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Menos mal que nos queda ¿España?

Menos mal que nos queda ¿España?
Tras las elecciones portuguesas, España se queda como el único entre los grandes países europeos donde la ultraderecha no gobierna ni es decisiva, y tampoco crece irresistible. Pero el optimismo se esfuma cuando nos miran de cerca Tú no te acuerdas porque eres muy joven, pero hubo un tiempo en que la península ibérica era el único territorio europeo sin partidos ultraderechistas en sus parlamentos. No te puedes acordar porque de eso hace cinco o seis años, es decir un siglo, pero españoles y portugueses presumíamos de ser la “excepción ibérica”: mientras en toda Europa la extrema derecha avanzaba elección tras elección, aquí estábamos vacunados. ¿Fachas a nosotros? Ja. Nos vacunaban largas dictaduras de las que todavía teníamos memoria. En el caso español nos protegía un sistema político a prueba de extremismos: el bipartidismo. Y Portugal había salido de su dictadura con una revolución democrática, pacífica y florida que desfascistizó el país. A nosotros no nos podía pasar (como tampoco les podía pasar a los alemanes, protegidos por la memoria infame del nazismo y una democracia combativa. ¿Neonazis a ellos? Ja). Entonces asomó Vox, primero en Andalucía, después en el Congreso y finalmente en ayuntamientos y gobiernos autonómicos pactando con el PP. Ah, pero Portugal seguía libre de ultraderecha, con solo un diputado de Chega en las elecciones de 2019. Los españoles citábamos con gracia a Siniestro Total: “menos mal que nos queda Portugal”, y bromeábamos con exiliarnos allí si las cosas se ponían feas. Pues no, ya no nos queda Portugal: los ultras de Chega pasaron de 67.000 votos en 2019 a 400.000 en 2022, más de un millón en 2024, y casi 1,4 millones el pasado domingo, disputando el segundo puesto a los socialistas. Se cumple de nuevo la maldición europea de los últimos años: cada vez que se abren las urnas, gana terreno la ultraderecha, mientras la izquierda cae y cae, desarmada y falta de respuestas ante el malestar ciudadano (malestar que, en el caso de Portugal, tiene un elemento común con España: la crisis de vivienda. Mira tú por dónde). Así que España se queda como el único, entre los grandes países europeos, donde la ultraderecha no gobierna ni es decisiva, y tampoco crece irresistible: en las generales de 2023 Vox se dejó veinte escaños y, aunque es tercera fuerza, cuenta con uno de los apoyos más bajos de Europa, muy por debajo de sus partidos hermanos. “Menos mal que nos queda España”, dirán ahora portugueses, franceses, alemanes o italianos. “Menos mal que nos queda España”, hasta que nos miran un poco más de cerca: un gobierno progresista que apenas puede legislar, una mayoría de comunidades y ayuntamientos en manos de la derecha con la ultraderecha, el presidente dedicado con todas sus fuerzas a resistir el acoso, la izquierda a la izquierda del PSOE desfondada y dividida, y los ciudadanos progresistas desmovilizados, desmoralizados y rezando porque la legislatura dure todavía unos años y mientras tanto pase algo que por arte de magia evite un próximo gobierno de PP y Vox. Podemos esperar a que en efecto pase no sabemos qué, cualquier cosa que nos permita salvar otra vez los muebles como en 2023. O podemos hacer algo. Qué.
eldiario
hace alrededor de 9 horas
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