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Ni dátiles ni balas de Israel

Ni dátiles ni balas de Israel
Parece que cuesta mucho dejar de comerciar con un país que comete genocidio, gobernado por un criminal de guerra con orden de detención internacional, que se ríe de la justicia y de los derechos humanos, que debería convertirse en un paria internacional, pero al que occidente sigue tratando con suavidad, cuando no complicidadMoncloa desautoriza a Marlaska y rescinde el contrato de compra de balas a Israel Algunos llevamos año y medio sin comer dátiles, pese a que nos encantan, porque los de la frutería vienen todos de Israel. Año y medio mirando con lupa la etiqueta de ciertos productos en el súper para ver su procedencia, y siguiendo las actualizaciones de la campaña internacional de boicot a Israel (que no ha empezado ahora, viene de muchos años, como la ocupación israelí). Pero se ve que el Gobierno no le mira la etiqueta a las balas que compra para la policía. O sí, se la mira, lee “made in Israel”, pero le da pereza irse a otra frutería o acabar gastándose más, porque los boicots solidarios salen caros. Comparo dátiles y balas porque los dos contribuyen al sufrimiento del pueblo palestino. Los dátiles (y otros frutos que exporta Israel) vienen con frecuencia de campos arrebatados a los palestinos, colonias en la propia Cisjordania, o son regados con agua expoliada a los palestinos. Y las balas vienen de los mismos fabricantes cuyas armas han asesinado a decenas de miles de mujeres y hombres, entre ellos más de 15.000 menores, y muchos otros amputados brutalmente como el pequeño Mahmoud. Fabricantes de armas que han convertido Gaza en campo de pruebas y escaparate de sus productos. Habrá quien diga: hombre, Isaac, te has pasado de demagogo, sacar a un niño sin brazos para criticar que Interior compre munición. No, no es demagogia: hablamos de un país que comete genocidio, gobernado por un criminal de guerra con orden de detención internacional, que se ríe de la justicia y de los derechos humanos, que debería convertirse en un paria internacional, pero al que occidente sigue tratando con suavidad, cuando no complicidad. Lo repito otra vez: es que ni de Eurovisión lo han echado. Demagogia, dice. De verdad que me cuesta entender que el Gobierno se pegue así un tiro en el pie. Ya sé que es una metáfora muy obvia, pero todas las metáforas que me salen son armamentísticas: tiro en el pie, tiro por la culata, escopeta de feria, fuego amigo. Cuesta entender la torpeza, tanta que hasta habrá malpensados que vean una maniobra de distracción, el arbolito que nos tape un rato el bosque frondoso de ese aumento de gasto en defensa (sin votación parlamentaria) que tanto ha tensado el Gobierno de coalición. Pero qué va, yo creo que aquí opera una vez más la navaja de Hanlon: la torpeza, o directamente la estupidez, como explicación. Es que cuesta creer que nadie en el Gobierno, Marlaska incluido, se diese cuenta del incendio rápido que prendería una noticia así, que iba a encontrar el rechazo y hasta amenazas de ruptura por parte de sus socios, y sin que nadie aceptase la explicación técnica ni la económica (perder seis millones de euros es una ridiculez en la contabilidad nacional a cambio de no colaborar con un criminal, diga lo que diga Feijóo). Que nadie se diese cuenta de que Sumar, y especialmente Izquierda Unida, ya están bastante escocidos con los asuntos de defensa mientras Podemos se queda con la bandera de la paz. Que no entendiesen que una mayoría de españoles, una de las sociedades más solidarias con la causa palestina, no queremos sus dátiles, y mucho menos sus balas. Bien rectificado está. Que tomen nota y lean bien la etiqueta en los contratos que siguen pendientes.

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