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Lejos de Israel, cerca de Gaza

Que las medidas adicionales del Gobierno contra Israel se anunciaran en el momento en el que unos terroristas palestinos ametrallaban a seis personas en una parada de autobús de Jerusalén representa una coincidencia reveladora del desatino de la posición de nuestro país en el cruento conflicto de Gaza. Entre las medidas anunciadas con toda la solemnidad de la que es capaz el presidente del Gobierno –en una declaración personal y en el palacio de La Moncloa– figuran un embargo de armas a Israel, una prohibición de usar nuestros puertos o el espacio aéreo y el corte del flujo de inteligencia con el país que ha sido uno de los mejores aliados que ha tenido España en materia de seguridad. Estas medidas definen la relación con un país enemigo. Hamás, organización terrorista, ha elogiado expresamente estas medidas calificándolas como «un importante paso político y moral». Y aunque el Gobierno anuncia un envío de 150 millones de euros para ayuda humanitaria, hacerlo a un territorio controlado por Hamás –acusado de desviar recursos y utilizarlos para reforzar su aparato militar y el control social sobre sus ciudadanos– convierte esa asistencia en un premio al terror. Que España esté cada vez más cerca de los terroristas y más lejos de Tel Aviv es una realidad empíricamente comprobable en el hecho de que aquel país está enemistado con nosotros desde octubre de 2023 mientras que Hamás ha felicitado al Gobierno de Pedro Sánchez en repetidas ocasiones . Al margen del reconocimiento del Estado palestino, una de las victorias que Sánchez ofrece en bandeja a los terroristas es la referencia explícita a que Netanyahu practica «un genocidio» sobre la población palestina. Hay infinidad de términos para describir el horror que la actuación de Tel Aviv ha desatado sobre la franja, pero el término genocidio se refiere a un delito concreto con un tipo bien definido que requiere la aniquilación sistemática de un pueblo, cosa que no ha llevado a cabo Netanyahu, por duro que haya sido. Si el objetivo de su política hubiera sido la de matar al mayor número de civiles, las bajas habrían sido más numerosas en menos tiempo y no se habría avisado a la población sobre la inminencia de una acción militar. Quien realmente pretende exterminar al enemigo en función de su pertenencia a una etnia, con ataques indiscriminados, es Hamás, que secuestra, ataca y utiliza escudos humanos, infiltrándose en hospitales y túneles, mientras provoca bombardeos desde posiciones seguras El asunto es complejo y tiene en todo caso demasiadas aristas como para que se solucione con la brocha gorda de un presidente como Sánchez, usando frívolamente la palabra genocidio, fruto de la antidiplomacia. Parecería que, en realidad, estas medidas contra Israel, con un alcance irrelevante y un efecto irrisorio, porque España depende mucho más de la industria de Defensa israelí que lo que ellos requieren de nosotros, se toman como medida cosmética con dos objetivos distintos al de la influencia en el conflicto y sus consecuencias. Por una parte, Moncloa acalla a sus socios de Gobierno, echados al monte del antisemitismo, y de nuevo utiliza los delicados mecanismos de una crisis internacional para extraer réditos en su angustiante situación doméstica. No se puede desconectar este anuncio de la declaración de la esposa del presidente, que tendrá lugar mañana ante el juez Peinado. Como ya es costumbre en Sánchez, enciende hogueras en el extranjero –ya sea en Gaza o intentando erigirse en némesis de Donald Trump– cuyo humo utiliza para escabullirse de sus problemas políticos y personales.
abc.es
hace alrededor de 7 horas
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