¿Con quién habla el juez Peinado?

Es preciso preguntarse con quién habla el juez Peinado para llevar a cabo una instrucción tan escandalosa y si las motivaciones trascienden lo jurídico El juez Peinado ha decidido que quiere pasar a la historia haciendo caso a la proclama de José María Aznar para tumbar al Gobierno. Como el juez puede hacer, pues hace y ha decidido que a sus 72 años y con la carrera acabada prefiere correr el riesgo de acabar condenado por prevaricación estirando una causa prospectiva hasta el absurdo con tal de hacerle daño al partido enemigo de su hija. Porque siempre es preciso recordar que su hija es una subordinada de Isabel Díaz Ayuso, algo que al final del artículo entenderán mucho mejor para lo que nos ocupa. Es un riesgo muy pequeño, porque el corporativismo judicial hará todo lo posible para que el juez no sea juzgado por prevaricación haga lo que haga. No tiene mucho que ver con la legalidad de su proceder jurídico, sino porque una condena por prevaricación al juez Peinado implicaría un reconocimiento legal de que hay jueces que operan políticamente contra el gobierno a través de los juzgados y en contra de la ley para derrocar a un gobierno y por lo tanto validando las acusaciones de lawfare que de manera tan furibunda rechaza toda la judicatura. Porque no hay ningún juez que se precie de serlo que sea capaz de defender la manera de actuar del juez Peinado en la causa contra Begoña Gómez, pero prefieren que siga arrastrando el prestigio de la justicia española por el barro antes de reconocer que sí, que hay jueces en España que usan su poder de manera política contra un gobierno solo por ser de izquierdas. Los últimos episodios vergonzantes y bochornosos han sido la imputación del Delegado del Gobierno en Madrid en su intento por considerar algo ilícito que se contrate a alguien como cargo de confianza y la chulería con la que se refiere a un ministro del Gobierno de España en un interrogatorio que produce vergüenza, asco e indignación a partes iguales. Una actitud que es aún más desvergonzada cuando se ve el proceder del PP valenciano contra la jueza de la causa de la DANA a la que se quiere desacreditar por el hecho de que tiene como marido a un magistrado que es progresista. No es que intenten desacreditar sus autos, sus resoluciones o su proceder, porque al estar siendo impecable tienen poco margen, es que intentan destruir su credibilidad de forma machista porque su marido, que también es juez, es de adscripción progresista. Pero si ese es el baremo, expresar dudas de la profesionalidad de una juez por con quién habla aunque este sea su marido es tiempo de preguntarse con quién habla el juez Peinado en sus fines de semana, descansos y fiestas de guardar. El juez Peinado es de la Adrada, un pueblecito a cinco minutos de Sotillo de La Adrada, el pueblecito de Isabel Díaz Ayuso y jefa de su hija en el PP de Madrid. En ese pueblo tiene el juez Peinado un chalé investigado por supuestas ilegalidades urbanísticas y tiene como vecino a un expresidente de la Diputación de Ávila y ex-senador nacional del PP por Ávila. En un chalé próximo al del juez y con nombre del máximo cargo militar en femenino se producen reuniones y cónclaves de manera esporádica entre fuerzas vivas de la política conservadora madrileña y abulense con algunos invitados ilustres. Algunas de esas reuniones se produjeron el pasado mes de junio antes de que el presidente del Gobierno tuviera que declarar. No sé con quién hablaría el juez Peinado en el caso de haber asistido a algunas de esas reuniones, de hecho estaría bien preguntar al juez si ha sido invitado en alguna ocasión, pero convendría que aclarasen en Sol si la cercanía de un pueblo a otro no solo es geográfica sino también profesional y amistosa. Porque no es demasiado grave que una juez hable con su marido, pero sería extremadamente grave que un juez hablase con los adversarios políticos más furibundos del presidente del Gobierno mientras instruye una causa contra su esposa. Es preciso preguntarse con quién habla el juez Peinado para llevar a cabo una instrucción tan escandalosa y si las motivaciones trascienden lo jurídico.

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