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Feijóo impone la ley Marcial a las vacaciones

Feijóo impone la ley Marcial a las vacaciones
No todos hemos tenido ocasión de, en los años noventa, veranear en el yate de un narcotraficante, así que si eso está sobrevalorado imagina el AirBnB de Sabadell, que es lo único que puedes permitirte pagar este añoBienio negro y tú pensando en agosto Hace unos pocos meses pude ver la película 'Parásitos', de Bong Joon-ho, que hizo historia al ganar la Palma de Oro y el Oscar en el mismo año. Trata sobre una familia rica se va de vacaciones improvisadas y deja la casa libre, limpia y silenciosa. Los protagonistas, una familia pobre que vive en un semisótano y acaban trabajando todos ellos para los ricos, se cuelan en la casa como quien cruza al otro lado del espejo. Durante unas horas, unos pocos días, se permiten imaginar cómo sería la vida si no tuvieran que sobrevivir. No hacen nada extraordinario: solo se tumban en el suelo, comen, beben y descansan. Nada más y nada menos. La tragedia empieza cuando vuelven los dueños y el descanso se perturba. Porque resulta que vivimos en un mundo donde el descanso tiene dueño. He recordado la película esta semana al escuchar al líder del PP, el sempiterno líder de la oposición, decir que las vacaciones están sobrevaloradas. Lo dijo con esa media sonrisilla suya que le salta en la cara cuando cree que acaba de ser agudísimo. Lo dijo así porque si ancha es Castilla, Alberto Núñez Feijóo es la península entera. Y el problema es que debe de tener razón, pocos en este país saben de vacaciones como él. No todos hemos tenido ocasión de, en los años noventa, veranear en el yate de un narcotraficante, así que si eso está sobrevalorado imagina el AirBnB de Sabadell, que es lo único que puedes permitirte pagar este año. Porque claro, para quien tiene el descanso como forma de vida, lo extraordinario no es irse de vacaciones. Para quien no empalma turnos, no se levanta a las cinco, no busca con nervio en el calendario esos cuatro días que le quedan, decir que las vacaciones están sobrevaloradas no es cinismo, es política. Y no dudo de que Feijóo trabaje; su problema es que no es capaz de entender lo que significa el trabajo para quienes no pueden permitirse frivolizar con él. Lo preocupante es contemplar el tiempo libre como un excedente y no como un estado natural del ser humano que únicamente se altera a través de la construcción social del trabajo. Lo preocupante no es que lo diga Feijóo, porque qué va a decir el hombre, sino que es una lógica con la que mucha gente se siente identificada. Yo puedo sobrevalorar mis vacaciones en este momento de mi vida porque más me vale tener la cabeza ocupada en el trabajo para no meterla en el horno; puedo sobrevalorar el tiempo que me sobra cuando me hace que mis días pesen, pero esa es una opción personal, otra cosa muy distinta es que una persona que se dedica a legislar sobre el tiempo ajeno lo convierta en un eslogan. La derecha española está, por alguna razón, disolviéndose en los ácidos del calvinismo y de la visión protestante del trabajo. Tienen a los católicos cagándose en Dios. Lo bien que le viene a la CEOE la filosofía de que el trabajo es una prueba constante de salvación no lo vio venir la Conferencia Episcopal. El éxito material, cada vez más, se interpreta como una señal de virtud, y el descanso, ese viejo derecho revolucionario, se degrada al capricho de un vago que no aspira a absolutamente nada. Moralizar la economía es el primer paso para desmoralizar a la humanidad. Como si el trabajo no fuese el mecanismo que vertebra cuerpos muertos, cansados, explotados hasta la última fibra, cadáveres vivientes alquilados para uso exclusivo de sus jefes. A Feijóo qué decirle, salvo que estamos en las mismas. Ni él ni yo tenemos vacaciones este año, pero habrá maneras de consolarse. Yo podría haber ganado el Julio Camba, en vez de ese mamarracho que ganó este año, y tener el doble de trabajo del que tengo ahora. Tú podrías haber sido presidente y tener que estar de aquí para allá con el Falcon todo el verano, con lo cansado que es eso. Pero es el consuelo que nos queda a ambos, yo podré tener la cabeza ocupada y él no dejará la oposición, pero no pasa nada porque ser presidente del Gobierno está sobrevalorado.
eldiario
hace alrededor de 14 horas
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