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Una intuición tentadora

Es difícil subirse a un AVLO –la línea low cost, es un decir, de Renfe– y seguir confiando en el progreso: los asientos parecen diseñados por un faquir, el aislamiento acústico se lo debieron encargar al mismo manitas que trabajó en el Bernabéu y la optimización del espacio ya la están estudiando en las oficinas de Ryanair («si ellos han sustituido la cafetería por una máquina de vending, ¿por qué no vamos a poder apilar a los pasajeros de tres en tres?»). Dicen que los AVLO han democratizado el tren de alta velocidad, pero hace mucho que democratizar (verbo horrible, adjetivo fatal) significa ofrecer peores servicios a más gente a un precio inferior que el del servicio normal, que pasa... Ver Más
abc.es
hace alrededor de 10 horas
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