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La conjura de los indignos

La conjura de los indignos
Sin duda es la conjura de los indignos. Dado que cuantos participan son indignos del puesto que ocupan en la política, los medios o sectores de la justicia. Porque todos saben lo que está pasando, lo que mienten y obvian en la caza del fiscal general por un triste email que él no difundió y el objetivo final de tumbar al Gobierno El brazo armado de la judicatura Es una mezcla de bochorno, indignación y desamparo. Cuesta explicarse que un cúmulo de incongruencias y desmesuras haya desembocado en el procesamiento, por primera vez en la historia, de un fiscal general del Estado. Con más precisión, sería absurdo en cualquier país, pero España sigue siendo diferente en el peor sentido posible. La historia de este escándalo puede contarse con múltiples detalles o resumida. Comencemos por el relato largo para que no falten detalles fundamentales. El hecho en sí nos remite a un individuo, enriquecido obscenamente durante la pandemia y después, que encima se permite elaborar una trama burda de facturas falsas para no pagar a la Hacienda de todos los españoles lo que le corresponde. La Agencia Tributaria lo detecta por los mecanismos habituales y le demanda. Ese individuo es el novio conviviente de Isabel Díaz Ayuso, cosa que no sabe casi nadie entonces y tampoco Hacienda. Quiere discreción y, como ha declarado ante la justicia su abogado, confirma los delitos de los que se le acusa y busca un acuerdo que al menos le evite la cárcel. Y la propuesta se tramita. Ese email es manipulado por el jefe de Gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, desde su puesto oficial de la Comunidad de Madrid y enviado a numerosos medios, dice que la Fiscalía le ofrece un trato, pero es al revés. El novio más famoso y mimado de España, Alberto González Amador, denuncia entonces al fiscal general del Estado, y como es la pareja de Ayuso –inténtelo cualquier ciudadano de a pie–, el Tribunal Supremo admite la demanda y deja entrar como acusaciones particulares a lo más granado de la ultraderecha. Conocidos todos los extremos, las certificaciones incluso ante notario de varios periodistas, de que no fue el fiscal general sino otra persona quien distribuyó el email a múltiples medios –elDiario.es en cabeza–, dado el cúmulo de actuaciones insólitas del juez instructor profusamente difundidas por los medios que parecían conocer todos los pasos del Supremo, costaba creer que Hurtado se atreviera a procesar al fiscal Álvaro García Ortiz. Avisaban muchos de quienes han servido de correo de los propósitos judiciales –como ya ocurre en varios casos– pero parecía imposible montar un procesamiento con esos mimbres. Hurtado lo ha hecho. Al día siguiente de la fracasada manifestación de Feijóo y el PP al completo. Y cuando las cloacas del Estado que montó el gobierno de Rajoy sueltan, de viva voz de sus protagonistas, las tramas mafiosas que el PP empleó contra algunos de sus adversarios políticos. La bochornosa crónica de los medios al servicio de todo este entramado todavía andaba volviendo del revés los hechos, cuando Hurtado suelta la bomba. Y entonces todo se paraliza para que cada pieza haga lo que puede hacer y hace: encausar, justificar, manipular, publicar mentiras e insultos o la funesta equidistancia desinformadora y enmarañar a fondo. Tremendo que El Mundo presuma de “la información publicada”, dice. Era un bulo de Miguel Ángel Rodríguez con la intención de defender al novio de Ayuso y Hurtado afirma que esa “información” fue el detonante para iniciar la actuación judicial. Es impresionante el éxito periodístico y judicial. Una palabra que han empleado varios de ellos ha sido: indigno. Consideran indigno al fiscal general. Y por supuesto al Gobierno. Indigno García Ortiz porque le plantan esta trama encima y no dimite. La gente digna, cuando le cae en la cabeza un volquete de barbaridades, ¿se arrodilla y pide perdón? De cualquier modo, dignidad es un concepto importante. Nos han robado y prostituido el concepto “libertad”, luego “democracia”, ahora va a por la dignidad. En general lo hacen con cuanto carecen. Toca ahora resumir la historia en corto, por si alguno de los medios internacionales a los que también corrompen, alguno ha habido, se entera y recupera algo de dignidad. Estamos en esa dualidad o dicotomía: lo indigno y lo digno. Un individuo se convierte en millonario con sus negocios durante la pandemia pero decide no pagar los impuestos correspondientes. Es el novio de la presidenta de Madrid. El envío de un email –público para múltiples periodistas– se demanda ante el Supremo cargándole el muerto al fiscal general. La instrucción está plagada de suposiciones y ninguna prueba o indicio. Todos los indignos se apresuran a hacer lo que pueden hacer y, puesto el turbo, intentan tumbar al gobierno legítimo de España. Y no sería imposible que lo consigan. Muchos no creímos que esto pudiera suceder, por muchos que sí eran para esto los indicios, y las pruebas. Y ahí estamos. Sin duda es la conjura de los indignos. Dado que cuantos participan son indignos del puesto que ocupan, y muchos de ellos, indignos de una democracia y de una sociedad civilizada. Indigno es un adjetivo que se refiere a las personas que no tienen el mérito para aquello que desarrollan. Y sus sinónimos principales son: infame, despreciable, deleznable, detestable, abyecto, ruin, rastrero, vil, indecoroso, deshonroso. La RAE se pone dura con esto de la dignidad, aunque tenga a un condenado por plagio entre sus académicos. Porque hay grados de indignidad, claro. Lo cierto es que no se comprende cómo Hurtado sigue siendo juez, y del Tribunal Supremo, con todo lo que ha sido su trayectoria. Se diría que no está capacitado para ejercer la justicia con imparcialidad. Pero claro, el silencio de los profesionales de la justicia, apenas con la excepción de una asociación de fiscales, tampoco parece muy decoroso. Porque todos saben lo que está pasando, lo que mienten y obvian en la caza del fiscal general por un triste email que él no difundió y el objetivo final de acabar también con el gobierno. Por un email. Son un cuento más sus protestas. Ese PP que se despliega en alarmas e infames indignidades cuando tienen de viva voz a la exsecretaria general María Dolores de Cospedal y al jefe de seguridad del Ministerio del Interior con Rajoy largando corrupciones mayúsculas es verdaderamente abyecto, ruin y rastrero. ¿Y esos portavoces de la cloaca mediática que titulan como si hubiera sentencias probadas? Indignos políticos, medios y periodistas, sectores de la justicia… Esto es una conjura de los indignos precisamente. Deleznables en su mayoría. Sumen a quienes con la mejor de sus sonrisas nos cuentan en los telediarios lo que dice el uno y dice el otro, y no lo que hacen. ¿Y el Gobierno, cómo ha pensado detener toda esta tromba? ¿No se puede hacer nada desde el poder ejecutivo y con mayoría legislativa en el Congreso? Nos lo deben. Millones de ciudadanos somos dignos de una democracia auténtica, nos la ganamos todos los días con nuestro trabajo y vivir honesto, y muchos desde hace décadas. Volver a la intolerable miseria golpista tras tantos años de habernos librado supuestamente de estas iniquidades es intolerable. Temibles vientos soplan más allá de nuestras fronteras, pero hoy y aquí nos toca defender la democracia de las indignas mafias que la atacan. Vendría bien que los necios –titulares de conjuras– espabilaran y fueran conscientes de lo que se nos viene encima.

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