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Apagón y oportunismo: cómo la crisis eléctrica no justifica reabrir el debate nuclear

Apagón y oportunismo: cómo la crisis eléctrica no justifica reabrir el debate nuclear
El análisis del apagón abre un nuevo escenario para el examen técnico: millones de datos y una serie de aprendizajes que tienen un valor crítico, precisamente para valorar el riego de un sistema del tamaño ibérico y un mix con fuentes primarias modernas 1. Apagón ibérico 28.4.2025. El “gravísimo incidente” del apagón del pasado lunes obliga a repensar otra vez la seguridad y la garantía del suministro, asignaturas que parecía que ya estaban aprobadas y con nota hace tiempo. La dura realidad ha demostrado que no solo no éramos alumnos aventajados, “el mejor sistema eléctrico de Europa”, o los primeros de la fila que mucha gente cree que todavía somos. Las pérdidas humanas, el caos producido, la incertidumbre creada en torno al sistema eléctrico, las milmillonarias perdidas y el descrédito del propio país exigen que los hechos sean rigurosamente investigados de forma independiente y depuradas las responsabilidades, con cambios de equipos para que no vuelva a ocurrir un gravísimo incidente como este a pesar de que la ciudadanía española dio una auténtica lección de civismo, paciencia y resignación. Mientras, se repite que los ciudadanos deben estar tranquilos, como ya se dijo exactamente 20 días antes del gran apagón por parte de Red Eléctrica, sin ni siquiera explicar qué nuevas medidas se han tomado o se van a tomar y repitiendo el mantra de que somos los mejores. El que sea una empresa privada –privatizada en el gobierno de Aznar en 1999, con un accionariado donde está Blackrock, que también participa en las grandes energéticas del IBEX, por ejemplo– complica los, sin duda, intereses cruzados que se producen todos los días en la casación horaria y desde luego no es el mejor marchamo de independencia para pensar en el bien común. REE manda en 200 nudos, pero las grandes empresas del IBEX controlan el resto y juegan a la baja. Por otra parte, que las eléctricas sean las que ofrezcan en cada momento sus ofertas horarias, pensando –lícitamente por supuesto– en sus ganancias tampoco hace pensar que el bien común sea la principal prioridad del mercado y el sistema eléctricos. El día 28, por ejemplo, había máximos anuales de fotovoltaica, relativamente poca hidráulica, poco ciclo combinado en el sistema y poca nuclear.  El análisis del apagón abre un nuevo escenario para el examen técnico: millones de datos y una serie de aprendizajes que tienen un valor crítico, precisamente para valorar el riego de un sistema del tamaño ibérico y un mix con fuentes primarias modernas. Pero, además del mix de generación, la topología de la red debe estar diseñada para ello. Las energías distribuidas y dispersas, diseñadas, principalmente, como redes radiales en modo down-stream, seguramente demandan una diferente topología de la actual. Ahora la producción es dispersa, por lo que las redes deberían tender a un diseño más mallado, bidireccionales y en el que los nudos de transporte deberían estar más distribuidos.  Puede ser un buen momento para racionalizar la localización de determinadas plantas y eliminar de la ecuación las plantas con elevado impacto ambiental que en ocasiones van a estar lejos de los centros de consumo. Es claro que estamos en una nueva fase de complejidad, pero también es cierto que la digitalización y la IA han venido para aportar nuevos niveles de seguridad para ayudar a la nueva fragilidad que se ha de asumir. La existencia de una empresa pública con una serie de activos como los hidráulicos podría ser muy interesante para que este sector esencial no estuviera solo en manos privadas. En suma, la diversificación del mix demanda nuevos modelos de gestión, estrategias de diseño de las redes diferentes y seguramente un modelo avanzado ayudado por una IA más potente para lo cual el análisis de lo ocurrido en la península ibérica será esencial.  2. Tensión bipolar. Como si fuera una serpiente de primavera, nos ha estado envolviendo el bulo de que necesitamos la energía nuclear en nuestras vidas. El rumor incluye, entre otros, que la Comunidad de Madrid se puede quedar sin energía cualquier día por el cierre de la cercana central de Almaraz (lo cual nos debería alarmar más) o divulgar que la nuclear es barata hoy y desde su puesta en marcha en 1981. En realidad, con apagón y sin apagón, alargar la nuclear es un obstáculo serio para la descarbonización ya que ralentiza las inversiones hacia sistemas de almacenamiento, hacia la gestión de la demanda y hacia inversiones en renovables. Además, alargar la vida de las instalaciones nucleares significa aumentar proporcionalmente el volumen de residuos, aumento de riesgos, a pesar de las estrictas medidas de seguridad (sustitución de equipos y otras) que deberían asumirse y que harían inasumibles la rentabilidad de las inversiones. En suma “pan para hoy, hambre para mañana”, como reza la sabiduría popular. La afirmación de que tal decisión política representa un obstáculo para la descarbonización lo avala la historia, pues la llegada de la nuclear a las tecnologías de generación eléctrica significó la ralentización en el esfuerzo en la I+D+I en renovables. Así, y a modo de hilo conductor, a finales de siglo XIX hubo interesantes avances en energía solar, que se interrumpieron a principios de XX por el avasallamiento del petróleo, originando el cambio climático y contaminando nuestra atmósfera de forma masiva. En un nuevo ciclo tecnológico fue la nuclear la que acaparó recursos económicos y científicos, hasta que se tomaron decisiones comprometidas y valientes y especialmente democráticas en la década de los 80 del pasado siglo que ya señalaban a las renovables como energías del futuro inmediato. Y hoy, en un mercado eléctrico avanzado, basado en la casación de oferta-demanda de los costes marginales, las renovables y la nuclear acuden en igualdad de condiciones a la subasta diaria del pool con esos costes base a cero. Pero las dos no son ni iguales ni equivalentes, pues la carga inducida por el ecosistema nuclear, extenso e intrincado, afecta al precio final que paga el consumidor. Quizás lo más destacable de esta diferenciación, y muy preocupante, es que las renovables pueden desconectarse instantáneamente, sin previo aviso, ni repercusión económica, mientras que las nucleares, por su potencia, reacción nuclear y ciclo termodinámico, no pueden desconectarse: son rígidas, no programables, en suma. Y; sin embargo, hay medios que lo presentan como seguridad del sistema. No, la complejidad tecnológica y la concentración de potencia generadora la hacen más crítica, más vulnerable y menos fiable para la estabilidad de la red.    3. La moratoria 1984. En 1979 hubo que diseñar un plan urgente de centrales de carbón, hoy clausuradas, para superar los retrasos y sobrecostes que las centrales nucleares acarreaban, lo que dio origen a la moratoria nuclear de 1984 (significó la paralización de cinco grupos nucleares) y a un cambio estratégico, acelerando el desarrollo de las renovables. De esta manera, hoy las renovables vienen a resolver y a cubrir el cierre acordado, ordenado y planificado en el PNIEC, puente de transición a un nuevo territorio descarbonizado y desnuclearizado. El pensamiento reaccionario denunciado en este artículo trata de socavar el extraordinario proyecto actual y de futuro que representa la entrada masiva de las renovables desplazando prácticamente a las nucleares y a los combustibles fósiles. Por otro lado, debe recordarse que la moratoria vino a consecuencia de un crecimiento planificado para una demanda eléctrica con tasas por encima del 7%, cuando en 1975 la tasa cayó por debajo del 4%. En la actualidad, con tasas negativas aun con un IPC del 2-3%, es el momento de hacer el cambio de una forma ordenada y segura a una generación extraordinariamente distribuida de las renovables o dispersas frente a las centrales concentradas que incluyan una democratización de la producción, una minimización de impactos ambientales y la instalación masiva de placas en tejados (hoy abandonados) y en zonas antropizadas (no en zonas agrarias, ni forestales). Nadie pide en España nuevas nucleares, nadie. Ninguna comunidad autónoma ni ninguna empresa se han postulado. Otros países, al no tener suficientes recursos como los renovables, sí están instalando nuevas nucleares; los últimos proyectos a escala mundial están siendo devastadoramente caros y lentos. Miren el caso de la futura central nuclear del Reino Unido, por ejemplo, la central de Hinckley Point C, que se iba a abrir hace ya años, acumula retrasos y sobreprecios y se estima que se pondrá en funcionamiento, sin o hay más retrasos, en 2031. Sobre la factura que va a dejar, mejor no hablar, ya que sumará 13.000 millones de euros más de lo previsto La serpiente de invierno que sigue en primavera y se acentúa con el apagón, procede de las divisiones de publicidad de las grandes eléctricas que tienen estos intereses, a saber, Iberdrola, Naturgy y Endesa. Y el único objetivo es que alguien financie esta extraordinariamente cara fuente de energía. No nos olvidemos de la gestión de residuos nucleares, donde tampoco se ha visto ninguna comunidad autónoma partidaria de instalar un vertedero definitivo para los residuos, ni siquiera la que más declaraciones hace en este sentido, la Comunidad de Madrid.  4. Alargar el periodo de vida a la nuclear, obstáculo para la descarbonización a 2050. Analicemos desde el punto de vista de la sostenibilidad el tema del alargamiento del periodo de vida de las nucleares en el caso concreto de España. En primer lugar, no se trata de cerrarlas ahora, sino en un plazo de diez años, de una forma escalonada. Las siete centrales nucleares españolas se cerrarán comenzando por la de Almaraz (entre noviembre de 2027 y octubre de 2028) y terminando por la de Trillo, en mayo de 2035. Lo cual cambia bastante el escenario.  La energía nuclear es muy muy cara y además no es autóctona. Los países de los que se importa el combustible nuclear son Rusia (¿no habíamos quedado enemigos?’), Canadá, Níger, Namibia, Kazagistán, Uzbekistán, que en varios casos no parecen muy estables. Pero el gran problema crítico de esta energía es la seguridad y por supuesto la gestión de los residuos nucleares.  Las centrales nucleares deben cumplir con estrictos estándares de seguridad, y cualquier extensión de su vida útil debe ir acompañada de inspecciones rigurosas y actualizaciones tecnológicas. Hasta ahora es una factura que se ha trasladado a las futuras generaciones y que puede alcanzar miles de años.  Recordemos que todavía no hay un destino definitivo para los residuos nucleares en España y se han estado enviando a Francia y recuperándolos. Además, el entorno nuclear va mucho más allá de las nucleares: necesita crear un macroentorno de seguridad, abastecimiento, reciclado, “preparación de combustibles para la recarga, (Juzgado de Salamanca)”, “seguridad nuclear” (CSN) y ocupación de piscinas en las centrales y resto de residuos (Entesa), investigación nuclear (Ciemat), participación en OIEA; Euroatom... Es decir, se necesita todo un entorno, un entramado complejo de acompañamiento, que repercute directa e indirectamente en el precio.  El análisis de la demanda es un escenario complejo con grandes variabilidades a la que debe sumarse la intrínseca de fuentes variables. Todo ello arroja unos índices de diversificación muy bajos (coeficiente de Wiener–Shannon aplicado al mix eléctrico, utilizado también para la métrica en ecología). Por otro lado, la nuclear impone restricciones y condiciones de operación, pues no puede regular por si sola la curva oferta-demanda; es decir, es una fuente rígida frente a la versatilidad operativa de la eólica y la fotovoltaica, a la que le obligan a deslastrar. Además, el tamaño es otra de las limitaciones de operatividad. En todo caso, hay que analizar la potencia nuclear que puede asumir un mix de acuerdo a la experiencia tecnológica. Respecto a temas sociales, hay que elegir entre seguir engordando el tema nuclear con sus trabajos peligrosos y con fecha de caducidad –nadie quiere instalar una nueva nuclear en su comunidad autónoma, ni tampoco el controvertido sitio de vertedero final de los residuos nucleares– o ir enfocándose con más tiempo hacia las renovables, tejados solares, almacenamiento, aumento eficiencia energética, etc. Es cierto que habrá un impacto inmediato en el entorno de las centrales, pero también va a haber mucho trabajo en el desmantelamiento de las centrales nucleares.  Respecto a los temas ambientales, es evidente que un alargamiento de las centrales nucleares implica directamente mayor riesgo en la fase de funcionamiento, mayor producción de residuos aunque significaría una menor emisión de gases de efecto invernadero frenet a los ciclos combinados por ejemplo.  Pero veamos si en realidad hacen falta o no, y de si hay alternativas técnicas. España tiene prácticamente la misma demanda de electricidad desde hace décadas. En concreto, estamos con valores similares a los de 2003 y, mientras, se han instalado 64 GW de renovables, aproximadamente la mitad fotovoltaica y la mitad eólica, además de los ya instalados de 17 GW de potencia hidráulica. El caso de los nuevos parques solares alrededor de Almaraz es ejemplificador, pues la central dispone de un importante nudo de evacuación y a él se están conectando las importantes centrales fotovoltaicas que ocupan y saturarán el hueco que dejen el cierre de la central; la mayoría de estas centrales FV propiedad de los titulares. Por un lado, la saturación del nudo y, por otro, el espacio físico, de modo que a la fecha de cierre, en 2027, el territorio y el nudo estarán prácticamente saturados, por lo que no podrán coexistir ambas producciones por la limitación operativa del bucle nuclear. En suma, la nuclear es un cautivo frente a la regulación y necesita un acompañamiento que no solamente se paga desde las nucleares, sino que se paga con dinero público por parte de todos. Y hay soluciones a implementar en los próximos 10 años, cuando se cierre la nuclear, que no tienen que ver solo con el aumento de la oferta sino con la olvidada gestión de la demanda . Está el mercado de capacidad que gestionará el almacenamiento eléctrico para adaptarlo a la nueva producción de electricidad, sumando sistemas desde las centrales de bombeo a las baterías como ya está haciendo California, Australia y otros territorios para coordinarse con la variabilidad de la fotovoltaica y la eólica mientras se avanza en la transición energética. La energía nuclear es un tema ya del pasado en España y cuanto antes pasemos la página, mejor. La energía nuclear, en concreto para España, solo va a ser un obstáculo para la descarbonización y va a hacer que el sistema entero siga con una elevada dependencia energética externa y de tecnologías peligrosas y de materiales importados, inseguros, caros y con elevado riesgo. España y el mundo están inmersos en un proceso de transición energética hacia energías renovables que ya representan una parte importante del mix energético y tienen costes marginales cercanos a cero, lo que reduce el precio de la electricidad en el mercado mayorista. Y aunque es crucial seguir invirtiendo en innovación tecnológica, especialmente en almacenamiento y gestión de la demanda, para garantizar un sistema energético sostenible, seguro y eficiente a largo plazo y más barato para el consumidor, si se logran evitar los intermediarios. Hay que seguir apostando por solución fácil, barata y accesible, como los tejados solares y la instalación en zonas antropizadas sin efectos negativos sobre la biodiversidad.  Y, finalmente el vector energético renovable ha venido para seguir creciendo y aportar a la sociedad un futuro más sostenible por lo que se debe trabajar en esa dirección sin perder la vista en el objetivo final que es energía accesible para todos, con mínimo impacto ambiental y adaptados al nuevo escenario de la emergencia climática.  
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hace alrededor de 13 horas
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