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China hace acopio de los minerales críticos para el coche eléctrico

Existen metales de los que dependen las comunicaciones globales del mundo. Para que quede claro: sin ellos, no habría internet. Solo eso hace que se les considere estratégicos, pero si a la ecuación se le suman tensiones de comercio internacionales y una industria minera dominante a escala global, la receta del conflicto internacional está servida. Después de que China y EE.UU. se enfrentasen imponiéndose aranceles de hasta el 145%, Pekín añadió siete minerales a su listado de exportaciones controladas a las 17 tierras raras aceptadas, lo que hará que estos requieran una nueva clasificación, que podrá tardar meses en aprobarse y, hasta entonces, reducir su comercio internacional hasta el mínimo. Esto ya ocurrió a finales del año pasado con el galio, el germanio y el antimonio, elementos clave en las industrias tecnológicas, especialmente en la de semiconductores. Los últimos elementos en ser clasificados por parte de China son el samario, gadolinio, terbio, disprosio, lutecio, escandrio e itrio. Salvo los dos últimos, estos pertenecen a la familia de los lantánidos –números atómicos del 57 al 71 en la tabla periódica– y tienen aplicaciones críticas a la hora de construir pantallas, equipo médico y de defensa, además de imanes poderosos, que son la base de los motores de los coches eléctricos y los generadores eólicos. Hoy en día, se extraen unas 400.000 toneladas de tierras raras al año, y China domina el mercado global, con un 69%. Pekín alegó que estos minerales son de «uso dual», es decir: aunque tienen aplicaciones civiles, tambié se pueden emplear con fines militares y, por lo tanto, deben de ser controladas. De los siete minerales que se limitaron, brillan por su ausencia el neodimio y praseodimio, que son usados para hacer los potentes imanes, pero, según los analistas, son dos de los más comunes y China sigue dominando su distribución, con un 89% del total mundial. Le siguen Malasia, con un 8,1% y EE.UU. con un 1,7%. A pesar de ser llamadas tierras raras, los lantánidos no son particularmente difíciles de encontrar en la corteza terrestre. Sin embargo, no son fáciles de refinar, porque no se suelen encontrar concentrados, sino que están diseminadas y requieren de procesos complejos para refinarlos. Lo que hace interesantes a las tierras raras son su composición interna, dado que cuentan con más electrones alrededor de su núcleo que los que orbitan normalmente en el resto de elementos. Por ejemplo, el neodimio cuenta con cuatro de ellos 'libres' que giran en el mismo sentido. Esto provoca que se generen los polos positivo y negativo y generen campos magnéticos prácticamente permanentes y se pueda usar su fuerza en aplicaciones de electricidad. El neodimio es un gran ejemplo, porque además puede transformar la energía en movimiento o al revés: el movimiento en energía, por lo que se usa en vehículos cero emisiones y en generadores eólicos. A pesar de estas cualidades, el neodimio necesita mezclarse con otros metales para formar aleaciones resistentes, otra virtud de las tierras raras. En su estado más puro, las fuerzas magnéticas del neodimio comienzan a deteriorarse a partir de los 80º –un motor eléctrico los supera con facilidad–, y además es propenso a oxidarse y resquebrajarse. Para funcionar con las revoluciones y temperaturas necesarias de un vehículo eléctrico, el neodimio se suele asociar con el disprosio. Desde Porsche, cuyos ingenieros saben algo sobre la construcción de motores eléctricos de altas prestaciones, afirman: «Ninga alternativa alcanza la densidad de potencia y el rendimiento de los motores síncronos de imanes permanentes con tierras raras. Es poco probable que el neodimio, el disprosio y el terbio sean sustituidos a corto plazo, especialmente en coches deportivos». Un coche eléctrico tiene unos 500 gramos de tierras raras en su interior, elementos que casi no aparecen en los modelos de combustión –salvo en pequeñas cantidades para la electrónica y la iluminación–. Debido a que la descarbonización es el segmento con mayor crecimiento proyectado para el futuro –no solo a nivel de transporte, sino en el energético–, se estima que la demanda de las tierras raras se multiplique por 20 hasta 2040. Además de las tierras raras, son esenciales el cobre, el níquel, el manganeso, el cobalto, el grafito y el litio para el coche eléctrico. Se estima que cada vehículo cuenta con unos 207 kilos de estos elementos en su composición, casi seis veces más que un coche térmico. Aunque China controla la distribución y gran parte de las operaciones mineras para extraer estas materias primas, muchas de ellas se encuentran fuera de sus fronteras. Un ejemplo es el litio, la base química de las baterías, cuyas reservas están localizadas principalmente en sudamérica, en Chile, Bolivia, Argentina y Brasil. El Gobierno de este último país ha puesto en marcha un plan de incentivos de 815 millones para fomentar el desarrollo de proyectos relacionados con minerales estratégicos y tierras raras. Pero no es solo el afán por parte de los países de proteger su posición en un mercado que promete crecimiento y lucro espectaculares; las compañías también están apresurándose por crear 'joint ventures' y refinerías en lugares estratégicos, como Canadá, que cuenta con reservas minerales propias, pero ha comenzado a invertir en regiones cerca del polo productivo de energías limpias –China– como Laos. Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), la demanda del litio prácticamente se duplicará hasta 2040 –a día de hoy, la industria automotriz ya supera la electrónica de consumo como mayor comprador de este elemento–, el cobre aumentará un 40%y el níquel y cobalto un 70%. El problema al que se enfrenta Pekín es que su relativa falta de yacimientos pueda hacer que se enfrente a los gobiernos locales por asegurar la extracción. Por ello, sus mineras ya han comprado operaciones sudamericanas.

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