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Un cónclave imprevisible

Un cónclave imprevisible
No se quiere, ni se podría pretender, una fotocopia de Francisco, pero tampoco se busca a alguien que rompa con todo lo que él ha ofrecido a la catolicidad y al mundo en los últimos 12 años Comienza este miércoles un cónclave imprevisible, en el que la duración irá restando y sumando candidatos. A pocas horas de que los 133 cardenales que elegirán al próximo Papa entren en la Capilla Sixtina las apuestas están en todas las bocas, pero el resultado solo será conocido minutos después de que de su famosa chimenea salga la ‘fumata blanca’. La tradición vaticana dice que quien entra Papa sale cardenal. Al Papa lo eligen los cardenales Nadie olvide que al Papa lo eligen los cardenales, aunque el hecho de que sea una encomienda que les hace la Iglesia, la inspiración del Espíritu Santo es algo que los creyentes no niegan. Pero en la historia del papado, en los cónclaves, no solamente ha entrado el poder religioso, también han influido, a veces de forma decisiva, los intereses políticos, sociales y económicos. Todo eso dificulta el desarrollo del cónclave que empieza este 7 de mayo. No podemos olvidar que son 71 los países representados, que los italianos han perdido votantes y con ello capacidad de influencia, que más de una centena de los purpurados nunca se ha visto en otra igual, y que entre ellos abundan los procedentes de aquellos lugares que el papa Bergoglio llamaba periferias, con una experiencia limitada de ‘política eclesiástica’. Para encontrar caminos que ayuden en esta elección, el Colegio Cardenalicio, no sólo los 133 votantes, sino también los que ya han cumplido 80 años, se han reunido desde el 22 de abril en las llamadas Congregaciones Generales. Después de unos primeros días de tanteo, fue a partir del 2 de mayo, tras el descanso del día 1, cuando los pesos pesados, los llamados papabile, fueron mostrando sus cartas y las conversaciones fueron aterrizando en candidatos concretos. Consensos sobre el próximo Papa Parece haber algunos consensos en cuanto a la figura de aquel que va a asumir el papado: cercano; con un lenguaje que sea entendido por todos; abierto a escuchar y trabajar en conjunto, promotor de la paz; dispuesto a cuidar con misericordia de los descartados (pobres, migrantes, pueblos indígenas…), y del Planeta, de la casa común, que decía Francisco en 'Laudato Si'. Un Papa que fomente el protagonismo de las mujeres en la Iglesia católica; capaz de actualizar el mensaje del Evangelio; abierto al diálogo con el mundo y con las nuevas tecnologías. En definitiva, un constructor de puentes, un pontífice. No se quiere, ni se podría pretender, una fotocopia de Francisco, pero tampoco se busca a alguien que rompa con todo lo que él ha ofrecido a la catolicidad y al mundo en los últimos 12 años. Para algunos cardenales, los alineados con posturas conservadoras, que no representan un número elevado entre los 133 electores, Bergoglio fue demasiado lejos en algunos aspectos. Pero la mayor parte no niega sus aciertos y su capacidad para humanizar una institución que no siempre ha sabido encarnarse en la vida de la gente. No se espera que el estilo porteño del jesuita argentino continúe, pero un Papa distante, hierático, alejado del mundo, con “cara de vinagre”, llevaría a la Iglesia a cavar su propia tumba. El mundo actual se fija mucho más en las imágenes que en las palabras, no quiere maestros, quiere testigos, que decía Pablo VI. Un Papa que enfrentó una situación similar a la actual, después de la primavera, del aire fresco, que trajo su predecesor, Juan XXIII. Uno de los desafíos a los que se enfrenta la Iglesia, y con ella el próximo Papa, como se ha abordado diversas veces en las reuniones previas al cónclave, es la evangelización de la juventud. Es algo evidente y reconocido por la jerarquía católica que, en algunas regiones, especialmente en el Norte Global, los jóvenes se han visto reducidos a la mínima expresión. De ahí la necesidad de mecanismos que establezcan una sintonía entre la Iglesia y las nuevas generaciones. El cardenal que sube y el que baja Entre los candidatos a asumir ese papel, las Congregaciones Generales han hecho crecer al cardenal norteamericano Robert Francis Prevost Martínez. Nacido en Chicago, nieto de españoles, desarrollo su vida religiosa sobre todo en Perú, donde fue obispo de la diócesis de Chiclayo. Allí le buscó Francisco para asumir uno de los dicasterios claves en la Curia vaticana, el de los Obispos. Antes, de 2001 a 2013, había vivido al lado de la Plaza de San Pedro, en su condición de Prior General de la Orden de San Agustín. Habla inglés, español, italiano, francés, portugués y lee latín y alemán. Pietro Parolin ha sido el cardenal al que las reuniones previas al cónclave han hecho que baje en las apuestas, aunque nadie le descarta por completo, ni mucho menos. El secretario de Estado, número dos en el organigrama vaticano, era considerado horas después de la muerte de Francisco el más firme candidato a sucederle, pero poco a poco parece haber ido perdiendo la confianza de los electores. Todo son especulaciones antes de un cónclave sobre el que corren ríos de tinta, del que se multiplican las palabras y las imágenes en todos los rincones del mundo. La humanidad mira impaciente a la chimenea de la Sixtina. ¿Cuándo aparecerá la ‘fumata blanca? ¿Quién será el que salude al mundo desde la Logia central de la Basílica de San Pedro?  
eldiario
hace alrededor de 6 horas
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