cupure logo
sánchezunamacrondelestadoquesinmóvillibertadespaña

Te insultan y te dicen que no te victimices

Te insultan y te dicen que no te victimices
En tertulias y debates está de moda hablar de la polarización, una enfermedad que, según nos dicen con frecuencia, representa la mayor amenaza para nuestras democracias, un término que se utiliza con una ecuanimidad desalentadora, como si la polarización estuviese perfectamente equilibrada Puede que tengas algo en común con Ingrid Bergman. Puede que a ti también te hayan hecho alguna vez luz de gas. ‘Luz que agoniza’ fue el título que se dio en España a ‘Gaslight’, un espléndido thriller psicológico dirigido por George Cuckor en el que una mujer es manipulada por su marido hasta que esta llegar a pensar que está perdiendo la cabeza. Desde que se popularizó esta versión de una obra teatral de los años 30, el término ‘gaslighting’ (‘luz de gas’ en español) hace referencia a “la manipulación psicológica de una persona, generalmente durante un período prolongado, que hace que la víctima cuestione la validez de sus propios pensamientos y su percepción de la realidad”. Si la víctima intenta entender esa situación en la que está viendo socavada su confianza, el abusador responderá con frases como “estás loca”, “esto que dices no ocurrió así”, “no seas dramática”, “no te pongas a la defensiva”, “qué piel más fina tienes”, “te lo tomas todo demasiado a pecho”, “eres demasiado sensible” o “no te victimices”. Os suena, ¿verdad? Muchos hemos estado en una relación en la que nos han hecho algo de ‘gaslighting’, hasta el punto de terminar disculpándonos por una molestia justificada, hasta el punto de terminar cuestionando nuestras propias convicciones, hasta el punto de volvernos narradores poco fiables de hechos objetivos, hasta el punto de creernos culpables de la culpabilidad ajena. Ayer me puse ‘Luz que agoniza’ después de comer (está en Filmin) y pude ver representado al PP en la piel del actor Charles Boyer (que da vida a Gregory Anton, el antagonista manipulador). El PP está patentando una suerte de gaslighting político, técnica perfeccionada hasta el extremo los últimos meses. Hasta el extremo de que después de escuchar a Miguel Tellado diciendo que “aquí podemos empezar a cavar la fosa donde reposarán los restos de un Gobierno que nunca debió haber existido en nuestro país”, nos hacen creer que el culpable de tan aberrante afirmación es el propio Pedro Sánchez por malinterpretar las palabras del secretario general del Partido Popular. “Qué manipulación más burda”, escribía Tellado sobre su propia línea maestra de guion. “Utilizar el francomodín para tratar de venderte como víctima es miserable hasta para ti”, escribía la portavoz del PP, Ester Muñoz, citando al presidente del Gobierno. O es una “sandez victimista” escribía la diputada Cayetana Álvarez de Toledo en sus redes sociales. Se atreven a afirmar que los restos del Gobierno acabarán en una fosa cavada con sus manos, pero si se expone públicamente la gravedad de esas palabras inflamables contraatacan hablando de una miserable victimización. Realmente ni Gregory Anton se atrevió a tanto. En tertulias y debates está de moda hablar de la polarización, una enfermedad que, según nos dicen con frecuencia, representa la mayor amenaza para nuestras democracias, un término que se utiliza con una ecuanimidad desalentadora, como si la polarización estuviese perfectamente equilibrada. Pero por supuesto que hay un desequilibrio en los comportamientos polarizadores entre partidos. Los políticos dicen cosas que hace años no se hubiesen atrevido a decir y flirtean con mitos conspirativos y con descalificaciones que antes eran profundamente marginales, pero no todos lo hacen en la misma medida. Incluso si el PP liderado por Feijóo nunca llegase a ese poder que cree le han usurpado ilegítimamente, su escalada verbal ya habrá tenido importantes consecuencias polarizadoras porque la polarización no se hace sola, hay que hacerla.
eldiario
hace alrededor de 18 horas
Compartir enlace
Leer mas >>

Comentarios

Opiniones