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¿Quién está parado en la construcción?

Con la amenaza de no poder ejecutar a tiempo los fondos europeos asignados a proyectos estratégicos de infraestructuras y obras de gran envergadura –siete de cada diez de esos euros serán canalizados por el sector de la construcción– y la imperiosa necesidad de levantar unas 220.000 viviendas al año, ¿quién puede estar parado en el sector de la construcción ? No me refiero a estar con las manos en la espalda, viendo pasar las horas, a pesar de la intensa actividad. En su lugar, veamos los datos. En 2024, el paro registrado en la construcción descendió un 7,2 por ciento respecto al año anterior, situándose en 198.490 personas, una evolución positiva que, sin embargo, nos arroja un dato ciertamente preocupante: el 44,4 por ciento de los desempleados del sector llevan más de un año buscando trabajo. Esta cifra resulta especialmente chocante si se tiene en cuenta que el sector necesita al menos 700.000 nuevos trabajadores para cumplir tanto con los objetivos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) como los fijados en materia de vivienda para incrementar la oferta y relajar los precios. De hecho, los tres componentes del PRTR representan una inversión de 20.000 millones de euros y, según sus datos, la creación de más de 472.000 puestos de trabajo. Así pues, ¿cómo es posible que haya casi 90.000 parados de larga duración en la construcción? La respuesta podría estar, en gran parte, en la falta de cualificación profesional. Según el Observatorio Industrial de la Construcción, únicamente el 9,5 por ciento de los parados del sector tienen formación técnica acreditada. Apenas un 3,8 por ciento de los desempleados cuenta con Formación Profesional de grado medio o superior, y sólo un 3,1 posee certificados de profesionalidad en Edificación y Obra Civil. En otras palabras: de nuestros parados, más del 90 por ciento carecería de las competencias que las empresas necesitan, cada día más relacionadas con la transformación digital y ecológica de las nuevas técnicas constructivas, lo que debería contribuir a prestigiar la imagen del sector y hacerlo atractivo, sobre todo para mujeres y jóvenes. Hablando de jóvenes: el porcentaje de menores de treinta años se sitúa ligeramente por encima del 10 por ciento, pese a haber crecido un 21,2 respecto al año anterior, cifra que contrasta con la de los trabajadores de más de 55 años, que representan el 21,9 por ciento del total de profesionales del sector, lo que supone un crecimiento del 14,6 por ciento anual. Desde una perspectiva de género, y aunque la construcción es cada día más igualitaria, apenas hay 10.000 trabajadoras a pie de obra, donde se está viviendo una revolución digital y tecnológica sin precedentes que debería facilitar su contratación. Ahondando en el perfil de los desempleados, sigue siendo predominantemente masculino (83,3 por ciento), de nacionalidad española (83,8 por ciento) y vinculado sobre todo a actividades especializadas (49,4 por ciento). En este contexto, los principales partidos se han lanzado a proponer una batería de iniciativas para plantar cara a la principal preocupación para los españoles, ideas que no podrán materializarse si no se aborda la falta de mano de obra. Por ello no se entienden los datos de paro en un sector, además, que paga por encima de la media, que ofrece buenos horarios y que avanza a pasos agigantados gracias a hitos como el primer plan de pensiones sectorial o la aprobación de protocolos pioneros, como el establecido para trabajar durante olas de calor. Frente al paro, desde la patronal ya hemos solicitado un completo plan de choque para, en primer lugar, adecuar la Formación Profesional a las necesidades del sector con planes a medida que impulsen la incorporación casi instantánea de los alumnos a los trabajos más urgentes y prioritarios. De igual modo, planteamos recuperar la figura del aprendiz entre los dieciséis y dieciocho años, de manera que los alumnos puedan realizar prácticas a pie de obra. Pero también proponemos regularizar inmigrantes y atraer trabajadores del exterior , dándoles formación para lograr arraigo, una medida que serviría para luchar contra la economía sumergida. En este sentido, somos partidarios de impulsar convenios de doble nacionalidad. Recordemos que sólo disponemos de un 20,6 por ciento de trabajadores extranjeros. Todas estas medidas contribuirían a atajar la importante falta de mano de obra en un sector que, paradójicamente, no deja de preguntarse quién está parado en la construcción.

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