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Ucrania analizó el último y devastador ataque ruso. La sorpresa es el tamaño: más de 100.000 piezas eran de sus propios aliados

Ucrania analizó el último y devastador ataque ruso. La sorpresa es el tamaño: más de 100.000 piezas eran de sus propios aliados
Se podría hacer un informe kilométrico con los diferentes análisis que ha llevado a cabo la inteligencia de Ucrania cuando se ha encontrado un artefacto ruso. Los drones han revelado en numerosas ocasiones que, en la guerra, las sanciones internacionales no sirven de gran cosa. Y no solo drones, incluse en los tanques. Ahora, y tras la brutal ofensiva rusa del pasado domingo, Ucrania ha vuelto a diseccionar al enemigo.La sorpresa a estas alturas ya no es “quién”, sino “cuánto”.La fragilidad de las cadenas. Una noche de ataque masivo exhibió, con cruda nitidez, una paradoja que hace tiempo viene fraguándose en la guerra moderna: la capacidad destructiva de un Estado que se declara sancionado y aislado sigue dependiendo (y en buena medida prospera gracias) a los circuitos, chips y piezas que circulan por mercados civiles y fabricantes de todo el mundo. En el asalto nocturno que combinó 496 drones de ataque y 53 misiles, las autoridades ucranianas contabilizaron 102.785 componentes de origen extranjero incrustados en las municiones y aparatos que rasgaron el cielo del país; de ellos, alrededor de 100.688 estaban en drones (entre ellos unas 250 réplicas poderosas del tipo Shahed) y el resto repartido en Iskander (sobre 1.500), Kinzhal (192) y Kalibr (405). Zelenski ha dicho que Ucrania no pretende con ello solo señalar culpables: es un ejercicio forense que desnuda cómo todo, desde un convertidor hasta un microcontrolador, termina acelerando la capacidad de persistir del agresor. En Xataka Ucrania acercó sus drones al ejército ruso. Su sorpresa es mayúscula: los norcoreanos ahora son cubanos con una promesa irresistible Qué y de dónde. Los componentes identificados abarcan piezas que la industria civil produce en masa: convertidores (analógicos y de potencia), sensores, conversores analógico-digitales, microelectrónica y microcomputadoras, los cuales, según Kiev, proceden de empresas ubicadas en Estados Unidos, Reino Unido, China, Taiwán, Alemania, Suiza, Japón, Corea y los Países Bajos. Ucrania ha señalado ejemplos concretos, como microcomputadoras británicas para control de vuelo, microcontroladores suizos, conectores alemanes, y ha subrayado que la mayor diversidad y volumen procede de China y Taiwán, lo que explica por qué, incluso cuando las piezas más avanzadas están restringidas, la proliferación tecnológica sigue alimentando arsenales.Sanciones, doble uso e ilusión. Las cifras y la trazabilidad revelan la limitación esencial de las sanciones: el régimen internacional de control de exportaciones choca con cadenas globales complejas, agentes intermediarios y piezas catalogadas como “de doble uso” que circulan por mercados civiles y centros logísticos que no preguntan por el destino final. Las normas de compliance de las empresas y los controles estatales son necesarios pero insuficientes frente a reexportaciones, transbordos y proveedores que sirven a sectores no militares. Además, incluso las grandes corporaciones no poseen visibilidad absoluta sobre la vida útil y el destino final de cada componente. La consecuencia práctica es una economía de guerra que se nutre en la frontera tenue entre lo legal y lo oculto, entre la fabricación lícita y la utilización bélica. Política y geoestrategia. Si se quiere también, la reacción ucraniana es política y operativa: más allá de denunciar, Kiev transfiere los datos de las piezas y sus orígenes a sus socios para presionar por medidas concretas. Zelenski exige cerrar “ya” los flujos de componentes críticos y propone restricciones adicionales, desde controles de embarque hasta bloqueos logísticos. Expertos de la propia Ucrania reclaman una decisión coordinada a nivel G7 que aborde los vacíos de aplicación y armonice listas de control, procedimientos de due diligence y medidas de interdicción en puertos y rutas comerciales. Vladyslav Vlasiuk y otros responsables de sanciones subrayan que sin una acción sistémica y sincronizada (inspecciones, seguros de carga condicionales, monitorización de reexportaciones) las prohibiciones quedarían en papel.Implicaciones industriales y éticas. Lo hemos comentado otras veces. El fenómeno plantea también una cuestión moral y práctica para la industria: hasta qué punto debe una empresa asumir responsabilidad por el uso final de sus productos y qué inversiones exige eso en trazabilidad, auditoría y controles de terceros. Las respuestas técnicas existen (servidores de seguimiento, listas de partes controladas, certificaciones de integridad del cliente), pero tienen costes que, en la práctica, fragmentan mercados y elevan precios. Para los gobiernos aliados, la solución pasa por endurecer controles sin asfixiar cadenas civiles críticas. Para las firmas, por redoblar la diligencia y colaborar con las autoridades.Guerra industrializada. En términos militares, la disponibilidad de esos componentes acelera la producción en masa de drones y misiles, reduce los plazos de fabricación y hace más difícil desmantelar una amenaza que encuentra piezas en la economía global. Las olas continuas de ataques que dañan infraestructuras civiles y matan o hieren a no combatientes demuestran que las piezas no son meros objetos: son multiplicadores de daño. Para Ucrania, la batalla por las sanciones es, por tanto, una línea del frente más, y su éxito depende tanto de la eficacia diplomática y jurídica de sus aliados como de la capacidad técnica para rastrear y bloquear rutas logísticas. Contención tecnológica. Recordaban los analistas en Insider que cerrar los huecos exige mezclar diplomacia, inteligencia y regulación: armonizar listas de control, coordinar inspecciones en puertos, condicionar seguros y servicios logísticos, y construir normas internacionales sobre la trazabilidad industrial. También implica fortalecer capacidades nacionales de producción alternativa (relocalización de cadenas críticas) y reducir la dependencia en componentes estratégicos en jurisdicciones con menor control de exportaciones. Con todo, ninguna medida aislada bastará: la experiencia demuestra que los flujos se adaptan muy rápido. Por eso Ucrania pide y necesita una estrategia de alcance G7 que combine sanciones inteligentes, presión sobre intermediarios, y un mapa claro de riesgos y responsabilidades. En Directo al Paladar Cómo hacer salsa de tomate casera fácilmente: la mejor receta para olvidarte de las de bote Un diagnóstico incómodo. La constatación de esos más de 100.000 componentes extranjeros en un solo ataque es una fotografía nítida de cómo la globalización tecnológica ha reconfigurado los conflictos: ahora las vulnerabilidades ya no son solo depósitos de munición o bases, sino redes de suministro, contratos comerciales y puertos neutrales. La lección para los gobiernos “amigos” de Ucrania es doble: reprimir el abastecimiento es tan importante como suministrar defensas, y para las empresas, actuar con responsabilidad no es solo ética, sino seguridad colectiva. Al final, la pregunta que plantea este episodio no es solo técnica (cómo cortar esa cadena de suministro) sino política y moral: hasta qué punto la prosperidad industrial puede sostenerse sin reglas de control y sin mecanismos efectivos que impidan que un chip en apariencia inocuo termine encendiendo la violencia a gran escala.Imagen | National Guard of UkraineEn Xataka | Rusia tiene una ventaja sobre Ucrania: se llama Soratnik y sus soldados lo llevan en la cabeza para adelantarse al enemigo En Xataka | Ucrania ha dividido un tesoro en seis ubicaciones secretas. Si los drones rusos lo encuentran el invierno será especialmente frío  - La noticia Ucrania analizó el último y devastador ataque ruso. La sorpresa es el tamaño: más de 100.000 piezas eran de sus propios aliados fue publicada originalmente en Xataka por Miguel Jorge .
xataka
hace alrededor de 5 horas
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