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Violencia que enciende violencia

Violencia que enciende violencia
El asesinato de Charlie Kirk ha prendido una mecha bañada en gasolina. La onda expansiva se extiende, como calculada, hasta España también. Partidos como el PP se muestran compungidos por la violencia política cuando ellos la expanden a diario Fueron tantas las víctimas de su odio, tantas las dianas que señaló, que podría haber sido cualquiera el asesino de Charlie Kirk. Un líder de una ultraderecha radical, absolutamente integrista, del que no teníamos grandes noticias. En Estados Unidos pasaba por ser todo un símbolo. Del trumpismo en particular. Irrepetibles sus insultos (y persecuciones) a los negros, a los asiáticos, a los viejos, al feminismo, a los homosexuales, a las personas trans, a los inmigrantes… un portento. Antivacunas también, incluso antimascarillas. Su apoyo a la tenencia y uso de armas de fuego como derecho de los estadounidenses “aunque causara algunas muertes”, se ha llevado la suya en concreto. Partidario acérrimo de la pena de muerte, propuso llevar a los niños a presenciar ejecuciones. Punto realmente morboso cuando miles de personas han visto su asesinato.    Y sin embargo algo huele raro en todo esto. Un rifle de alta precisión, operado por un experto que luego no parece corresponderse con el detenido como presunto autor. Tras una caótica búsqueda ahora que Trump ha desmantelado –también– el FBI, nos presentan al sospechoso: un chico de 22 años al que entregó su propio padre por consejo de un pastor evangélico amigo. Creen que es el culpable. Creen. Blanco, republicano, no emigrante, ni homosexual, y parece que muy hábil tirador. En las balas, dicen, grabó mensajes de videojuegos. Estamos ante un presidente que muestra signos visibles de una salud deteriorada, hasta podría haber sufrido algún derrame cerebral. El trumpismo no sobrevivirá a Trump y la rivalidad es notoria entre quienes aspiran a sucederle en el delirante gobierno que ha formado. Especialmente, entre el vicepresidente: el inefable J.D.Vance, y el secretario de Estado, Marcos Rubio, cuarto en la línea de “sucesión” y trabajándose América Latina para Trump. Añadamos que la mujer de Kirk es, además de Miss Arizona, una telepredicadora que diseña ropa religiosa. Ni ella ni su marido veían con buenos ojos las andanzas de Trump con Epstein, y él pedía claridad con los archivos. Son datos a tener en cuenta, creo. Sea lo que sea, un detenido que ofrecer ya tienen. Hasta puede ser un clásico Lee Harvey Oswald a quien culpar. Incluso cabe que sea el autor real. Paul Krugman lo ha definido con precisión: “No sabemos en verdad quién mató a Charlie Kirk, pero sí quién está tratando de instrumentalizar su asesinato”. Se ha desatado una auténtica explosión ultra y no solo en Estados Unidos. Lo más probable es que allí lleve a una represión aún más profunda de la que se está produciendo ya. Trump culpa a la izquierda, a George Soros como instigador (hace tiempo que el presidente está obsesionado con él), y hay quien habla de ilegalizar al Partido Demócrata, que lo peor que ha hecho en este tiempo ha sido tragar con todo lo que ya viene sucediendo. La onda expansiva se extiende, como si estuviera calculada. Hasta España también. Partidos como el PP, generadores de crispación sin la menor duda, se muestran compungidos por la violencia política. Que, por cierto, “no ha vuelto a Estados Unidos” como dice hasta The New York Times en el solemne escrito de su Consejo Editorial: nunca se ha ido. La verdad es que, si el primer mandato de Trump fue el de la generalización de la mentira como arma política, ahora es el de la violencia. En la furia contra “la izquierda” se han implantado los bulos de quién mata más a quién. Los datos estadísticos lo dejan bien claro: el extremismo de derechas se lleva el podio. En el país de las armas, aunque también hay ejemplos en Europa. En la misma noche del asesinato del activista ultra, Feijóo se manifestó alarmado: “¿Qué clase de sociedad es aquella en la que la palabra se combate con pistolas?  En democracia, la violencia no puede tener cabida ni justificación”. Añadía sus “deseos de recuperación” a Kirk. Aunque ya se decía oficiosamente, no había confirmación oficial de su muerte. Y el presidente del PP no se ahorró la posibilidad del equívoco. Las NNGG del PP andan en la misma línea. Hasta han convocado una manifestación en honor de Kirk. También ha habido una pregunta parecida de Miguel Tellado: “¿Qué pasaría si fuese de izquierdas y lo hubiera matado alguien de ultraderecha?”. Bernardo Vergara le respondió con brillantez. Las fosas a las que quiere mandar al gobierno saben mucho de lo que pasó. ¿A qué viene esta hipócrita alarma? ¿A qué piensan que se dedican los continuos insultos y degradaciones que despliega él propio Feijóo, Ayuso, Tellado, Bendodo, Cayetana, Gamarra, etc, contra sus rivales políticos? Llamar todo lo que han llamado al presidente Sánchez, ¿qué creen que provoca? ¿En serio pretenden engañar en las consecuencias que buscan cuando denigran al presidente Sánchez, por ejemplo? Pues han podido verlo en las manifestaciones que cuelgan un muñeco con su imagen de una soga. También lo mencionó impunemente el líder ultra oficial: el de Vox. Yo se los digo: lo que hacen es señalar dianas. Sus medios también. Estas políticas sucias en las que participan los medios que subvencionan se dirigen a más rivales. A estas alturas todavía persiguen a Irene Montero, Pablo iglesias y sus hijos las huestes de Ok Diario. Esos niños estuvieron en sus páginas en ecografía, la primera que practicaron a su madre y llevaba en la mano emocionada al salir del médico. ¿Qué es violencia? Pregunta con fingido candor toda esta gentuza. Pues está claro: violencia eres tú. ¿Y por qué? No conocen otra forma de llegar más cómodamente al poder en el gobierno central desde donde pueden seguir haciendo “lo que solían hacer”. Solo Ayuso ha dedicado a Sánchez una lista de insultos tan larga que ni siquiera se han registrado todos: hijo de puta, caradura, socio de ETA, meme de república bananera, caudillo bolivariano, autoritario, dictador, corrupto, violento, estafador, tirano, caradura, mafioso, inhumano, matón, estalinista, llorona. narcisista, egoísta, creído, chulo, canalla, el galgo de Paiporta (tras ser agredido). Han insistido todos ellos, hasta el chico de los recados de la mujer de Rajoy cuando era presidente y ascendido ahora a diputado crispador, en presentar a Pedro Sánchez como un capo de la prostitución. Y de la corrupción casi a diario, todos, cuando tiene el PP una treintena de juicios pendientes de tramas probadas. La insistencia debe buscar fijar en cabezas frágiles de sus seguidores las calumnias que despliegan. La violencia política se despliega todos los días a todas las horas en declaraciones, artículos. El fecal general del Estado, escribe Rubén Amón en El Confidencial. Lo peor de Pedro Sánchez extiende en el odio permanente Antonio Caño, el director que hundió el prestigio de El País y escribe ahora en la bulosfera. La violencia, porque es violencia, se sube a las portadas a diario. Y vuelve a tener como reina a la presidenta de Madrid que ha conseguido el gran hito de convertir en el hit del verano llamar hijo de puta al presidente coreado en conciertos, bodas y karaokes, como presume su equipo. ¿En qué otro país se le consentiría a la oposición? ¿Y en cuál se preguntaría, y con suerte, “qué culpa tiene el presidente de la crispación”? Violencia es que Ayuso, precisamente Ayuso, declare en el Estado de la Región que “nunca el fiscal general había estado procesado y mucho menos por incumplir las leyes que juró prometer, al servicio del Gobierno intentando dinamitar la democracia”. Procesado sin pruebas. Lo que nunca había pasado es que “un particular”, acusado de graves delitos, fuera escuchado por el más alto Tribunal español solo por vivir con ella. El asesinato de Charlie Kirk ha prendido una mecha envuelta en gasolina claramente. Habla The New York Times de miedo entre los ciudadanos: “algo va muy mal”, dicen. Tienen por qué: han llevado a Trump a la presidencia, un delincuente convicto, sin el menor respeto por la democracia y lleno de demonios en su cabeza. Aquí un activista ultra, de los que pasan por ser periodistas nada menos, escribe: “Nos odian. Odian nuestra Fe, odian nuestro amor a la familia, odian nuestro cariño a la patria y odian nuestro respeto a la tradición. Odian que, a diferencia suya no dependamos del Estado para ser felices. Y a quien no pueden tumbar con la palabra, lo tumban con disparos”. La gasolina ya la ha extendido por si hubiera poca. La destreza de toda esta gente para usar la transposición goebbeliana es pasmosa. Hacen todo aquello que atribuyen a otros. Demasiado oportuno el asesinato de Kirk para ser casual, ya iremos viendo. Lo peor es la facilidad con la que venden el producto que les interesa: No era un pensador conservador, sino un ultra reaccionario y cruel como pocos. La violencia que asesina en la discrepancia es siempre condenable, pero a él no le parecía mal que hubiera muertos antes que restar el sagrado derecho norteamericano de portar armas.   Estados Unidos tiene un problema grave. Trump es origen y consecuencia, pero es aún más profundo y extenso. El gobernador de Utah, Spencer Cox, ha dicho al dar cuenta de la detención del sospechoso: «Durante las últimas 33 horas, he estado rezando para que esta persona (que asesinó a Charlie Kirk) fuera de otro país. Que no fuera uno de nosotros, porque no somos así. Pero era uno de nosotros». No saben que sí son así, y que la conciencia del problema es lo primero para resolverlo. Así que no llevan ninguna idea de hacerlo. Tampoco son los sospechosos culpables antes de un juicio. Un impacto grave en este mundo azotado por la irracionalidad que se empeña en no dar tregua. Pero insisto: el trumpismo no sobrevivirá a Trump, no suele ocurrir. Sí parece estar produciéndose una agitación de fuerzas alrededor de resultado imprevisible. Incluso es posible que quede en nada. El problema de España –yendo en una línea similar– tiene una vez más peor pronóstico, si no se ataja la violencia real que dispara la derecha ultraderecha y si tantos ciudadanos decentes no consiguen enterarse de que es  lo que está pasando y del peligro que corremos. Y, si quien puede cortar esta deriva, no lo hace con firmeza.
eldiario
hace alrededor de 6 horas
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