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El dedo de la justicia

El dedo de la justicia
Este sinvivir diario entre mentiras, insultos, violencia, no es propio de un Estado de Derecho. Pero nos duelen demasiadas cosas para pensar que todo el cuerpo está podrido, si seguimos palpitando hasta de indignación. Un elemento en común es lo que falla La crispación política ha aumentado de forma acelerada en España. Es un hecho rotundo. Y a poco que se observe se apreciará un elemento común a los desajustes que la han impulsado. La mecánica es simple y de probada eficacia. Un miembro destacado del PP, pongamos como ejemplo principal a Isabel Díaz Ayuso -el más potente surtidor de odio-, suelta un bulo, un insulto, o una estupidez descomunal en alguno de los medios a los que subvenciona con el dinero de nuestros impuestos y el resto se hacen eco. Los demás también, porque ya se ha extendido la onda expansiva y lo ha incluido en la “agenda” informativa. A veces Ayuso acude directamente a insultar al Congreso de los diputados, con el mismo mecanismo de difusión y un éxito aún mayor si cabe. Porque entonces se anima el sector de descerebrados que la adoran y que odian a Pedro Sánchez. No saben a ciencia cierta por qué en ninguno de los dos casos, son emociones viscerales. De corear “Sánchez, hijo de puta”, tras la llamada de la selva que lanzó Ayuso, se pasa a toda la retahíla de insultos ampliando las dianas a cuantos les molestan, siempre con absoluta impunidad. Y de ahí a lo que venga. Visto los resultados de Ayuso, la cúpula del PP se anima. Alberto Núñez Feijóo -que ya venía mentiroso compulsivo de casa y con un saco de rencor considerable-, se rodea de lo más agresivo y sin escrúpulos que puede encontrar en sus filas: Tellado en cabeza, Cuca Gamarra que sigue ejerciendo aun defenestrada, Bendodo, la pobre Ester Muñoz, y hasta recurren a Dolors Monserrat para que compagine su labor de zapa contra el gobierno español en la UE, con la misma práctica en España. Todos usan los medios a su servicio -Ayuso ha estado ya dos veces actuando en Telecinco con Ana Rosa Quintana desde el comienzo de curso-. Pero además han descubierto el valor propagador de las redes y están todo el día y todos los días de la mañana a la noche ahí con las escopetas cargadas. Todos, con las mayores insidias y de nuevo con el apoyo -al que no cabe aplicar el tópico de “impagable”- de medios e informadores trabajando a destajo por la causa. Y, sin que se note mucho, la de Vox, porque los necesitan para gobernar en el hipotético caso de que ganen unas elecciones. En algunos casos son tan parecidos. Los más adictos al espectáculo de mentiras, odio y violencia en cartel, se incorporan como actores invitados. Las agresiones van por todas las direcciones. El periodismo riguroso empieza a ser una profesión de riesgo, vuelve a serlo. Atizan a los periodistas de más éxito en TVE, a Silvia Intxaurrondo -que no pasa ni una a los manipuladores políticos- la acusan de tendenciosa desde la más abyecta pocilga de la bulosfera, y todo con un nivel de insultos repugnante. Y en esa escalada se llega a que Cristina Fallarás, que siempre va con el cuerpo por delante y sin escudo, vuelva a ser severamente amenazada por las tropas ultras. Aquí falla tan estrepitosamente algo, que casi parece complicidad. Han convertido el clima social de este país en irrespirable. El profundo encono por no haber podido llegar a la Moncloa, nos está haciendo pasar unos años terribles. Años. Y va en crescendo: no pueden soportar que por más que sean sus trampas no consigan tumbar al Gobierno. Un añadido: la escoria ha juntado a Aldama, Alvise y múltiples miembros del PP a coro para difundir que hubo fraude electoral en las elecciones en las que obtuvo el número mayor de votos… Feijóo.  Mariano Madrigal, experto en el tema, desmiente con rotundidad que en España haya fraude electoral. El mecanismo que se utiliza lo hace imposible, en todos sus pasos posibles, además. No hace falta ser ni afiliada ni simpatizante del PSOE para incomodarse con las barbaridades que se están cometiendo con ellos, es una cuestión de justicia y de humanidad. Y de previsión de futuro, porque esta gente no se para en nada, ni en deteriorar aún más la democracia de lo que ya han destruido. Si en algún momento alguien lo dudo, ahora han confirmado plenamente quiénes son y sus intenciones. En el caso de Ayuso, una suerte de aristocracia le autoriza al parecer a decir y hacer lo que no se le toleraría a casi nadie como si perteneciera a la corte de las monarquías absolutas. Cómo será que hasta se ha permitido criticar el discurso del rey en la ONU porque su adscripción al Israel genocida de Netanyahu es inquebrantable. ¿Cómo se le puede consentir que convierta el proceso contra su novio en un ataque de Estado contra ella por ser su pareja? ¿Cómo se puede afirmar tal cosa delante de una supuesta periodista que no le recuerda la evasión fiscal, las facturas falsas y, por ellas, la pertenencia a organización criminal que son delitos de los que está acusado.? ¿En serio piensa Ayuso que su estatus le permite actuar de esa forma contra el erario y contra la ley? Al parecer sí lo cree. Y la justicia le da motivos. No la jueza que ha mandado al banquillo a su novio y a la que su asesor Miguel Ángel Rodríguez insultó con toda impunidad sin que haya esbozado la menor protesta el Poder Judicial. Con la misma impunidad que se saldaron sus amenazas a los medios y a periodistas. Esos medios y periodistas a los que no ha creído un juez porque sí, ese argumento de alto valor jurídico. Crece, por cierto. el escándalo del nuevo “jardín” en el que se ha metido Ayuso al acusar al lendakari vasco Imanol Pradales de haberle amenazado como hacía ETA. “Ayuso entzun, Euskadi euskaldun” le dijo, y ella entendió “pim pam pum” y así se lo dijo a una muda Ana Rosa Quintana. Lo peor es que Miguel Ángel Rodriguez le ha dado la razón. Aumenta el peligro en Madrid por tener al frente a esta gente. Pradales ha declarado que no va a caer en su trampa. Y sigue Peinado a lo suyo, mientras el nepotismo ancestral del PP se carcajea, imagino (si empezamos a tirar de hemeroteca no terminamos). Los correos de la asistente de Begoña Gómez han henchido de gozo al PP político y mediático. Según titulan ellos mismos, han sido 18 los que mandó desde su cuenta personal en horario laboral. Se comenta solo.  ¿Cuál es pues la labor admitida para los asistentes de las mujeres de presidentes? ¿Llevarles las bolsas de Loewe? Algo más haría el hoy diputado del PP para justificar su sueldo. En cuanto a las cartas de recomendación al empresario Barrabés, la de Begoña Gómez fue una de las 32 que consiguió, otra de ellas era del Ayuntamiento de Madrid. Qué poderío el de Begoña Gómez para practicar esas alteraciones en el contrato que nos cuentan ¿verdad? Hay un elemento común a los desajustes que padecemos y han envenenado el ambiente y disparado la crispación. Contaba un antiguo dicho de aquel enfermo que acudió al médico para consultarle su extraña dolencia: “Si me toco en la pierna derecha me duele, si lo hago en el brazo izquierdo también, y en el derecho... Y, cuando los presiono, me duele la cabeza, el estómago, el hígado, los riñones, y hasta los glúteos”. El médico, tras un somero reconocimiento, le dio el diagnóstico: “es el dedo el que está roto”. Se diría que es el dedo de la justicia el que está roto. Nos duelen demasiadas cosas para pensar que falla todo el cuerpo y está todo podrido, si seguimos palpitando hasta de indignación. Es otro elemento la que falla.  Por supuesto que la justicia ha de actuar tras denuncias y procesos regulados, pero la sensación que tenemos en la práctica muchos ciudadanos es de justicia tuerta y dedo roto. Y tan soberbia como para denunciar la libertad de expresión cuando, por otro lado, hay manga ancha para falsas acusaciones de enorme entidad. Una serie de confluencias han dejado crecer la violencia ultra hasta límites muy peligrosos. Y jalonar con impunidad muchas conductas tiznadas, como sospechosos negocios que mezclan lo público con el lucro privado de sus gestores. Y lanzar infundios desestabilizadores como el del falso fraude electoral. Este sinvivir diario entre mentiras, insultos, agravios, violencia, no es propio de un Estado de Derecho. Alguien ha de tomar las riendas y exigir y aplicar responsabilidades. Cuando se actúa con la perversión no cabe esperar regeneraciones espontáneas. Mala gente aquí nos perturba mientras el mundo anda en ascuas. Otro acuerdo entre Trump y Netanhayu sobre la Gaza masacrada que difícilmente se cumplirá una vez más -así lo creo-. De momento, hace apenas unas horas Netanyahu ha dicho que no acepta un Estado palestino pese a haberlo acordado y Trump amenaza a Hamas: si no lo acepta en tres o cuatro días, “dejará que Israel haga lo que tiene que hacer”. Marruecos y su posible principio de primavera árabe, con el Rey en un hospital en el extranjero. Irán, que probablemente será atacado de nuevo por Israel, con cuanto implica. La flotilla pro-Gaza y las consecuencias de un ataque israelí,  mientras la ruin derecha española, Almeida en este caso, le llama “la excursión de Colau”.  Polonia provocando caos con acciones de falsa bandera o Estados Unidos con sus comandos nazis por Portland o Chicago. Pendientes del polvorín español, apenas nos da tiempo de mirar todo este complejo momento que parece va a romper las dos manos que sustentan lo que es justo.

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