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Una comisión de investigación inquisitorial

Una comisión de investigación inquisitorial
La presunción de culpabilidad y no la presunción de inocencia era el punto de partida de la presunta comisión de investigación en el Senado. No hay nada realmente que investigarSánchez da por superado el trance del Senado tras cinco horas de interrogatorio: “Estoy satisfecho” Fue el senador y catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Barcelona, Joan Queralt, el que acertó plenamente al calificar la comisión de investigación del Senado ante la que comparecía el presidente del Gobierno, como una auténtica comisión de investigación, pero como una comisión de investigación del Antiguo Régimen, como una comisión inquisitorial. En las intervenciones anteriores a la suya se había producido un cierto rifirrafe entre el presidente de la comisión, Eloy Suárez Lamata del PP, María Caballero de UPN y Ángel Gordillo de VOX, por un lado, y el presidente del Gobierno por otro, al calificar este último la comisión como una comisión de difamación o como un circo, calificación que fue duramente rechazada por ambos y, especialmente, por el presidente de la comisión, que ordenó que la calificación de difamación no figurara en las actas parlamentarias. Había pasado como una hora desde ese rifirrafe cuando tomó la palabra Joan Queralt, quien, además de recordarle inicialmente al presidente que todas las lenguas mencionadas en la Constitución son lenguas “oficiales” y que no hay, por tanto, ninguna lengua “cooficial”, entró en el tema de la calificación que debía darse a la comisión ante la que comparecía el presidente del Gobierno. Y afirmó de manera rotunda que se trataba de una comisión de investigación, pero no de una comisión propia de un Estado Constitucional, sino de una comisión “pre-constitucional”, no pre-democrática, sino pre-constitucional, de una comisión inquisitorial, en la que no se intentaba mediante el debate entre todos los intervinientes alcanzar la verdad, sino que se partía de la existencia de una verdad ya preestablecida respecto de la cual se buscaba “la confesión” de la persona a la que se llamaba a comparecer.  La presunción de culpabilidad y no la presunción de inocencia era el punto de partida de la presunta comisión de investigación en el Senado. No hay nada realmente que investigar. Se trata simplemente de que el llamado a declarar “confiese”. Y eso es lo que se pudo comprobar en las cinco horas largas que duró la sesión de la comisión. La senadora María Caballero de UPN, el senador Ángel Gordillo de Vox y el senado Alejo Joaquín Miranda del PP no pretendieron entablar un debate con el presidente del Gobierno, sino que pretendieron que el presidente del Gobierno se limitara a contestar con un sí o un no a las preguntas capciosas que le formulaban.  Como dice el Diccionario de la RAE, preguntas capciosas son aquellas “que se hacen para arrancar al contrincante o interlocutor una respuesta que pueda comprometerlo o que favorezca propósitos de quien la formula”. Quien haya seguido la sesión de la comisión o quien tenga curiosidad por comprobarlo, verá que las intervenciones de los senadores de UPN, VOX y PP responden perfectamente a la definición del diccionario de la RAE. Los senadores le negaban al presidente del Gobierno el uso de la palabra, excepto para decir sí o no, comprometiéndolo con cualquiera de la respuesta que diera. No se trataba con las preguntas de destruir la presunción de inocencia del compareciente, sino de confirmar la presunción de culpabilidad.  Sabemos que usted es culpable, que es un mentiroso patológico, pero, como no sabemos como demostrarlo, diseñamos un formato para la comparecencia en la comisión en la que usted no puede argumentar contra nuestras preguntas, sino que tiene que limitarse a asentir o no. Obviamente, el presidente era conocedor de cuáles son los derechos que le asisten y no cayó en la trampa. Contestó a todo de la forma en que entendía que debía contestar y en ningún momento consiguieron obtener una respuesta comprometedora los senadores interpelantes, a pesar de que contaron con la colaboración de un presidente de la comisión sumamente obsequioso con ellos. Los senadores de las derechas españolas dejaron constancia con sus intervenciones de que pertenecen a un mundo preconstitucional y predemocrático, que carecen de la formación mínima para saber cuál tiene que ser el comportamiento exigible en un Parlamento contemporáneo. No pueden ocultar los restos del franquismo de los que todavía son portadores. 
eldiario
hace alrededor de 9 horas
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