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Gaza, un infierno sin salida

Gaza, un infierno sin salida
A pesar del horror diario en Gaza, hay que hacer todo lo posible para detener este genocidio, sí, genocidio, aunque solo sea para poder contar a nuestros hijos que no nos resignamos al horror El brutal ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 y la represalia de Israel, aún más cruel y brutal, no es una anomalía en la dinámica entre Israel y Palestina sino la culminación de una historia de violencia. Una vieja historia de violencia que ha desnudado al mundo entero y evidencia la complicidad de Estados Unidos, la inutilidad de Europa y la pasividad e indiferencia de los países árabes. Hoy, a pesar del reconocimiento del Estado palestino por parte de países como España, casi nadie cree ya en la solución de los dos estados, que no fue posible ni en los tiempos en los que Israel y Palestina invertían más en diplomacia que en deseos mutuos de venganza.  Antes del ataque de Hamás, el más violento y cruel que ha protagonizado cualquier facción, combatiente o grupo terrorista de la Franja, la privación de los derechos más básicos y el desplazamiento forzoso de palestinos era ya una constante de los gobiernos israelíes. Es tentador cargar toda la culpa en Netanyahu, un gobernante criminal que usa el genocidio para mantenerse en el poder y evitar su parte de responsabilidad por el fallo de seguridad del 7 de octubre, pero el odio viene de lejos. Netanyahu y Hamás hacen que sea más fácil tomar posiciones para unos y para otros pero el dominio israelí de la zona siempre ha sido un objetivo y hay palestinos ya nacidos en tierra ocupada que creen en la inevitabilidad de la violencia, aunque sepan que serán los primeros en sufrirla porque Hamás ha demostrado que puede herir a Israel pero también que no puede proteger a su pueblo.  La novedad es que, ahora, la muerte lo inunda todo y parece ser un fin en sí misma. Matar es el objetivo. Por eso hablamos de genocidio y nos enredamos en una cuestión semántica que no es trivial. Matar y morir parece ya el único futuro de Gaza. Huir, en el mejor de los casos, con lo puesto y hacia ningún sitio. El pueblo palestino no solo está pagando los crímenes de Hamás, también está pagando por el pasado sufriente del pueblo judío y por eso volvemos al Holocausto y volvemos a la Nakba, por eso hablamos de limpieza étnica y nazismo. Sobre viejos conceptos y sentimientos arraigados en los dos pueblos, gobernantes astutos y oportunistas como Netanyahu y movimientos que nacieron para islamizar los países árabes, como Hamás, se mueven con soltura. Todo intento de paz parece más que nunca una farsa cruel. Y sin embargo, pese a los esfuerzos de Israel, los palestinos no van a desaparecer, y pese a la violencia de Hamás, Israel va a permanecer y lo hará como el fuerte estado colonialista y militarizado que es desde hace años, ahora con un gobierno acostumbrado a disfrazar la matanza de civiles o el éxodo forzoso de sus enemigos de actos de defensa propia.  Y pese a todo, hay que seguir intentado que subsista la conciencia moral de este horror, aunque en realidad solo seamos espectadores impotentes. La Vuelta, las movilizaciones, las banderas que ondean en casas y colegios, todo debe ser respaldado aunque parezca y sea inútil y sepamos al pronunciar Palestina libre que estamos aludiendo a un sueño inalcanzable, incapaces ya de imaginar un camino hacia la paz en medio de tantos cuerpos destrozados. Y a pesar de esto, a pesar del horror diario, hay que hacer todo lo posible para detener este genocidio, sí, genocidio, aunque solo sea para poder contar a nuestros hijos que no nos resignamos al horror. 
eldiario
hace alrededor de 1 mes
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