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Trabajadores migrantes y refugiados: el motor de crecimiento que España necesita

Trabajadores migrantes y refugiados:  el motor de crecimiento que España necesita
Aquellas empresas que ya incorporan talento refugiado en sus equipos, y que han adaptado procesos para hacerlos más inclusivos, están comprobando mejoras en su desempeño y resultados. Y es que este valioso talento aporta diversidad cultural, conocimientos, creatividad, motivación y una menor rotación de empleados Europa necesita de la inmigración. La advertencia viene de Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo. Las cifras son claras: en 2022, los trabajadores extranjeros apenas representaban el 9% de la fuerza laboral, pero aportaron la mitad del crecimiento del empleo en la eurozona. Y España, tal como recientemente destacó Lagarde, es un claro ejemplo de cómo el talento de personas procedentes de otros países promueve el crecimiento de la economía: en los últimos tres años, los trabajadores extranjeros han contribuido en un 25% al crecimiento del PIB per cápita, según estimaciones del Banco de España. No es teoría. Son datos que hablan por sí solos. Trabajadores migrantes procedentes de distintos países y culturas, y con trayectorias profesionales y académicas diversas, impulsan nuestro bienestar y crecimiento.  Dentro de este colectivo se encuentran las personas refugiadas: historias individuales de dolor y superación de quienes se han visto forzadas a abandonar sus países por guerras, conflictos o persecución, y que hoy buscan rehacer sus vidas en nuestro país. En el último año, España se ha convertido en el principal destino de solicitudes de asilo en la Unión Europea, superando incluso a Alemania, que hasta ahora encabezaba la lista. Según cifras de ACNUR, hoy nuestro país acoge a cerca de 700.000 personas desplazadas sumando refugiadas y solicitantes de asilo, muchas de ellas llegadas de lugares como Ucrania, Venezuela, Siria, Mali o Afganistán. Todas enfrentan la necesidad urgente de un empleo que les permita empezar de nuevo y construir un futuro digno.  A pesar de las habilidades y cualificaciones que aportan (ya sea personas que trabajaban de profesores en Ucrania o mujeres juristas en Afganistán), las personas refugiadas que llegan a España se encuentran con numerosos obstáculos para incorporarse al mercado laboral: la barrera del idioma, las diferencias culturales, la falta de homologación de títulos académicos, la ausencia de redes de apoyo o contactos profesionales, y el desconocimiento de cómo buscar empleo en nuestro país. Al mismo tiempo, muchos sectores padecen una profunda escasez de talento y mano de obra: es el caso de la industria de la logística, la construcción, la tecnología y la hostelería. Y, por si fuera poco, España afronta un reto demográfico crítico: una población que envejece y una natalidad en mínimos históricos. Según estudios recientes de Randstad, para 2050 habrá 2,6 millones menos de trabajadores que en 2025, lo que supone una caída del 8,1% de la fuerza laboral.  Por tanto, el sector privado tiene ante sí una oportunidad de oro: incorporar a un colectivo motivado y diverso que puede ayudar a cubrir vacantes críticas y fortalecer la competitividad de las empresas. Cada vez más compañías en España son conscientes del impacto positivo que esto genera. Hoy, más de 50 grandes empresas en España forman parte de Tent España, una coalición lanzada a finales de 2023 para apoyar la inclusión laboral de personas refugiadas. Su objetivo es impulsar el empleo mediante oportunidades laborales y programas de formación y mentoría, demostrando que integrar a personas refugiadas no solo es un acto de responsabilidad social, sino también una oportunidad estratégica para las empresas. Aquellas que ya incorporan talento refugiado en sus equipos, y que han adaptado procesos para hacerlos más inclusivos, están comprobando mejoras en su desempeño y resultados. Y es que este valioso talento aporta diversidad cultural, conocimientos, creatividad, motivación y una menor rotación de empleados. Además, genera un mayor compromiso y sentido de pertenencia entre los equipos y mejora la imagen de la marca frente a los consumidores (el 65% de los consumidores españoles son más propensos a comprar marcas que contratan a refugiados, mientras que sólo un 8% son menos propensos). La oportunidad es clara: personas refugiadas con talento, motivación y ganas de rehacer sus vidas, y empresas que buscan cubrir vacantes críticas. Los primeros pasos ya se están dando, y es hora de acelerar el cambio. Integrar talento refugiado no es sólo ético, es estratégico y necesario.

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