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Israel no mata cristianos

Por mucho que se disfrace de homilía indignada, la columna de Juan Manuel de Prada en ABC del 21 de julio es propaganda revestida de moralismo, construida sobre ignorancia, desinformación y un antisemitismo apenas disimulado. En fondo y forma, recuerda a los libelos medievales que acusaban a los judíos de deicidas y enemigos de la cristiandad. Titulado con desfachatez 'Israel mata cristianos', el texto pinta al Estado judío como un ente maligno motivado –implícitamente– por un odio ancestral hacia los seguidores de Cristo. Hamás, con sus túneles bajo escuelas e iglesias, o la Yihad Islámica, que convierte hospitales en depósitos de armas, desaparecen del relato. Todo recae sobre Israel, presentado como un sádico perseguidor de cristianos. La prosa de Prada emula sermones bizantinos: indignación teatral, verbos inflamados, omisiones calculadas y una nostalgia de los Padres de la Iglesia que veían en el pueblo judío un eterno chivo expiatorio. La sombra de Juan Crisóstomo –quien afirmaba que «los judíos adoran al diablo»– planea sobre sus líneas, evocando siglos de pogromos e inquisiciones. Lo grave no es solo la retórica, sino el uso de una tribuna nacional para difundir lo que son, en el mejor de los casos, medias verdades y, en el peor, falsedades flagrantes. ¿Dónde está el contexto militar de Gaza?, ¿dónde las pruebas, de observadores independientes, de que Hamás utiliza iglesias y hospitales como escudos humanos?, ¿dónde el esfuerzo israelí por advertir a civiles antes de atacar, incluso con riesgo para sus tropas? Nada de eso interesa a Prada, cuyo objetivo no es informar, sino acusar. Y no lo hace como un periodista, sino como un predicador que ya ha identificado al maligno. Para él, Israel no es un Estado complejo en un entorno hostil, sino una entidad demoníaca empeñada en exterminar cristianos. Una caricatura peligrosa. La paradoja es que los auténticos perseguidores de cristianos en Oriente Próximo no son israelíes, sino milicias islamistas, dictaduras teocráticas y grupos terroristas que no toleran ninguna fe que no sea la suya. Israel, en cambio, es el único país de la región donde la población cristiana ha crecido, goza de libertad de culto, representación política y vida pública activa. Pero esa verdad arruina el relato. Y Prada necesita su relato: con mártires a medida, culpables eternos y un aroma inconfundible de antisemitismo. No lo dice abiertamente –como antaño se acusaba a los judíos de profanar hostias o envenenar pozos–, pero el artículo destila un odio ancestral injustificable, proyectado sobre todo un pueblo con la pompa de la indignación católica. La acusación final a los medios «sionistas» por ocultar la verdad cierra el círculo: ya no es solo Israel el verdugo, sino una conspiración mediática mundial. El viejo «contubernio judeo-masónico», envuelto ahora en ropaje moderno, pero con el mismo veneno ideológico. Se puede criticar al Gobierno israelí cuando yerra o cuando su uso de la fuerza resulta desproporcionado. Pero lo que no se puede hacer, si se quiere mantener la decencia intelectual, es construir un panfleto maniqueo que demoniza a Israel y resucita los tópicos del odio cristiano al judío. Prada no ha escrito una denuncia profética, sino un sermón tóxico. No alza la voz a favor de los cristianos de Gaza o de otras localidades, sino que instrumentaliza su dolor para alimentar una pasión antigua: la pasión europea por odiar al judío. Isaac Querub Caro . Expresidente de la Federación de Comunidades Judías de España Cada verano asistimos al triste espectáculo de hectáreas calcinadas, fuegos cada vez más frecuentes y más voraces. Conocemos sus causas: el cambio climático, la mano del hombre, intencionada o accidental. y el resultado de pérdidas económicas, a veces de vidas humanas, destrucción de ecosistemas, emisión de partículas que afectan la calidad del aire y aceleran el calentamiento global. Sabemos las causas, pero poco hacemos sobre el medio que lo facilita, el combustible que los alimenta, que no es otro que un campo que está sucio: ya no existen rebaños, ni agricultores que los limpien. Los responsables de Agricultura tienen a su disposición una solución para comenzar la tarea: las personas que cobran el subsidio por desempleo pueden participar en trabajos de limpieza de montes u otras labores forestales sin perder la prestación, siempre que se ajusten a determinados requisitos legales, porque los desempleados que colaboren con administraciones públicas o entidades sin ánimo de lucro para realizar trabajos de utilidad social, como es la limpieza forestal, pueden seguir cobrando la prestación o subsidio, ya que no se trata de una relación laboral sino de una colaboración social. José Luis Marqués Rodilla . Madrid
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hace alrededor de 12 horas
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