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Educar frente a las pantallas

El tema de la adicción a las pantallas por parte de la gente joven se ha convertido en un problema de enorme gravedad. Eso lo sabemos los psicólogos y los psiquiatras. Estamos en la era digital y no saber actuar de forma sana está trayendo serios problemas. La salud mental de los jóvenes peligra, si los padres y los educadores no somos capaces de formarlos de modo adecuado y presentarles los beneficios de su uso y los perjuicios cuando quedan atrapados en esas redes. Muchas mañanas cuando hago un paseo matutino, paso por delante de un colegio que tengo cerca de mi casa, veo a chicos de 12, 13 y 14 años, en las puertas de ese centro docente y todos están con el móvil en la mano; todos es todos. Y hoy sabemos por estudios de investigación realizados con rigor metodológico, que muchos chicos pasan muchas horas con TikTok, Instagram, WhatsApp, YouTube… La Asociación Europea de Transición Digital ha constatado que en los últimos quince años han aumentado estas conductas adictivas más de un 500 por ciento. Y de este modo han aparecido de forma exponencial una serie de enfermedades psíquicas que se han multiplicado: anorexia-bulimia, ortorexia (obsesión enfermiza por comer sano), vigorexia (obsesión patológica por hacer deporte para tener un mayor vigor físico), dismorfias corporales (deformación obsesiva de la percepción del propio cuerpo –cara, nariz, pecho, abdomen…–, ya que los modelos que aparecen en las pantallas son personas físicamente perfectas), también el famoso TDH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad: mente dispersa, por el bombardeo de imágenes que se suceden sin descanso), la adicción a la pornografía (problema de proporciones insospechadas, gente joven que ve a la mujer como objeto de usar y tirar). El doctor Gary Wilson, psiquiatra inglés, habla de cómo cambia el cerebro de estos chicos en donde la pornografía cambia su forma de ser ('Tu cerebro pornográfico'. Ed, Commonwealth. Madrid, 2024). La revista científica 'Journal American Medical Association' llama la atención por el aumento de casos de depresión, intentos de suicidio y suicidios consumados, procedentes de chicos que se pasan entre 7 y 10 horas al día pegados a las pantallas y que no saben qué hacer con sus vidas. Se trata de un secuestro digital, chicos encerrados en un mundo virtual, alejados del mundo real y sumergidos en esas redes, de las que no saben salir. Voy con estos consejos: 1. Saber educar a nuestros hijos en el uso adecuado de las pantallas. Educar es convertir a alguien en persona. Es seducir con los valores que no pasan de moda. Educar es dar raíces y alas; fundamentos sólidos e ilusiones por alcanzar objetivos sanos, positivos. Educar es amor y rigor, ternura y disciplina. Y para que los padres lo podamos hacer es necesario tener autoridad; y esto significa coherencia de vida, buena relación entre lo que se dice y lo que se hace… integridad. Y de ese modo los hijos tienen unos padres que sirven de ejemplo, de referente y en consecuencia sus hijos les escuchan, porque se dan cuenta que buscan o mejor para ellos. Los argumentos, convencen; las acciones, enseñan; y el buen ejemplo, arrastra. 2. Hablar con los hijos: escucharlos con atención y ofrecerles pautas de conducta positivas. Se trata de sentarse con ellos, uno a uno y también en grupo y oír lo que ellos dicen, es fundamental su desahogo y como esto se ha expandido como un reguero de pólvora en su ambiente, que es difícil de frenar. «Todos mis compañeros están en lo mismo, no hablamos de otra cosa, es contagioso…», son expresiones habituales. Hay que explicarles que las pantallas, en sus distintas modalidades, están diseñadas para que la gente quede atrapada allí y la gente joven no es consciente de la adicción o lo minimizan y le quitan importancia. Y siendo las modernas tecnologías un avance extraordinario en muchos aspectos, porque nos mantienen conectados con tantos temas, en esas aplicaciones, si no se anda con cuidado, uno queda atrapado y no puede salir y a eso se le llama adicción. Horas muertas entregadas a esas gratificaciones inmediatas, que no se pueden cortar. Y explicarles que la adicción a las pantallas tiene cuatro pasos que son sucesivos y que van por este orden: dependencia, uno deja de ser libre y se convierte en esclavo; tolerancia, cada vez se necesitan dosis mayores de pantallas; aparece el síndrome de abstinencia, que significa que si deja las pantallas por algunas horas aparece un malestar psicológico presidido por la ansiedad; y en cuarto lugar aparece la búsqueda de contenidos cada vez más degradantes, esa persona que experiencias nuevas, complejas y mezcladas. Dos de los autores que más han trabajado en este tema son el doctor Miguel Ángel Martínez , en su libro 'Soluciones para superar los retos de las pantallas' (Ed. Planeta. Madrid, 2025), texto excelente y de una gran riqueza de datos; y Mihaly Csikszentmihalyi ('Flou. A Psychology of Happyness'. Regnery. Nueva York, 2023), que habla del concepto de flujo, persona inmersa en las pantallas que queda como hipnotizada. Estado de fascinación pasiva. 3. Establecer normas para el uso de las pantallas. Los padres no podemos pretender que nuestros hijos practiquen cosas que nosotros no hacemos. Un buen padre vale más que cien maestros y una buena madre es como una universidad doméstica. El lema puede ser este: necesitamos aprender a aplazar recompensas inmediatas. Un psiquiatra americano, Cameron Sepah ha acuñado la expresión de 'ayuno de dopamina', es decir, hacer un esfuerzo de voluntad, con la motivación de ser más libres, menos prisioneros de esa curiosidad fascinante de pasar de una cosa a otra, sin poder detener esa conducta. Embelesados por lo irrelevante. Los padres debemos establecer un pacto con nuestros hijos, haciendo un 'parking' de móviles, iPad y diferentes pantallas, por la noche, después de cenar, en donde los padres somos los primeros en desprendernos de todo eso, y queda un teléfono fijo por alguna emergencia que pueda suceder. Es impresionante conseguir esto, con una motivación de calidad y explicando la importancia de tener perspectiva, visión larga, poniendo las luces largas en esas vidas. 4. Hacer planes divertidos, sugerentes con los hijos. Sigue la implicación de la familia con los hijos. Todo es una tarea de artesanía psicológica. Ir contra corriente, con una visión panorámica de un tema epidémico que arruina a los jóvenes de forma masiva.
abc.es
hace alrededor de 7 horas
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