven Spielberg narró en Múnich la reacción del Estado de Israel tras el atentado de Septiembre Negro en los Juegos Olímpicos de 1972: once atletas asesinados tuvieron como respuesta una operación encubierta del Mossad que fue eliminando uno por uno a los responsables. El director estadounidense de origen judío, tras el atentado del 11S era crítico con que esa venganza, sin juicio ni legalidad, no solo vulneraba el derecho internacional, sino que ponía en marcha una maquinaria que iba en contra de los propios perpetradores y del pueblo israelí. La diferencia hoy es aún más grande. La respuesta al brutal ataque de Hamás en octubre de 2023 ya no es selectiva, ni clandestina, sino un genocidio en directo, retransmitido a diario y, en ocasiones, por parte de las propias redes sociales de los gobernantes israelíes. Los gobiernos y las poblaciones occidentales no pueden alegar ignorancia. Hoy es imposible no saber lo que sucede en Gaza – por mucho que Israel haya acabado con la vida de más periodistas que en ningún otro conflicto reciente. Como máximo, como advierte la escritora británico-palestina, Isabella Hammad, el poder político puede decir al espectador: “esto no es lo que parece, es demasiado complicado para entenderlo, mira hacia otra parte”. La decisión española rompe con el tabú europeo que nos obliga a elegir entre la complicidad y la indiferencia. No estamos solos, pero vamos más lejos que nadie en Europa. Gracias a las miles y miles de personas y a las organizaciones en defensa de Palestina como el Movimiento BDS o la Red Solidaria Contra la Ocupación en Palestina, que a lo largo y ancho del globo se han movilizado, han protestado e, incluso, han intentado romper con el bloqueo naval israelí; se han ido dando pequeños pasos que ahora se revelan decisivos. El pasado 22 de mayo de 2024, junto a Irlanda y Noruega, reconocimos el Estado de Palestina. Este verano, Francia y Reino Unido, dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, han mostrado su disposición a sumarse a esa vía, a pesar de los titubeos y los condicionales. Este último paso debería servir para superar el bloqueo del continente europeo a la hora de tomar una decisión de la cual poder estar mínimamente orgullosos en el futuro. Fiel a la estrategia desplegada desde octubre de 2023, el gobierno israelí de Netanyahu ha acusado furibundamente de antisemitismo al Ejecutivo español. Y ha dado un paso más: ha prohibido la entrada en Israel a Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno, y a Sira Rego, ministra de Juventud e Infancia. Israel no solo intenta neutralizar las críticas, sino que busca desacreditar y silenciar a cualquier voz que cuestione sus políticas. El antisemitismo – tan cruel históricamente y tan real todavía en demasiados países – se ha convertido en sus manos en una simple arma arrojadiza. En todo caso, conviene no dejarse llevar por una ilusión fruto del momento. España es un país modesto: ni un embargo total de armas, ni una ruptura de relaciones bastarán para poner fin a este trágico capítulo de la historia. Pero la determinación española señala un camino. Si otros gobiernos europeos siguen esa senda, el aislamiento de Israel puede volverse tan insoportable como el que derrumbó al apartheid sudafricano, pese a los años en que Thatcher y Reagan se resistieron a sancionarlo. Lo saben bien los dirigentes israelíes y, por eso, se ponen nerviosos: acciones que parecen insuficientes y minoritarias como la española son las que te acaban convirtiendo en un paria internacional en el medio plazo. Mientras tanto, Netanyahu cuenta con el respaldo cerrado de los EEUU. Donald Trump ha llegado incluso a fantasear con convertir Gaza en un “resort”, comprando el exilio palestino a golpe de cheque: un genocidio camuflado como compensación económica. Como ha revelado el Washington Post, para la gran mayoría que debería marcharse el precio serían 5.000 dólares en efectivo y una subvención que cubriría cuatro años de alquiler y un año de comida. Ante esa deriva, Europa debe elegir entre plegarse a la lógica de la fuerza y de los millonarios, o defender un mundo basado en las reglas de la razón y la justicia. El gobierno de coalición progresista español, en un contexto europeo cada vez más derechizado, está dando algunas razones para la esperanza.
eldiario
hace alrededor de 11 horas
Compartir enlace
Leer mas >>

Comentarios

Opiniones