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Volkswagen paralizará dos fábricas alemanas por la baja demanda de eléctricos

El Grupo Volkswagen atraviesa un momento difícil de ajustes en su negocio como consecuencia de su apuesta por los vehículos eléctricos. El fabricante alemán ha anunciado paradas temporales en dos de sus plantas de Alemania debido a una demanda más débil de lo esperado, al tiempo que ha alcanzado un acuerdo con los sindicatos para reducir capacidad sin recurrir al cierre de fábricas ni a despidos forzosos. La fábrica de Zwickau, dedicada en exclusiva a modelos eléctricos, detendrá su producción durante una semana a partir del 6 de octubre. Según un portavoz del centro, el parón responde a la caída en la demanda del Audi Q4 e-tron, un SUV eléctrico que se ha visto perjudicado por los aranceles de Estados Unidos. En paralelo, la planta de Emden, situada en la costa norte del país y responsable de la producción de los ID.4 e ID.7, también ha reducido horas de trabajo y se prepara para paradas adicionales de las líneas de montaje en los próximos días, según informa Bloomberg. Ambas fábricas producen exclusivamente vehículos eléctricos, lo que las hace especialmente vulnerables a las vaivenes de la demanda en este segmento. Aunque Volkswagen ha visto crecer sus ventas de coches eléctricos en Europa, el ritmo de expansión es más lento e irregular de lo que la compañía tenía previsto. La situación se complica además por el exceso de capacidad productiva en un contexto en el que la compañía busca reforzar su competitividad y frenar la pérdida de cuota de mercado ante rivales chinos. En cuanto a Tesla, el grupo alemán ya entrega más volumen que la estadounidense. En este escenario, la dirección del grupo y los líderes sindicales han alcanzado un acuerdo tras tres meses de tensas negociaciones que amenazaban con nuevas huelgas. El pacto, anunciado el viernes por el comité de empresa, garantiza la continuidad de las diez plantas alemanas de la marca Volkswagen y amplía los compromisos de seguridad laboral hasta 2030. A cambio, los trabajadores han aceptado renunciar a algunos beneficios, reducir el número de aprendices que pasarán a plantilla fija y recortar la capacidad en cinco centros de producción, lo que supone varios cientos de miles de vehículos menos al año. Las medidas pactadas se quedan lejos de las drásticas reducciones que la dirección había planteado en un primer momento. El plan original incluía el cierre de tres fábricas y recortes salariales significativos, así como despidos de más de 30.000 personas, con el objetivo de ajustar costes y hacer más competitiva a la marca. La resistencia sindical logró frenar esas propuestas, pero la dirección consiguió finalmente trasladar la producción del Golf, su modelo más emblemático, de la planta de Wolfsburg a México y reducir capacidad en Zwickau, una de las instalaciones clave para su estrategia eléctrica. El acuerdo se inscribe en el marco de la profunda reestructuración emprendida por Volkswagen el año pasado, que contempla la eliminación de 35.000 empleos en Europa de aquí a 2030 mediante prejubilaciones y ajustes naturales, pero sin despidos forzosos. Tanto Emden como Zwickau habían sido señaladas como puntos críticos dentro de esa negociación, y ahora ven reforzada su continuidad a medio plazo gracias al pacto alcanzado. Para Oliver Blume, consejero delegado del Grupo Volkswagen, el compromiso supone un balón de oxígeno en un momento en el que la compañía enfrenta varios frentes: la pérdida de cuota de mercado en China, la ralentización de la demanda de eléctricos en Europa y Estados Unidos, y el reto de gestionar una transición tecnológica que exige inversiones millonarias en baterías, software y nuevas plataformas.

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