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Ni Sánchez ni tú

Ni Sánchez ni tú
El PP de Feijóo, lanzado hacia el “combate final”, va a tener un problemilla como el día de las elecciones no se encuentre a Sánchez enfrente. Se le cae todo. El programa, el eslogan, la camiseta, el discurso. Y puede que las opciones de llegar a la Moncloa. El principal combustible político del PP y casi el único capital electoral de Feijóo es ese: el antisanchismo “O Sánchez o yo”. Entre todas las camisetas graciosas que se vendían en el congreso del PP de este fin de semana, faltaba la que se puso Núñez Feijóo en su discurso de cierre: “Solo hay dos opciones: o Sánchez o yo, no hay más”. En esa frase quedan resumido el congreso, los últimos años de oposición y el tiempo que quede hasta las generales: “O Sánchez o yo”. ¿Quién dice que no tiene programa político? “O Sánchez o yo”. Le sirve también como eslogan electoral para las generales: “O Sánchez o yo” en los carteles, con una foto de Feijóo para que se entienda bien quién es “yo”. ¿De qué se habló en el congreso pepero? De Pedro Sánchez. Del sanchismo. De la desgracia que es para España el sanchismo. De la urgencia de acabar con el sanchismo. De la promesa de barrer el sanchismo cuando lleguen al poder. Aznar habló de Sánchez (para desearle la cárcel), Rajoy habló de Sánchez (para recordarle la moción de censura), Ayuso habló de Sánchez (para llamarlo dictador comunista), y por supuesto Feijóo habló de Sánchez en la clausura (dedicándole un “Yo acuso”). El PP de Feijóo, lanzado hacia el “combate final”, va a tener un problemilla como el día de las elecciones no se encuentre a Sánchez enfrente. Se le cae todo. El programa, el eslogan, la camiseta, el discurso. Y puede que las opciones de llegar a la Moncloa. Porque a día de hoy el principal combustible político del PP y casi el único capital electoral de Feijóo para sumar mayoría propia o con Vox, es ese: el antisanchismo. Echar a Sánchez. Lo mejor que le puede pasar a Feijóo es que Sánchez sea candidato en 2027, o antes si adelanta las elecciones. Si, como dicen, al gallego solo le queda una bala, su bala es esa: el antisanchismo. Al otro lado, Pedro Sánchez no puede replicar con “O Feijóo o yo”, ni en versión ampliada: “o la derecha y la extrema derecha, o yo”. Esa bala ya la gastó en 2023, y desde entonces el “yo” de la ecuación no ha dejado de adelgazarse, desgastado primero por las dificultades para gobernar, los pactos mal explicados o mal entendidos por parte de su electorado, y en los últimos meses la corrupción que desmoraliza por completo al votante de izquierda. La reunión de este fin de semana del PSOE no levanta el ánimo de los suyos (“depresión”, “desánimo”, “psicosis”, dicen las crónicas). Y la resistencia a toda costa tampoco parece que emocione al electorado de izquierda. En el cine de acción hay un tópico habitual: el héroe que se sacrifica. El que se queda atrás para entretener a los malos mientras sus compañeros huyen. El que se lanza a una misión suicida, se queda a detonar manualmente la bomba o estrella su nave contra la base enemiga. El sacrificio que se le puede pedir a Sánchez se parece más al del herido que pide a los demás que sigan sin él, para no ser una carga. No que resista, ni que se enfrente a la derecha y la ultraderecha en el “combate final”: que se quede atrás. Que cuando Feijóo se lance a dar la estocada final, tropiece llevado por su mismo ímpetu al no encontrar a su némesis al otro lado, sino a un rival contra el que no tiene apenas discurso ni bala preparada, tras haberlo apostado todo al antisanchismo. Que se tenga que presentar a las elecciones sin poder decir “o Sánchez o yo”. Y una mayoría de votantes le conteste: “ni Sánchez ni tú”.

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