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Y quienes pueden hacer, hacen

Y quienes pueden hacer, hacen
La podredumbre ha subido de tono desde que el expresidente Aznar lanzó su famoso lema golpista: el que pueda hacer, que haga. Y llevamos meses viendo cómo los que pueden deshacer un país y su gobierno se aplican a fondo. ¿Todo lo pueden "hacer" los desestabilizadores y no el gobierno y las instituciones? “Una curva ha torcido su destino. Tras ella, ya no hay horizonte alguno para las 42 personas que perdieron la vida el lunes en el metro de Valencia. Heridas en casi medio centenar y miedo en muchos más. Un manto de dolor en la ciudad. Convulsión y solidaridad generalizadas en España. El mundo se conmueve ante esta tragedia masiva. Este abultado balance mortal en un metro no parece ocurrir en el primer mundo”. Esto ocurrió en julio de 2006. Y era el comienzo de un reportaje para Informe Semanal en el que encontramos y contamos -mucho antes que nadie, por cierto- todas las carencias que habían conducido a ese desenlace. Y no pasó nada. Gobernaba el PP en Valencia. Y quiero llamar su atención sobre esta idea: “Convulsión y solidaridad generalizadas en España. El mundo se conmueve ante esta tragedia masiva”. El mundo y España en particular. Ya apenas nadie se conmueve ni cuando el sanguinario genocida Netanyahu descuartiza o quema vivos a niños y adultos. Y es un dato a anotar: la indiferencia del mundo ante la desgracia, la crueldad, las tragedias evitables. Un grado, superior aún, es aprovecharse de todo ello y -como comentaba en el artículo anterior- comportarse como una alimaña carroñera para sacar provecho político. La semana pasada era por el apagón masivo en España. Sucesos que han ocurrido en países y ciudades tan del primer mundo como Inglaterra o Estados Unidos. Creo que solo un dirigente político, Trump por más señas, hizo lo mismo que el Partido Popular en España con los incendios de Los Ángeles. Esta semana por un sospechoso sabotaje que ha dejado varados a miles de viajeros de tren. Muy sospechoso. El cobre robado tenía escaso valor. No era rapiña, era sabotaje. En otros tiempos y al cargo el PP del gobierno del Estado, se hubiera hablado hasta de terrorismo. En este momento es radicalmente distinto: el PP despliega una bochornosa culpabilización del gobierno para ver si por fin llegan a La Moncloa y puede operar todavía más a placer de lo que ahora lo hacen. Cortos no andan con tantos colaboradores: mediáticos, judiciales y sociales. Entre estos, de personas tan estúpidas como para inmolarse atacando a quienes esta banda de facinerosos les señala. A lo largo de las décadas que vengo ejerciendo el periodismo -gran parte en reportajes en el lugar de los hechos-, he recogido múltiples situaciones parecidas a las que cito al comienzo. En las de España, un abultado número fueron culpa de la gestión del PP. Imaginen la desolación de las familias de los militares del Yak 42 que habían avisado del riesgo que corrían por el contrato del gobierno del PP con la aerolínea ucraniana. O de las víctimas de las bombas de Atocha, Téllez, El Pozo y Santa Eugenia. De los heridos y de los familiares de los muertos. Las bombas del 11M las pusieron los terroristas, pero el yihadismo había crecido con la Cumbre de las Azores y la Guerra -sin amparo de la ONU- de Irak que promovió Aznar, junto a Bush y Blair. Ni les cuento lo que es también ver quebrarse a un hombre valiente, de los que se juegan su vida por los demás, cuando contempla la desidia por la que murieron sus compañeros y amigos del CNI en Irak. Y siempre el Partido Popular y la misma cúspide.  A lo largo de mi trayectoria profesional como les digo, he visto mucho de eso, menos mal que también del valor de quienes luchan contra ello. Si vuelvo a ese texto que conservo del Metro de Valencia -recuerden que también hubo un tren en Angrois, en Galicia, y muchos más “accidentes”- reparo en que hay escenas que se repiten con distintos protagonistas. “Un metro cuajado de trabajadores, de muchas mujeres y de jóvenes, desde el chico que ya nunca recogerá sus notas a la madre que no verá crecer a su hija o la anciana que se aventuró a coger por primera vez un medio de transporte que nunca había utilizado y del que ya no salió”. Y si volvemos a Valencia, a la Dana, son 228 muertos mientras su presidente andaba perdido y no han contado en rigor dónde, con quién y por qué.  Cada uno de ellos tenía una historia. Aventuremos por un momento que hay gente -normal- a la que todo eso les compensa por una gestión que les favorece. Porque el PP es un partido donde “son fascistas pero saben gobernar”, dicen, son crueles pero saben dar en la tecla. ¿Qué tecla? ¿Repasamos las corrupciones o gestiones dudosas del PP?  ¿Las privatizaciones de sectores estratégicos de España? ¿las joyas de la Corona de nuestras empresas? Casualmente, guardé un informe del Tribunal de Cuentas en el que criticaban la forma en la que se llevaron a cabo las privatizaciones de Aznar desde el mismo momento en el que llegó a La Moncloa en 1996 hasta 2002. El precio por el que el gobierno del PP “vendió parte o la totalidad de Red Eléctrica Española, Aceralia, Iberia, Minas de Almagrera y Productos Tubulares fue ”sensiblemente inferior“ al establecido en valoraciones independientes. Lástima que sus conclusiones llegaran tan tarde, en 2005.  Un sistema que desposeyó al patrimonio español de empresas esenciales: Telefónica, Gas Natural, Repsol, Endesa, Argentaria. Banco Exterior, Caja Postal, Banco de Crédito Industrial y los bancos del Instituto de Crédito Oficial, Tabacalera, Retevisión, Aldeasa, Trasmediterránea y casi cincuenta empresas más que reportaron unos ingresos de más de cuatro billones de pesetas. En las de Repsol y Endesa, en 1997 dos de los bancos de negocios que realizaron funciones de coordinación global eran a su vez accionistas de la petrolera y tenían participaciones en el capital de la eléctrica. Las empezó a vender  en su mayoría Felipe González y las liquidó en su totalidad Aznar. Nadie ha investigado el patrimonio de estos dos grandes próceres dedicados ahora a intentar tumbar al gobierno de Sánchez. Ustedes mismos pueden buscar la vida que han llevado procesos con evidencias de rotunda corrupción. Por cualquier lado que se mire. Un ejemplo entre cientos: 2013, el PP manchego admite que los 200.000 euros que recibió su gerente y cuyo recibí firmó no están en sus cuentas. El gerente los recibió en negro y nunca entraron en la contabilidad oficial. Cospedal, presidenta entonces de Castilla La Mancha dio diferentes versiones para esa “desaparición” y eso fue todo. Cospedal, la misma que ahora “no recuerda” cómo el PP montó una cloaca policial para perseguir a rivales políticos y lavar sus chanchullos. España se ha labrado a fondo una insoportable corrupción que tizna desde la derecha política a otros poderes del Estado. Y tienen el insuperable cuajo todo el aparato que trabaja en equipo de señalar unas supuestas corrupciones en la familia de Pedro Sánchez extremadamente dudosas como tales. Impactante al máximo la imputación este mismo martes del delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín, por la contratación de la asistenta de ¡Begoña Gómez! Porque fue secretario general de Presidencia. Una asistenta como las que tuvieron otros presidentes pero no le permite este juez, al parecer, a la de Pedro Sánchez. Esta imputación se produce en un momento de crispados ataques de Ayuso contra el delegado del Gobierno precisamente. Y este declaró hace solo 5 días: “espero que la Justicia sea ”tan diligente“ con la pareja de Ayuso ”como lo es en otros“ casos.” Clama que el Poder Judicial no haga nada. No todos hacen, lo que pueden hacer. O quizás es una forma de hacer, el no hacer nada. Porque es verdaderamente bochornoso que Miguel Ángel Rodríguez, director del gabinete de Ayuso, haya soltado otro de sus famosos “p´alante” con Francisco Martín. Es tan explícito que apesta. Cualquiera pensaría que ejerce de encargado de la “sección jueces” del mandato de Aznar, siempre acorde con el mínimo deseo de Ayuso. Toda esta podredumbre ha subido de tono desde que el expresidente Aznar lanzó su famoso lema golpista: el que pueda hacer que haga. Y llevamos meses viendo cómo los que pueden deshacer un país y su gobierno se aplican a fondo. Esa cadena en la que son atendidas denuncias de organizaciones de ultraderecha basadas en recortes de periódicos de la bulosfera, y edificantes jueces se empecinan durante meses y meses en encontrar culpables de delitos donde no los hay, mientras la prensa afín lo cuenta y manipula a diario y lo amplifican las tertulias y lo extienden las redes y pobres diablos sin criterios desprecian a los únicos que podrían protegerles de los depredadores. Pero hemos de preguntarnos ¿no puede “hacer” nada un gobierno legítimo? Preocupa la falta de reacción contundente de Sánchez, por muchos que sean los problemas que ha de acometer, que lo son. Al fiscal general del Estado lo tiene casi maniatado la denuncia del novio, presunto defraudador, de Ayuso, la preboste del PP ejemplo de los más sucios males de su partido. Y se diría que no acomete las denuncias que competen a su cargo y menos tras el fiasco previsible del acuerdo para el CGPJ. Pero tiene que haber, hay, jueces que estimen su alta profesión y se tomen en serio lo que está ocurriendo en España. Y la valentía de combatir la desinformación que favorece a lo más abyecto del equipo que hace “porque puede”... tanto daño: hay que evitar que pueda con toda la fuerza de la ley. ¿Todo lo pueden ¨hacer“ los desestabilizadores y no el gobierno y las instituciones? Apaga y vámonos entonces, pero no es creíble. Todavía hay en este país gente honrada y demócrata con la que se puede contar. Que, eso sí, vive ya entre la rabia y la desesperación.
eldiario
hace alrededor de 6 horas
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