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Elogio al espíritu de Motril

Elogio al espíritu de Motril
Estas jornadas abiertas, que fueron premiadas en el año 2024 por la Asociación Pro-Derechos Humanos de España, tienen su origen en las vivencias de las personas migrantes que intentan llegar a las costas de Granada y en cómo el derecho impacta sobre sus cuerpos Es posible la paz social, solo, cuando los estados proclaman, reconocen y respetan los derechos humanos y establecen los mecanismos institucionales y procedimentales para hacer valer su aplicación en beneficio de toda persona y bajo toda circunstancia.   Una sociedad que no reconoce estos derechos básicos evoluciona hacia un colapso moral que, primero, devora violentamente los derechos de los “otros” para, después, arremeter con la misma virulencia sobre los derechos de los “suyos”. La ciudadanía se juega su proyecto común democrático en los sistemas de aplicación efectiva de estos derechos humanos, de ahí la importancia que tiene que pueda organizarse para detectar cualquier forma de vulneración de estos derechos. Máxime, cuando la experiencia demuestra la dificultad de percibir aquellas formas sistemáticas que se dirigen contra los sectores de población más vulnerables e invisibles -como es el caso de las personas migrantes o muy empobrecidas- y que, de no impedirse a tiempo, funciona, además, como entrenamiento previo destinado a ganar espacio, fuerza, destreza y expandirse contra otros sujetos de derecho. En esta línea de trabajo, el magistrado Luis Carlos Nieto, desde hace más de veinte años, coordina las “Jornadas sobre Derechos Humanos y Migraciones de Motril” que se celebran anualmente en el mes de abril analizando la realidad de las migraciones forzadas y que se han consolidado como uno de los espacios de observación y reflexión sobre los derechos humanos más importantes de este país. Estas jornadas abiertas, que fueron premiadas en el año 2024 por la Asociación Pro-Derechos Humanos de España, tienen su origen en las vivencias de las personas migrantes que intentan llegar a las costas de Granada y en cómo el derecho impacta sobre sus cuerpos a través de malas prácticas y lógicas de sufrimiento y exclusión vital, familiar y social. A lo largo de estas dos décadas, gracias al trabajo de estas jornadas, se ha ido cimentando lo que el fiscal de sala Félix Pantoja acuñó con el nombre de “Espíritu de Motril”, una forma muy seria de entender el derecho que transciende la jerga y el corporativismo de los juristas para empaparse de vida, de emociones y experiencias bajo rigurosas y democráticas lógicas jurídicas de inclusión social, alivio del sufrimiento y reconocimiento pleno de derechos en todas las personas; sin distingos y sin fronteras. Con vocación universal, el pensamiento de Motril se levanta sobre la ética de los derechos humanos y nos seduce desde el estudio jurídico, el debate riguroso, profundo e inclusivo donde la crítica intelectual siempre precisa de las experiencias de vida compartida y de la participación activa de las personas a las que nuestra sociedad priva de su voz expulsando a los márgenes.  Y así, el “Espíritu de Motril” profundiza en el buen derecho humanista que, indefectiblemente unido a las experiencias vitales, aspira a contribuir con la cultura del buen vivir que, también, allí, hemos aprendido de las cosmovisiones indígenas de América Latina que nos ofrecen una base ética en la que la actuación individual y colectiva se relaciona de forma interdependiente con la naturaleza que habitamos. En el momento actual, bajo lógicas anti-derecho, la Comunidad Internacional evidencia un desprecio generalizado por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario que llega al punto de asistir pasivamente a las prácticas genocidas que sufre el Pueblo Gazatí. Este hecho revela como, desde el final de la II Guerra Mundial, se hace más necesario que nunca proponer buenas prácticas en derecho. Por eso, desde estas letras, urge elogiar el “Espíritu de Motril” porque, frente a la barbarie a la que asistimos, evoca una legítima promesa de paz que alienta la esperanza en ese buen derecho humanista que se va perfeccionando como origen, camino y destino que salva todas las vidas. 
eldiario
hace alrededor de 12 horas
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