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Sánchez sale al ataque pero faltan respuestas

Sánchez sale al ataque pero faltan respuestas
El presidente agita el miedo a un gobierno de PP y Vox, una fórmula que asusta y con razón a la mayoría de votantes de izquierdas e incluso de otros partidos como el PNV, aunque sigue sin explicar cómo es posible que personajes como sus dos secretarios de organización actuasen con esa impunidad y durante tanto tiempoSánchez: “Entregar las riendas del país a PP y Vox sería una tremenda irresponsabilidad” Pedro Sánchez intenta volver a levantarse de la lona. Con un maquillaje menos extremado y un traje acertado, compareció ante los periodistas tras la ejecutiva del PSOE para recuperar la iniciativa aunque esta vez eso ya no depende solo de su voluntad o la suerte. Se adentra en terreno ignoto a la espera de las novedades que las investigaciones judiciales sobre el caso Cerdán (porque ya no es el caso Koldo) vayan deparándole. El líder del PSOE quiere sacar de cualquier ecuación la alternativa de una cuestión de confianza y aún más la de un adelanto electoral. “Las elecciones son cada cuatro años. Así ha sido y así seguirá siendo. No vamos a romper la estabilidad de un gran país como es España, que vive uno de los mejores momentos de las últimas décadas, para dejarlo en manos de la peor oposición que ha tenido este país”. De la literalidad de sus palabras podría deducirse que el presidente da por hecho que ya no hay alternativa a un gobierno de PP y Vox y que, por lo tanto, no le queda otra que aguantar lo máximo que pueda hasta que veamos al tándem Feijóo-Abascal dirigiendo el país. Sánchez trata de hacer lo que mejor sabe y es evidenciar que el PP, incluso en estas circunstancias, solo puede contar con Vox. De ahí que salga al ataque retratando la soledad parlamentaria de Feijóo, algo que al líder popular debería preocuparle a no ser que la “moderación” que proponía hace un año fuese tan falsa como la “política para adultos” que también prometía. El presidente le desafía a presentar una moción de censura que, a fecha de hoy, estaría condenada al fracaso. Es de las pocas cosas que, a estas alturas, puede tranquilizar a Sánchez. Agitar el miedo a PP y Vox es una estrategia que le funcionó en las pasadas elecciones. No fue solo mérito suyo. Los errores del candidato del PP también le ayudaron. La alianza de la derecha y la extrema derecha, indistinguibles en muchas de las comunidades en las que gobiernan juntas, asusta, y con razón, no solo a muchos votantes de la izquierda (descontados aquellos que consideran que cuanto peor, mejor) sino también a otros de formaciones como el PNV. Esta vez es más complicado porque el escenario en Europa ha empeorado y la socialdemocracia ya solo resiste en España, en Reino Unido y Dinamarca. Su opción es resistir y acotar tanto como pueda el desgaste parlamentario. Dice que comparecerá en el Congreso a petición propia aunque de no haberlo hecho a iniciativa suya, lo hubiese tenido que hacer forzado porque es lo mínimo que varios de sus socios esperaban que hiciese. Además el grupo socialista propondrá una comisión de investigación. Sirven para lo que sirven, pero está bien que lo haga. Sánchez tiene razón cuando afirma que el PSOE no se ha dedicado a perseguir denunciantes, crear policías patrióticas o destruir ordenadores a martillazos. Cierto, el PP no está para dar lecciones, ni antes ni ahora, pero eso no significa que las explicaciones ofrecidas hasta ahora por el presidente del Gobierno sean suficientes. No lo son. Tras dos comparecencias en la sede del PSOE, siete años después de la última rueda de prensa que había ofrecido allí, hay muchas preguntas que aún no ha contestado. Todas se resumen en una: ¿Qué ha fallado? El compañero José Enrique Monrosi se la formuló de nuevo este lunes y el presidente se limitó a acotar la responsabilidad a la actuación de sus dos secretarios de organización. “Las presuntas corrupciones vienen por parte de dos personas: Ábalos y Santos Cerdán. Koldo García no era de mi núcleo de confianza. Lo que ha fallado en el partido son dos personas”. Pero no solo han fallado ellos, por utilizar ese mismo verbo. Que un personaje como Koldo se moviese por la sede de Ferraz y por despachos de ministerios y consejerías como lo hacía y que a nadie le llamase la atención significa que igual este PSOE no es tan distinto del de otras épocas. Ábalos fue apartado por su comportamiento personal, nada que ver con la presunta corrupción que se le imputa, según se asegura en la dirección del partido y de momento no hay nada que les desmienta. Pero se le resarció de nuevo incluyéndolo en las listas electorales pese a que ese comportamiento seguía siendo el mismo. Fuera del partido fue visto como un movimiento incomprensible y si alguien se quejó dentro, no fue escuchado. Al tándem Ábalos-Koldo, y ahora sabemos que también a Cerdán, se les entregó el control del Ministerio inversor por excelencia. A este departamento y a sus consejerías homólogas en las comunidades se los conoce como ‘la repartidora’. Si al frente de cualquier cartera hay que colocar a alguien que no ofrezca la más mínima duda, al frente de una como esta tiene que ser alguien intachable. Pero Sánchez colocó a Ábalos. El que se paseaba con Koldo sin que a nadie le pareciese raro. Así que no solo han fallado ellos.
eldiario
hace alrededor de 9 horas
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