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Lamine y Messi

Lamine y Messi
Lamine Yamal, que empieza, está llamado a ser un digno sucesor de Leo Messi, que está siendo despedido con honores en su país, lo que no podrán hacer los culés mientras esté Laporta, con quien el argentino sigue dolido por su fea salida y el engaño que sintió una segunda vez cuando le prometió traerle de vuelta tras acabar contrato en el PSG. No hay que compararles, porque lo conseguido por Leo es prácticamente inalcanzable, sino que el barcelonismo se congratule de ver cómo el de Rocafonda genera la misma ilusión, emoción y creatividad en su juego. Que hayan salido del Barça, y el madridismo vuelva a revivir su peor pesadilla, no es suerte, es trabajo, es modelo de club, es metodología con asignación de recursos, ejecutada por los mejores profesionales, no por familiares, alcanzando la excelencia formativa. Igual que se hizo con Leo, a Lamine hay que cuidarle y advertirle de que si quiere coronarse como el Dios del fútbol no puede caer en la tentación de pensar que su descomunal talento será suficiente. Debe mantener, como hasta ahora, la humildad, la regularidad, el compromiso y su vocación de servicio al equipo. Algo habrá visto Flick para alertar del peligro de los “egos”. Lo tranquilizador es que el propio Lamine reconociera en Vallecas que “debe subir su nivel”. Si el Barça-Valencia se juega en el Johan Cruyff esta junta culminará el alejamiento entre el club y sus socios, a los que les prohibió asistir físicamente a las asambleas, y ahora serían privados de ver y animar a su equipo en un partido de liga del que disfrutarán los VIP’s, como en el 125 aniversario.

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