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Hablar como si nadie te oyese ya

Hablar como si nadie te oyese ya
Solo desde la confianza en que no hay nadie al otro lado, que estamos ya todos con la cabeza en el verano y nos resbala lo que digan, se entienden las respuestas que estos días oímos en las ruedas de prensa. Un puro blablablá de malas explicaciones y disparates No por mucho madrugar amanece más temprano. No por mucho madrugar amanece más temprano. No por mucho madrugar amanece más temprano. No por mucho madrugar amanece más temprano. No por mucho madrugar amanece más temprano. No por mucho madrugar amanece más temprano. No por mucho madrugar amanece más temprano. No por mucho madrugar amanece más temprano. ¿Hay alguien ahí? Ah, perdón, creí que ya no había nadie ahí leyendo. El párrafo anterior era un experimento para comprobar si, a 22 de julio, todavía hay gente leyendo columnas de prensa, o estamos ya todos con la cabeza en el verano y nos resbala. Los lectores más cinéfilos habrán reconocido en el primer párrafo el guiño a El resplandor, la película de Kubrick: es la frase que, en la versión española, Jack Torrance (interpretado por Jack Nicholson) tecleaba repetidamente durante horas para que su mujer creyese que estaba trabajando en su novela. Daba igual lo que escribiese, mientras siguiese sonando el tac-tac-tac de la máquina de escribir. Total, nadie lo iba a leer. Algo así deben de pensar algunos políticos estos días: lo importante es hacer ruido con la boca, que suene el blablablá, pero puedes decir cualquier chorrada que, total, nadie va a atenderte, la gente está ya a otras cosas, el que puede de vacaciones, y el que no, desconectado mentalmente tras un curso muy intenso (otro más), que además en lo político ha sido especialmente intenso (otro más). Solo desde esa confianza en que no hay nadie al otro lado, se entienden las respuestas que estos días oímos en las ruedas de prensa. La portavoz del PP en el Congreso, por ejemplo. Ester Muñoz. Le preguntan por el caso Montoro, el ex ministro de Hacienda de dos gobiernos populares. A Muñoz, convencida de que solo oímos ya blablablá, el caso Montoro le inspira unas emocionantes palabras sobre “la gente que no llega a final de mes”, “la gente que no sabe si va a tener trabajo”, y hasta la gente que “no sabemos si vamos a poder cobrar una pensión”. Manzanas traigo. A la misma Muñoz le preguntan en otro momento por Marcial Dorado, el amigo de Feijóo que empezó de contrabandista y acabó de narco, a cuenta de una entrevista reciente. Como sabe que, diga lo que diga, nos entra por un oído y nos entra por el otro (o ni siquiera nos entra), Muñoz le da al blablablá: nos aclara que, según Dorado, “él pagaba algunas cosas y el resto también pagaba. No que él pagase absolutamente todo”. Ah, muy bien: el narco invitaba, pero no a todo. Y añade que “si algo queda claro de esa entrevista, es que tenía más relación con Marcial Dorado el PSOE que el presidente Feijóo”. Lo dicho: no hay nadie al otro lado, di lo que quieras. Luego está Díaz Ayuso, que de normal suele hablar como si no importase quién está al otro lado, y en efecto suele ser así entre sus votantes: ya puede soltar disparates, que les sonarán bien. Preguntada por el uso privado de un chalet público, Ayuso cuenta que se llevó un túper de casa y que compró en el Covirán, que es una forma curiosa de rebajar el uso de un bien público: lo usé, pero con moderación. Y como sabe que a sus votantes les vale todo, y que sus no votantes ya no escuchan a estas alturas del año, añade que “me pago mis vacaciones, me pago mis billetes de avión, me pago mis restaurantes” y, ojo, “me pago mi casa”, que suena a cachondeo sabiendo lo que sabemos del piso donde vive. Para terminar de comprobar que no hay nadie al otro lado, la presidenta madrileña exagera a lo loco: “un viaje en Falcon vale lo que todo el gasto de la Comunidad de Madrid en un año”. Toma ya. Si hubiera dicho “lo que todo el gasto de la Comunidad de Madrid en un siglo”, nos quedaríamos igual. Cuando doy una charla a estudiantes de instituto, siempre hay un momento en que cuelo alguna frase sin sentido o absurda, para comprobar si siguen ahí, si me siguen escuchando o se han dormido. Algo así hacen estos días ciertos políticos. Y saben que muchos ya no estamos.
eldiario
hace alrededor de 12 horas
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