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¿Qué es una mujer para el PSOE?

El hilo conductor de los últimos escándalos que azotan al PSOE no es otro que la hipocresía de esta formación con la mujer . Su discurso oficial la convierte en santo y seña de sus políticas progresistas, pero lo hace a través de un feminismo más sustentado en la provocación de conflictos que en el remedio de desigualdades. Puesto a prueba el PSOE sobre su sinceridad feminista, el resultado es la acreditación de su constante convivencia, cuando no tolerancia, con las actitudes más afiladas del machismo. El mercadeo de prostitutas entre José Luis Ábalos y Koldo García, alternando con mordidas de contratos públicos, retrata fielmente esa combinación de sordidez y corrupción que anidaba en la sede socialista y en el Ministerio de Transportes. Lo que supiera Pedro Sánchez de su mano derecha en el partido, cuando lo destituyó en 2021, es aún un misterio. Lo que sí sabemos es que cuando el presidente quiso criticar a una ministra no lo hizo con argumentos sobre su gestión al frente del departamento. Simplemente, la llamó «pájara», un insulto que ha rebotado en la piel de elefante que recubre a las feministas de la izquierda y que se transforma en seda cuando son criticadas por el PP. Incluso sorprende la sumisa aceptación con la que la concernida aceptó la descalificación. La crónica de esta hipocresía socialista con la mujer empezó hace años, cuando el movimiento feminista de la izquierda dio el salto a la denominada 'identidad de género' para despojar a la mujer de su condición biológica y transformarla en el resultado de un mero acto de voluntad personal, con la injusticia histórica que conlleva esta transformación del concepto social y jurídico de mujer. Mujer es quien quiera serlo, no quien nace como tal, idea sustentada en una derogación de la antropología femenina, que rompió los puentes con el feminismo clásico Ahora el PSOE se enreda de nuevo en la propuesta abolicionista de la prostitución, tema delicado para el presidente del Gobierno por efecto reflejo de su familia política, pero ya se sabe que los socialistas no se mueven por virtud, sino por necesidad. Esta es la máxima de la legislatura de Sánchez, en la que afloran las incongruencias más insuperables del PSOE. Se presenta como el partido de la mujer, practicando un totalitarismo moral propio de los integrismos religiosos, al mismo tiempo que pasa de largo con los episodios de prostitución y acoso sucedidos en el espacio político más inmediato a Pedro Sánchez. La recomendación del secretario general socialista a sus compañeras acosadas es que denuncien por los «canales internos», lo que suena a broma de mal gusto si esos canales son los mismos que despreciaron las informaciones de acoso que afectaban a Francisco Salazar. Es ilustrativo de la doble moral socialista que su máximo líder aconseje lavar los trapos sucios en los vericuetos de la burocracia interna, mientras su Gobierno anima a las mujeres a denunciar ante la Policía y los juzgados cualquier indicio de maltrato o agresión. Juzgados que, por cierto, siguen rebajando condenas y excarcelando a violadores por culpa de la ley del 'solo sí es sí' que, con la complacencia de Ferraz, tanta protección iba a brindar a la mujer. Las primeras encuestas posteriores a estos escándalos revelan una fuga de votos femeninos. No es para menos. El feminismo falsario del PSOE se ha quitado el velo y lo que ven las mujeres es que son la coartada de un discurso que encubre un machismo de la peor calaña.
abc.es
hace alrededor de 15 horas
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