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Los puteros de los puteros

Los puteros de los puteros
Sin políticos que cobren mordidas para facilitar contratos públicos no habría corrupción, pero tampoco la habría sin empresas que paguen mordidas para obtener contratos públicos. Y nunca fallan a la cita En toda trama de corrupción siempre acaban saliendo los puteros: individuos de dudosa moralidad, que se valen de su posición para beneficiarse de los favores de personas que hacen lo que sea por dinero, y a las que mantienen económicamente, pagan pisos, viajes y caprichos. Es inmoral y repugnante, merecen todo nuestro reproche y… ¿Cómo? ¿Koldo, Ábalos…? No, yo no hablo de esos puteros, que por supuesto me dan asco. Yo hablo de los puteros de los puteros: las empresas corruptoras. Vuelve a leer el párrafo anterior pero cambiando los sujetos: los “individuos de dudosa moralidad” son los responsables de las constructoras implicadas en la trama; y las “personas que hacen lo que sea por dinero” son los propios Koldo, Ábalos y Cerdán, a los que las empresas corruptoras mantenían económicamente para beneficiarse de sus favores. Lo que pasa es que nunca oímos los audios de estos puteros mayores diciendo que Ábalos “se enrolla que te cagas” o que Koldo “está bien, está recién, está perfecto”, que es lo que ellos decían de las chicas. Ni en esta, ni en otras tramas de las muchas que ha conocido nuestra democracia, y en la que siempre hay puteros (políticos corruptos que, entre otros vicios, le dan a la prostitución) y puteros de los puteros, empresas que pagan sus favores con sobres de dinero, viviendas, coches y regalos. Ha vuelto a pasar: todos los focos se ponen estos días sobre los políticos corrompidos, para los que no tengo ninguna indulgencia, y quedan en segundo plano las empresas corruptoras, siendo estas tan necesarias para el chanchullo como aquellos. Sin políticos que cobren mordidas para facilitar contratos públicos no habría corrupción, pero tampoco la habría sin empresas que paguen mordidas para obtener contratos públicos. Y nunca fallan a la cita. Esta vez se trata de Acciona, una de las mayores constructoras de nuestro país, y de otras empresas menores: Levantina de Obras y Edificaciones (LIC), y Obras Públicas y Regadíos (OPR). Entre las tres, pero sobre todo la primera, se levantaron al menos 637 millones de euros. De dinero público. Incluidos fondos europeos. Si comparas esa millonada con las mordiditas que las empresas pagaban a los Koldo, Ábalos y Cerdán, la proporción sería similar a la que se daba entre las mordidas de estos y las migajas que pagaban a sus amantes, amigas íntimas y prostitutas. Llevamos medio siglo de democracia, y la corrupción vinculada a la obra pública ha cambiado muy poquito. Supongo que se ha sofisticado para eludir los mayores controles, pero no hemos conseguido erradicarla. Ni lo conseguiremos, mientras salga tan barato corromper, mientras pagar mordidas no te penalice en futuros contratos públicos. ¿Qué pasó con las empresas constructoras y de servicios que pagaban sobornos en tramas anteriores de corrupción en obras públicas o de financiación de partidos? ¿Siguen contratando con el Estado, como si nada? ¿Siguen jugando al juego ese tan gracioso de los “rectificados”, por el que ganan un concurso por una cantidad, y poco después se ve incrementada un 50% por imprevistos de la obra? Se enfadó ayer el presidente de la patronal, Antonio Garamendi, porque la vicepresidenta Díaz señaló a los empresarios corruptores. Dice Garamendi que es ofensivo para las empresas, porque “el que corrompe es el que tiene el poder”, y “te dice: te doy un contrato si me pagas”, y por eso las empresas acaban pagando. Le faltó decir que la culpa es toda de los corruptos porque van provocando.
eldiario
hace alrededor de 8 horas
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