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Lo que pasa ahí fuera… mientras miras Netflix

Lo que pasa ahí fuera… mientras miras Netflix
¿No será que las mentiras de Trump vienen de su equipo? Ya pasó con las dos guerras en curso, que Trump anunció que terminaría en 24 horas, tanto durante su campaña electoral como al tomar posesión de su cargo en el Capitolio. La guerra de Ucrania se ha enquistado y ni siquiera su viejo amigo Vladímir Putin confía en él ¿Alguien se ha parado a explicarle a Trump un poco de geopolítica… o, aunque sea de geografía, antes de que abra la boca? ¿Alguien le ha explicado que en Liberia se habla inglés y que España no es México ni está en los BRICS? ¿Alguien se ha molestado en hacerle un guion para que no se salga de él? ¿O es peor? ¿O es que no se lo lee? El Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, llegó a la Casa Blanca -por segunda vez- con la misma cantinela de su primer mandato, la de los aranceles y su obsesión con China. Pero en esta ocasión se le ve crecido, más si cabe, tras descubrirse dueño del mundo y de todas sus colonias, declarándose enemigo de sus amigos y vecinos, con avisos de anexionarse Canadá y Groenlandia, amenazando la soberanía territorial de un país de la Unión Europea (UE). Pero, mientras Europa tiembla con su nueva propuesta de tarifas comerciales, desmesurada y ridícula como todo él, otros comienzan a enseñarle los dientes. Es el caso de Brasil, anfitrión de la reciente cumbre de los BRIC’s, celebrada en la primera semana de julio en Río de Janeiro. El Presidente brasileño, Lula da Silva, no se ha amilanado, consciente como es de que tiene a su lado a los países más poderosos del mundo a excepción de Estados Unidos. Con India, Rusia y China en el club, no le han temblado las piernas al anunciar una guerra arancelaria recíproca contra Estados Unidos y su pulso firme en el juicio contra el expresidente Bolsonaro. Pero no sólo ataca a los supuestos enemigos. Trump, defensor a ultranza de la Segunda Enmienda -que garantiza el derecho a poseer y portar armas-, dispara al aire caiga quien caiga. También contra sus amigos. La Unión Europea espera con miedo la carta desde Washington, sin saber aún qué carta jugar o qué carta quedarse o qué carta esconder bajo la manga. Vamos, a verlas venir. Todo parecía muy claro hace una semana, cuando Trump y la presidenta Úrsula von der Leyen hablaron por teléfono. Atrás quedaron sus amenazas en Truth de hace unos meses, cuando insultó a sus amigos -nosotros, los europeos-, calificando a la Unión Europea como una de las autoridades “más abusivas y hostiles del mundo” en cuanto a tarifas aduaneras. Y añadió que la UE “se formó con el único propósito de aprovecharse de los Estados Unidos”. Olvida o desconoce Trump que la UE se formó a instancias de Estados Unidos para tener un vasallo en primera línea de fuego frente a Rusia. Y olvida o desconoce que el Plan Marshall ya se pagó, con creces e intereses. ¿No será que las amenazas de Trump son sólo bravuconadas? ¿No será que las mentiras de Trump vienen de su equipo? Ya pasó con las dos guerras en curso, que Trump anunció que terminaría en 24 horas, tanto durante su campaña electoral como al tomar posesión de su cargo en el Capitolio. La guerra de Ucrania se ha enquistado y ni siquiera su viejo amigo Vladímir Putin confía en él. Al menos es lo que se venía comentando al otro lado del telón de acero hace unos meses, que la guerra no estaba próxima a su fin. Las discordancias con Marcos Rubio, su Secretario de Estado para Asuntos Exteriores, eran tan evidentes que Trump llegó a enviar como emisario para hablar “face to face” con Putin a su compañero de golf, Steve Witkoff, aunque su cargo era de Enviado especial de los Estados Unidos al Medio Oriente. Lo de Gaza es más triste, si cabe, es otra guerra sin acabar. Aunque sólo sea porque queda en la retina la imagen de su burla a un pueblo que está siendo masacrado, con Trump tomando un daikiri en una tumbona de un resort playero junto a su amigo el Presidente israelí Benjamín Netanyahu. En agradecimiento, este último acaba de proponerle para el Premio Nobel de la Paz. Menos mal que hasta el mismo Trump se lo ha tomado a broma. Al menos, sentido del humor tiene. ¿O es que se lo toma todo a broma? Tampoco a sus amigos del otro del Pacífico los ha tratado mejor. Las amenazas arancelarias han llegado hasta Corea del Sur y Japón, que son sus estandartes en Asia tras la Segunda Guerra Mundial. Y eso que el próximo conflicto bélico está previsto en esa orilla. Con quien no se ha atrevido es con Corea del Norte. Será porque algo claro le quedó cuando se convirtió, en 2019, en el primer Presidente de los Estados Unidos que visitaba ese país. Lástima de memes que nos perdimos entonces, a falta de IA. O tal vez no nos hacían falta, porque la visita oficial nos ofreció momentos estelares “per se”. Sin bromas ahora, deberíamos enseñar geopolítica en las escuelas, aunque sólo sea para prevenir un Presidente como Trump. Deberíamos educar en ciudadanía, aunque sólo sea para prevenir guerras, amenazas, mentiras y cintas de vídeo… Y, mientras el verano se presenta caliente ahí fuera, Netflix nos adormece en las tórridas tardes del solsticio por 12,99 euros al mes.

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