cupure logo
quelaslosleóncondelcontraquiénparamás

TVE y las fronteras de la ética

Ni siquiera una opinión pública tan fragmentada como la actual, abierta a las señales más diversas, cuando no confrontadas, ha podido escapar al magnetismo que genera la elección de un nuevo Papa, saludado el pasado jueves con una ola de reconocimiento público –también de escrutinio– que pone de manifiesto la universalidad de la Iglesia y la autoridad moral que representa y ejerce el Obispo de Roma, incluso en un mundo secularizado. No ha sido ajeno Francisco, maestro de la palabra y el gesto, al proceso que ha llevado a la Iglesia del rigor teologal de Benedicto XVI, arcano y muy a menudo distante del lenguaje de nuestro tiempo, cada vez más deteriorado, a la simplicidad de un mensaje evangélico que el anterior Pontífice supo trasladar y popularizar dentro y fuera de la esfera católica. Tiene por delante León XIV la tarea de sacar rédito a la posición de privilegio en la que Francisco situó a la Iglesia, institución milenaria que en una era definida por la volatilidad de los contenidos y la superficialidad de los mensajes tiene ahora la responsabilidad de reivindicar con su prédica, y a partir de su incontestable potestad, la ética y el humanismo que impregnan el Evangelio. La cobertura informativa dispensada por los medios internacionales al cónclave y los primeros pasos apostólicos del nuevo Papa, así como las reacciones procedentes de los más diversos puntos del orbe –dirigentes políticos de toda condición o simples ciudadanos, creyentes o no–, ponen de manifiesto la relevancia de una mudanza en la Iglesia cuyo seguimiento mediático documenta la vigencia de su mensaje y la esperanza que suscita la elección del sucesor de Pedro. Es en estas circunstancias excepcionales en las que resulta especialmente desafortunada, no solo desde la sensibilidad que proporciona la fe, sino desde el entusiasmo que la presentación del nuevo Papa genera a escala global, la actuación del equipo fichado por TVE para amenizar su franja de tarde, procedente de Telecinco ('Sálvame'), y llamado a vulgarizar aún más el servicio público que a cargo del presupuesto presta la emisora pública. El propio Consejo de Informativos de TVE, cuyos miembros rara vez se manifiestan contra el servilismo político de los telediarios y programas de actualidad, lamentó el pasado viernes la intrusión de los animadores de 'La familia de la tele' en una cobertura sin líneas rojas. «Ni el tono ni la forma de este programa es lo que se espera de una televisión pública en un evento de esta importancia. Nuestros profesionales y nuestros espectadores merecen respeto», se quejaban los profesionales de la cadena, volcada desde la muerte del Papa Francisco en la cobertura de un episodio histórico cuya retransmisión quedó manchada por el cretinismo y la insolvencia moral del equipo habitual de 'Sálvame'. Cabe recordar que fue el mismo presidente de RTVE quien los subió en una carroza y les puso una alfombra roja para, solo tres días atrás, dar carta de naturaleza a una forma de entretenimiento ayuna de elegancia, rayana en la ordinariez y especializada en el escándalo, abundando así en una forma de hacer televisión que supera el umbral de lo que se debe y puede entender por servicio público , confundido con un mal negocio en el que todo vale y en el que cada cual marca terreno en el barro. Son lógicas las quejas de los profesionales de los Informativos de Televisión Española, heridos en su amor propio por quienes consideran intrusos y privilegiados, tanto como resulta coherente la actuación de 'La familia de la tele' en el plató –San Pedro del Vaticano– cuyas llaves le entregó una dirección de TVE que hace meses borró cualquier línea roja, incluso la del sentido común, en su programación.
abc.es
hace alrededor de 10 horas
Compartir enlace
Leer mas >>

Comentarios

Opiniones