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El chantaje de Ryanair

No hace tantos años que subirse a un avión era un artículo casi de lujo. Una no es tan vieja para mirar hacia atrás; pero antaño –se lo juro a los más jóvenes– viajar en la clase turística no era sinónimo de hacinamiento. Si volabas a la hora de comer o cenar, el menú iba incluido en el precio del billete que, insisto, no era nada barato. Pero es que sólo los muy pudientes hacían escapadas de fin de semana a Roma o París como quien iba a Los Caños. Volvamos al pasado. Los pasajeros acudían a los mostradores de facturación sin lanzar plegarias al viento para que no te pesara en exceso la maleta y te hicieran pagar. Nadie... Ver Más

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