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Sesenta hectáreas en el Aljarafe

Los reductos de viñedos de Salteras, Villanueva del Ariscal o Umbrete perviven en manos de un variopinto grupo de agricultores, que todavía calculan sus pequeñas posesiones en aranzadas (un arcaico sistema de medida). Estos cultivos alcanzan su equilibrio transformados en mosto. «La uva garrido fino desapareció en otras zonas porque es menos productiva que la palomino», me cuenta Ignacio Góngora, heredero de la saga bodeguera más longeva de Andalucía. El secreto es que la conversión en vino joven, custodiado después en los bocoyes de las bodegas del Aljarafe y vendido vaso a vaso, euro a euro, logra que la corta producción se comercialice de manera rentable. Ahora estas sesenta hectáreas del Aljarafe quieren recuperar también una parte más sofisticada de... Ver Más

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