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Comprueba si eres una persona agresiva y peligrosa cuando conduces

Todos los conductores adoptan, en mayor o menor medida, ciertas costumbres al volante, pero muchas de ellas no solo resultan molestas para los demás usuarios de la vía, sino que suponen un riesgo para la seguridad y están penalizadas con importantes multas e incluso la retirada de puntos. Según la DGT, el cierto grado de aislamiento y anonimato que proporciona el vehículo facilita la expresión de impulsos, como la agresividad, que de otra forma inhibimos. Factores externos como el tráfico denso, las prisas o los problemas de aparcamiento pueden desencadenar reacciones agresivas de palabra, con gestos o con el propio vehículo. Estos impulsos pueden desembocar en conductas agresivas al volante, un factor de riesgo que puede estar relacionado con numerosos accidentes de tráfico. Según un estudio de la Fundación Línea Directa en colaboración con INTRAS (Instituto Universitario de Investigación de Tránsito y Seguridad Vial de la Universidad de Valencia) sobre la influencia de la agresividad en los siniestros de tráfico, el 10% de los conductores españoles son agresivos al volante. Estas actitudes multiplican por 10 el riesgo de sufrir un accidente con víctimas, y por 30 el de accidente con heridos graves. Existen estudios que demuestran que la agresividad no solo ha sufrido un aumento significativo en los últimos años, sino que puede convertirse en una actitud característica del conductor europeo medio. Es importante destacar que el concepto de agresividad en la conducción incluye tanto la expresión verbal (grito, insulto…) y la física (miradas, agresión, gestos…) como el propio uso del vehículo (conductas bruscas, no respeto de la distancia de seguridad…). Una serie de actitudes habituales pueden convertirnos en conductores temerarios, advirtiendo además que, en caso de percance, algunos de estos hábitos podrían llevar a que la compañía de seguros decline la cobertura. Expertos en seguros online como Cleverea repasan una serie de actitudes habituales que pueden convertirnos en conductores temerarios, advirtiendo además que, en caso de percance, algunos de estos hábitos podrían llevar a que la compañía de seguros decline la cobertura. Uno de los mayores focos de molestia y riesgo es el uso incorrecto del alumbrado, especialmente las luces antiniebla y las luces largas o de carretera. Las luces antiniebla traseras, que son obligatorias en todos los coches, son faros muy potentes que, si se encienden sin necesidad, molestan y confunden a otros conductores con las luces de freno. Deben usarse solo cuando la niebla es muy densa, al punto de reducir la visibilidad a menos de 20 metros, y es crucial apagarlas en cuanto las condiciones mejoren. Por su parte, las luces antiniebla delanteras pueden usarse con lluvia intensa, nubes de polvo o en carreteras estrechas con muchas curvas. Del mismo modo, el mal uso de las luces largas es motivo de sanción. Si bien son necesarias en vías mal iluminadas y de noche, es imprescindible desactivarlas de inmediato al cruzarnos con otro vehículo o si un coche circula en el mismo sentido a menos de 150 metros. En todos estos casos, el uso inadecuado del alumbrado se considera una infracción grave que puede acarrear una multa de 200 euros. Adicionalmente, el uso de ráfagas para instarle a ir más rápido o para avisar de la presencia policial también está sancionado con 80 euros, ya que puede poner nervioso al otro conductor o ser considerado un uso indebido de las señales. Dos de las infracciones más frecuentes y peligrosas tienen que ver con la posición del vehículo y la gestión de la distancia. Dejar un espacio insuficiente con el vehículo de delante, es decir, no respetar la distancia de seguridad, es la causa de uno de cada seis accidentes, según Cleverea. La norma básica exige mantener una distancia de unos 3 segundos para permitir la frenada de emergencia. Existe la llamada regla del cuadrado para calcularla: tomar la velocidad (por ejemplo, 100 km/h), quitar la última cifra (10) y multiplicarla por sí misma (10×10=100 metros). Si el pavimento está mojado, esta distancia debe duplicarse. Incumplir esta norma supone una multa de 200 euros y la retirada de 4 puntos. Por otro lado, circular por el carril central o izquierdo en autopistas sin necesidad, cuando la norma obliga a circular por el carril derecho, entorpece la circulación, impide que los vehículos más rápidos adelanten correctamente y conlleva una multa de 200 euros. Mantenerse muy pegado a la línea que separa dos carriles también es un hábito molesto, ya que complica la maniobra de adelantamiento al reducir el espacio y generar incertidumbre sobre la intención de la persona al volante. Finalmente, existen otros hábitos cotidianos que suponen un gran riesgo para la convivencia y la seguridad. Respecto a las rotondas, como norma general, se debe entrar y salir de ellas solo por el carril exterior. Si se realiza la maniobra de forma incorrecta, especialmente sin señalizar con el intermitente, aumenta el riesgo de colisión. Los expertos alertan de que, ante un siniestro por esta causa, el conductor infractor podría ser considerado responsable por la aseguradora, además de arriesgarse a una multa de hasta 500 euros y la pérdida de 6 puntos del carné. Por último, llevar la música a todo volumen no solo es una molestia, sino que impide que otros conductores y peatones escuchen lo que sucede a su alrededor. Cada ciudad establece límites de decibelios, y superarlos puede acarrear una multa de hasta 3.000 euros, en función de cuánto se supere la barrera establecida.

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