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Grado en engaño

Grado en engaño
Noelia, cielo, te han pillado. Tus explicaciones son aun peor que tus silencios y que todas las entrevistas y tuits en los que sí te has hecho pasar por lo que no eras. En un país normal reconocerías que has jugado a hacer trampas y has perdido Estoy hartísima, hartísima de estos jovencitos con ínfulas que consideran que el conocimiento o el saber son mera apariencia y que desprecian el esfuerzo necesario para intentar adquirirlo porque no quieren o no pueden hacerlo. Noelia Núñez se ríe con toda su jeta de las generaciones de españoles que soñaron con que sus hijos pudieran ir a la universidad, del resto de jóvenes que con su esfuerzo y con el de sus familias perseveran para lograr una formación superior que les sirva de ascensor social y les convierta en ciudadanos provechosos capaces de conformar élites que sirvan a la sociedad. Se ríen del esfuerzo de todos los que estudiaron y estudian y de todos los que pagan con sus impuestos que en este país nadie se quede fuera de la Universidad por problemas económicos. Cuando uno finge haberse titulado en no una sino dos o más carreras universitarias –¡para qué quedarse corto si es gratis!– nos está mostrando su capacidad para la simulación, su incapacidad para el esfuerzo intelectual y la disciplina que supone terminar unos estudios y, lo peor de todo, el complejo que esto les produce. Considero que la democracia permite convertirse en representantes de los ciudadanos a los que estos elijan sin necesidad de requisitos académicos, porque hay otros muchos méritos, y electricistas y otras personas sin titulación han llegado a los gobiernos avalados por su experiencia en otros campos. Siempre asumieron su origen y nunca lo falsearon. Podrías incluso no haberte titulado y haber abandonado los estudios, por motivos laborales, económicos o de otra índole, sin necesidad de mentir sobre ello. El problema del engaño de Noelia Núñez es que nos demuestra que sí le importa, que quiere adornarse con las plumas de un pavo real que no es. No es un caso único. Abunda en estos políticos jóvenes de arramblada que saltaron a la escena pública para sustituir a los aburridos boomers que sí se tomaban en serio no sólo la formación sino también la honestidad intelectual. Son la nueva élite impostora. Aquí sólo de pasada metemos a Pablo Casado, Carmen Montón, Rodriguez Uribes, Albert Rivera o Toni Cantó, para hacer boca, Cristina Cifuentes y el master que no fue, los doctores por accidente o por encargo, y todos los farsantes que seguro aún quedan en puestos públicos. ¿Esta es la mejora que vinieron a aportar? Hacer carrera en la política te permite medrar con más esfuerzo de bisagra que de cerebro y además vas cobrando. Lo cierto es que la Núñez llegó a la política en Fuenlabrada con 23 años, así que tiempo tuvo antes de graduarse. ¿Qué hizo además de marear las matrículas de aquí a allá? Llegó al colmo del cinismo al escribir en un tuit: “no soporto a la gente que habla como si fuera licenciado en derecho, Twitter está lleno de supuestos juristas, jueces y abogados 'expertos' ”. Que pretenda ahora que no había afán de engaño es un engaño añadido al inicial. En los países serios la titulación académica es sagrada y la honestidad intelectual una barrera infranqueable. Las universidades son garantes del prestigio académico y no regalan los títulos a los políticos amiguetes como se hizo en la Rey Juan Carlos. Así debe ser, porque sólo así se protege el esfuerzo de los que sí lo realizan y el ascensor social. Derribar ese principio es derribar la mera existencia de la meritocracia. No me voy a privar de recordar que Theodor zu Guttenberg -sí, con ese apellido- plagió parte de su tesis doctoral en Derecho y no sólo tuvo que dimitir como ministro de Defensa de Alemania sino que le retiraron el título. El mismo camino siguió una ministra de Educación alemana porque sólo obrando así los prestigiosos doctorados alemanes seguirán siéndolo. Si se analiza la reacción de los diferentes países a estas falsedades se ve también la fortaleza de su democracia y la seriedad de sus instituciones. En Rumanía un presidente plagió parte de su tesis doctoral pero... no dimitió. Lo grave de Noelia Núñez, y de todos los que actúan como ella, reside en la capacidad de engañar -¿en qué no nos engañará después?- y en la certeza de que carece de una formación eficiente y de la experiencia necesaria para asumir la responsabilidad que le ha encomendado Feijoo. Cayetana esto no lo perdona ni tras veinte cabalgatas, seguro, debe estarse comiendo los muñones hasta los codos que ella sí hincó. Y es que Núñez se adornó con plumas ajenas lo que, por mucho que les enfade y sea o no legal, también pretendía Begoña Gómez cuando se empecinó en cogestionar una cátedra con un subterfugio sin ser siquiera licenciada. Lo de Pilar Bernabé, aún delegada del Gobierno en Valencia, y sus dos carreras fantasma que han tenido que ser retiradas de la web es un debe en la coherencia del PSOE que le inhabilita para convertir lo de Núñez en una cacería o en una pieza a cobrar. Sería un fiasco si Feijóo y su anunciada regeneración tragaran con esta superchería. En ese partido lleno de miembros de las carreras de la Administración, de opositores señeros, de señores y señoras con títulos de prestigio no puede ocupar la portavocía una mujer que picando de aquí o de allá, o sin siquiera picar, que matricularse no cuesta mucho trabajo, no logró terminar ninguna formación. Me temo además que no sólo le falte el título sino el saber, porque quien sabe de algo sin tener respaldo académico no lo finge, lo demuestra. Ser joven y echarle jeta no es un valor suficiente para regir lo público pero ser joven y farsante es además un claro indicador de que no lo mereces. Noelia, cielo, te han pillado. Tus explicaciones son aun peor que tus silencios y que todas las entrevistas y tuits en los que sí te has hecho pasar por lo que no eras. En un país normal reconocerías que has jugado a hacer trampas y has perdido. En este lo mismo te vemos un día de presidenta del Gobierno.

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