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Sobre Feijóo, la frustración y la ira

Sobre Feijóo, la frustración y la ira
El líder del PP necesitaba la furia desplegada contra Sánchez cuando se cumplen ya siete años de gobierno, cuando el primer borrador de sentencia del TC sobre la amnistía puede allanar la relación entre el PSOE y Junts y cuando en su congreso nacional pretende evitar los asuntos ideológicos para no retratarse ante los electores que anhela arañar a VoxEl PP habla de “corrupción política” ante el aval del Constitucional a la amnistía y Vox responsabiliza a los de Feijóo La ponencia del Constitucional sobre la amnistía estima parcialmente el recurso del PP pero avala el grueso de la ley La integridad es algo que se tiene o no se tiene y, salvo que uno quiera hacer bueno el dicho del “dime de qué presumes…”, jamás se hace bandera de ello. Salvo Alberto Núñez Feijóo, claro. El líder del PP se ha erigido en paladín de la honestidad y ha llamado a “los españoles decentes” a que salgamos a la calle el próximo día 9 para echar al Gobierno. Ojo, que quienes no acudan a su llamada serán tachados de indecentes. O de chavistas. O de paniaguados. O de corruptos. O de colaboradores necesarios de quienes quieren acabar con la democracia. Que las elecciones se ganan en las urnas y no en la calle y que en una monarquía parlamentaria, al presidente del Gobierno lo elige el Parlamento y no los jueces o los medios de comunicación es algo que Feijóo aún no ha digerido. De ahí su frustración y de ahí su ira. No entiende cómo habiendo sido la lista más votada en 2023 no es él quien habita en La Moncloa. Y mucho menos que con un gobierno “asediado por la corrupción” y “un presidente inmoral” como él denuncia cada día, el PSOE no esté hundido y el PP, al borde de la mayoría absoluta. La frustración es algo que todo ser humano ha experimentado en mayor o menor medida. Aparece cuando se truncan los deseos, no se logran los objetivos propuestos y en el horizonte no se atisban progresos. La consecuencia inmediata y, por otra parte, lógica es la impaciencia, la desesperación o la decepción. El problema se agrava cuando uno se desazona por lo no logrado y convierte el fracaso en obsesión hasta el punto de desencadenar explosiones de ira. En psicología lo llaman trastorno explosivo intermitente. Diagnosticado o no, el comportamiento de Feijóo responde a ese estadio, el de la agresividad constante. No gobernó en 2023 y, dos años después, las encuestas no le garantizan que pueda hacerlo en 2027. Y si pudieran tendría que hacerlo con Abascal de vicepresidente. Su liderazgo está bajo mínimos dentro y fuera del PP. Su valoración es peor que la del líder de Vox y, aunque su partido volvería a ser la fuerza más votada en unas generales, sus resultados apenas varían respecto a los de hace dos años. ¿Cómo es posible?, se pregunta a diario. Una respuesta posible es que los españoles, decentes o indecentes, no crean que haya un problema generalizado de corrupción como lo hubo en otros tiempos, a pesar de que hay casos graves y puntuales como el que afecta al exministro y exnúmero dos del PSOE José Luis Ábalos. O que las soflamas sobre integridad de Feijóo el mismo día que una jueza decidió sentar en el banquillo al novio de Ayuso por dos delitos de fraude fiscal y otro de falsedad documental no resulten creíbles. O que hablar de imputados socialistas el día que lo fueron también dos altos cargos de la Comunidad de Madrid por los protocolos de la vergüenza que en pandemia provocaron la muerte de 7.291 ancianos sea un insulto a la inteligencia. O que referirse a las cloacas del PSOE por las obscenas grabaciones de una militante socialista el mismo día que entró en prisión Francisco Martínez, uno de los artífices del alcantarillado del Ministerio de Interior que dirigió el popular Jorge Fernández Díaz, es una dosis de recuerdo de la llamada policía patriótica que fabricaba informes falsos para incriminar a los adversarios políticos y destruía pruebas para tapar la corrupción del PP. Pero la ira, claro, es una emoción tan primaria que asoma cada vez que se detecta una situación amenazante para los deseos o las necesidades. Y Feijóo necesitaba de esa furia desplegada estas semanas contra Sánchez cuando se cumplen siete años de su gobierno, cuando el primer borrador de sentencia del TC sobre la amnistía que avala la constitucionalidad puede allanar la relación entre el PSOE y Junts y cuando el congreso del PP pretende evitar los asuntos ideológicos para no retratarse ante los electores que anhela arañar a Vox.

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