cupure logo
delquetorretorre pachecopachecoparaloseuropainmigracióncon

Lo que España firmó en La Haya

Esopo en su fábula 'La zorra y las uvas' cuenta la historia de una zorra hambrienta que intenta alcanzar un racimo de uvas colgado de una vid. Por su altura, no puede cogerlas y camufla su frustración, al verlas inalcanzables, con un «están verdes, no creo que me gusten» que pretende justificar su incapacidad y que no soluciona su hambruna. En la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte , el pasado junio, en La Haya, España y sus aliados, a pesar de algunos alardes fatuos, firmaron el manifiesto final con el compromiso consensuado, discutible pero necesario para mantener la cohesión de la OTAN, de aumentar el presupuesto de defensa en el medio plazo hasta llegara al 3,5 por ciento del PIB de cada país y dedicar a aspectos de seguridad un 1,5 por ciento de dicho PIB. La unanimidad de la OTAN para aceptar este compromiso aseguró el mantenimiento de su concepto estratégico y su valor como freno disuasivo ante la creciente amenaza rusa, asunto que había sido puesto en entredicho ante la reticencia estadounidense de seguir en una OTAN con una inversión en defensa y seguridad de sus aliados que consideraba escasa y desequilibrada. Este aumento, cuya propuesta fue liderada por los Estados Unidos y apoyada calurosamente por los países orientales de la Alianza, pretende conseguir mayores capacidades militares y resiliencia en la OTAN y un mayor equilibrio en la participación económica de los aliados para mejorar la capacidad de disuasión y de combate ante la creciente amenaza generada por Rusia y los riesgos emergentes derivados de situaciones conflictivas en diferentes áreas del planeta y a un incremento de las capacidades destructivas del terrorismo y del crimen organizado en un ambiente global de multidominio. La idea de la OTAN es invertir más en defensa y seguridad para hacer frente con suficiencia a las amenazas y riesgos que nos rodean y ejercer una disuasión efectiva ante nuestros enemigos, rivales y adversarios. Por nuestra parte, asumir este compromiso de inversión a medio plazo nos permite plantear un plan racional de reforma y rearme de nuestras Fuerzas Armadas (FAS) en un entorno estratégico complejo y exigente. Una estrategia necesaria que debe apoyarse en los planes similares de la OTAN y de la Unión Europea. Como nos recuerdan las Naciones Unidas «sin seguridad no hay desarrollo; sin seguridad ni desarrollo no hay justicia, ni libertad, ni derechos humanos, ni democracia». El dilema 'cañones o mantequilla' está superado y podemos decir que «sin cañones no tendremos mantequilla». La seguridad es un bien común de carácter universal que el Gobierno debe conseguir para sus ciudadanos y las alianzas son elementos básicos para conseguirla. La herramienta final de una seguridad integrada y sostenible es contar con unas Fuerzas Armadas excelentes y listas para el combate que constituye el objetivo de este plan de reforma y rearme. Solo países fuertes pueden influir y consolidar alianzas sólidas. Otro elemento de calado era enviar el mensaje a Rusia de que la OTAN seguía siendo el freno a sus veleidades de expansión territorial o de ejercer el control de lo que Moscú considera su área de influencia en Europa. Todas estas razones refuerzan un claro mensaje de «todos para uno y uno para todos» que, junto a la reciente incorporación de nuevos aliados, permite que Rusia vea cómo uno de los principales objetivos de su agresión a Ucrania –romper la unión y cohesión de la OTAN y de la UE– no ha sido conseguido. España firmó la declaración común de la cumbre de La Haya que nos compromete a aumentar nuestro presupuesto de defensa y que da pie a mejorar nuestras Fuerzas Armadas con un programa, necesario y urgente, de reformas y rearme de las FAS. En los últimos días parece que estamos sufriendo una campaña nacional de desinformación para justificar el incumplimiento de lo aprobado en La Haya o disimular sus objetivos, lo que, como es lógico, siembra una aureola de desconfianza y descrédito a nuestro alrededor y entre nuestros aliados. Se nos dice que, con el aumento, pendiente desde 2014 hasta el 2 por ciento, del presupuesto de defensa hasta el 2,1 por ciento del PIB, sería suficiente para asumir el «paquete de capacidades militares» que la OTAN nos solicita dentro de su planeamiento de defensa, que podrá ser cierto, pero que no es la cuestión discutida ni la decisión aprobada en La Haya. Desde que estamos en la OTAN hemos asumido este compromiso con presupuestos de defensa muy inferiores, que generaron limitaciones logísticas y operativas de necesaria recuperación ante el nuevo escenario de riesgos y amenazas. El plan no tiene como objetivo asegurar las capacidades de defensa de cada nación, sino sincronizar los diferentes programas nacionales para que sean coherentes con los objetivos estratégicos de la Alianza e indicar las líneas de acción de interés común. Un plan de reforma y rearme de las Fuerzas Armadas debería tener como objetivo asegurar nuestras capacidades nacionales de defensa, lo que es algo más importante y complejo que el compromiso con el planeamiento de defensa de la OTAN. Posteriormente nos dicen que la industria de defensa nacional sólo tiene capacidad para asumir una inversión del 2,1 por ciento del PIB, mismo objetivo informativo, pero con un argumento diferente. Escribía el poeta: «Dijiste media verdad, dirán que mientes dos veces si dices la otra mitad». Para desarrollar de forma rápida y eficiente el plan de rearme es necesario invertir en el exterior, y en estos momentos este proceso es cada vez más lento y constituye un cuello de botella del proceso de rearme de todos los países, cuello que se angosta a corto plazo. El plan de rearme es inviable sin una inversión en el exterior seria y coordinada con la industria nacional de defensa, importando del exterior, negociando y obteniendo beneficios tecnológicos e industriales. En este proceso, la transparencia en la gestión y los clústeres de la industria de defensa con la pequeña y mediana empresa, unida a la red de I+D+i, tienen un protagonismo decisivo. Este plan de desinformación parece que pretende minimizar el plan de reforma y rearme, convirtiéndolo en humo y haciéndolo digerible para el consumo interno en el ámbito del Gobierno. Quien saldrá perjudicada es nuestra seguridad nacional, que necesita una estrategia clara, con definición de los intereses nacionales, objetivos y presupuestos que podrían reflejarse posteriormente en un plan de reforma y rearme que el Gobierno trata de escamotearnos. ¿Cómo vamos a reformar y rearmarnos sin una estrategia de futuro? Como la zorra ante las uvas, nuestro Gobierno justifica su incapacidad de liderar un plan de reforma y rearme de las Fuerzas Armadas en un ambiente de gobernanza tóxico, exhibiendo su inepcia con el consabido «están verdes». El plan de reforma y rearme de las Fuerzas Armadas está tocado. ¿Estará hundido?
abc.es
hace alrededor de 10 horas
Compartir enlace
Leer mas >>

Comentarios

Opiniones