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La cajita del PP: la condonación de la deuda autonómica

La cajita del PP: la condonación de la deuda autonómica
En el caso de los contorsionistas se denomina hiperlaxitud articular, que no es otra cosa que el aumento exagerado de la movilidad de las articulaciones que les permiten hacer números de circo. Después de haber demonizado la medida que alivia las cuentas de todas las comunidades que gobiernan, ¿cómo podrán acogerse a ella sin hacer el ridículo? Y si no lo hacen, ¿acaso piensan que podrán capitalizar políticamente la renuncia a recursos? Hace cinco años, la contorsionista china Zhu Huajie batió un récord. Consiguió meterse en una pequeña caja transparente de 40 centímetros de lado totalmente con la espalda doblada al revés. Hasta podía cerrarse la caja. Pero realmente lo suyo queda en nada al lado del espectáculo que están proporcionando Feijóo y los líderes territoriales del PP para responder a la aprobación del Anteproyecto de Ley que condonará parcialmente la deuda autonómica. La medida beneficiará a todas las comunidades de régimen común, independientemente de que tengan o no deuda con el Fondo de Liquidez Autonómica, ya que les permitirá reducir sus pasivos en 83.252 millones, un 25,8% de la deuda pública de dichas comunidades autónomas a final de 2024.  El objetivo no es otro que corregir el sobreendeudamiento al que se vieron abocadas las comunidades autónomas en la crisis de 2008 y que contrasta con el apoyo que ha dado el Gobierno central durante la pandemia.  Más allá de que es incuestionable que el PSOE no habría llegado a este acuerdo sin la necesidad de apoyos parlamentarios y que fue la negociación con ERC la que abrió la puerta a esta quita, esta actuación es coherente con la política de apoyo financiero a las Comunidades Autónomas que ha aplicado el Gobierno tras la moción de censura de 2018 y que ha supuesto recursos récord para todos los territorios. También es innegable que la metodología para el cálculo de la condonación responde a criterios objetivos, transparentes, de carácter técnico e iguales para todas las comunidades autónomas y que supondrá una considerable reducción de los gastos financieros (-24%) con respecto a los que tendrían que satisfacer en los próximos tres ejercicios. Según mis cálculos a partir de datos del Ministerio de Hacienda y de Fedea, la condonación supondrá para las comunidades un ahorro de algo más de 7.000 millones de euros en intereses en los próximos tres años que podrán destinar a mejorar sus servicios públicos, aunque, eso sí, la versión inicial aprobada en Consejo de Ministros no las exime de cumplir las reglas fiscales que desde 2012 limitan el gasto de cada autonomía. Y ese límite sigue siendo el mismo, aunque se produzca este considerable ahorro en intereses. En definitiva, esos 83.252 millones de euros de deuda no desaparecen, sino que se trasladan de sitio. Es decir, los asume el Estado para que las comunidades de régimen común puedan liberar los recursos que dedican a pagar esa deuda y destinarlos a mejorar servicios públicos. Ese movimiento contable nos beneficia a todas y todos porque el Estado se financia más barato que lo que harán las comunidades autónomas en los mercados. Para muestra, un botón. La Comunidad de Madrid que no ha recurrido a la financiación estatal, paga un elevado sobrecoste por esa decisión plagada de soberbia. Casi un punto porcentual más de tipo de interés y 300 millones de euros adicionales pagamos por la chulería las y los ciudadanos gobernados por Ayuso. Para calcular qué importe se condona a cada comunidad autónoma se ha establecido un procedimiento en tres fases. En la primera se calcula el aumento de la deuda que las regiones registraron en el peor momento de la crisis entre 2009 y 2013 y se compara con el que registraron durante otro 'choque' económico de gran magnitud, la pandemia de Covid, entre finales de 2019 y finales de 2023. En el primer periodo, su deuda se disparó en 109.582 millones, mientras que en el segundo -debido a que el Estado asumió el grueso de las medidas anticrisis- aumentó menos, en 29.272 millones. La diferencia son esos 80.310 millones de sobreendeudamiento que es la cuantía inicial a condonar. De esa cantidad tres cuartas partes se reparten en función de la población ajustada, esto es, teniendo en cuenta sus necesidades según criterios como el de la población envejecida o la dispersión. El reparto tiene en cuenta a las autonomías más endeudadas y a las que reciben un peor trato del sistema de financiación, como es el caso de Andalucía. El importe de deuda máximo a asumir por el Estado de cada región será el 50% de su deuda a 31 de diciembre de 2023. Según Hacienda, los ajustes más relevantes de este sistema buscan compensar e igualar a las comunidades en dos ratios: deuda condonada sobre el total y deuda condonada por habitante. Más allá de que cada comunidad autónoma puede aspirar legítimamente al traje que mejor se le ajuste, es indudable que hay criterios objetivos y que todas mejoran considerablemente su posición. El promedio de la condonación con respecto a la deuda pública del total de comunidades de 2024 es del 25,8% pero la horquilla es amplia. La Comunitat Valenciana y Catalunya tienen los porcentajes más bajos de condonación (18,6% y 19,2% respectivamente) frente a Canarias y Andalucía (49,6% y 46,4% respectivamente). Y ahí es donde empieza la competencia del PP con la contorsionista china Zhu Huajie que ha dejado a esta mujer a la altura del betún. Feijóo y sus barones territoriales han demostrado que son extraordinarios a la hora de demostrar una prodigiosa capacidad para doblar la cintura, el tronco y las extremidades de forma espectacular. Porque su primera tesis de que la condonación era una concesión a un territorio se desmontó como un castillo de naipes porque “había café para todos”. No solo eso. Lo más complicado era explicar que algo que habían arrancado los malvados independentistas, se había convertido en un instrumento (la condonación) que beneficiaba en un 72% del total a territorios gobernados por el PP y que el porcentaje de quita es superior al promedio en sus comunidades (28% con respecto a la deuda de 2024) que en el resto (21%). La “flexibilidad” del PP le permitió doblar el espinazo en forma casi milagrosa para convertir esa herramienta que libera en casi 60.000 millones de euros de deuda a comunidades autónomas que gobiernan ellos en un “reparto de las deudas que otros han generado”, en una “trampa” y en una medida “que beneficia a los que peor han gestionado”. Si así fuese, territorios que han gobernado y que son los que más recursos reciben, no quedan precisamente en buen lugar.  Las trolas han continuado porque al PP no le bastaba lo de echar la culpa a los que quieren romper España como argumento para meterse en la caja. Y han pasado a minimizar la importancia de la quita. Después de todo, entiéndanme la ironía ¿a quién le apetece que le reduzcan su gasto financiero un 28% y su deuda en casi un 26%?  Pero el contorsionismo extremo les sitúa en posición de hacer el ridículo y complica sobremanera la gestión en el PP. El “no a todo” de Feijóo hace que sus comunidades autónomas tengan que renunciar hasta a regalos que les vendrían fenomenal para tener una buena foto de ejecución cuando tengan que presentarse a las próximas elecciones autonómicas. Y no es que esta buena y necesaria medida no tenga claros elementos de mejora. Por supuesto que hay críticas muy pertinentes a la propuesta del Gobierno. La fundamental es que no deja de ser un parche y que deberíamos seguir aspirando a soluciones globales del sistema de financiación autonómico (y, por cierto, también del local, siempre el eterno olvidado). Hasta que eso no ocurra, no habrá un modelo de financiación autonómico justo y aceptable para todos los territorios que debe ser capaz de hacer efectiva la igualdad entre los ciudadanos, a la vez que reconoce la diversidad. Para ello, hay que poner en el centro del debate a las personas y no a los territorios porque no son los territorios los que contribuyen ni los que hacen uso de los servicios públicos, sino quienes residen en ellos. Son las personas las que pagan impuestos y reciben servicios públicos, no los territorios. Esa imprescindible reforma del Sistema de Financiación Autonómico debe proporcionar más recursos, potenciar la imprescindible vertebración territorial y la satisfacción de los derechos de la ciudadanía del conjunto del estado. Eso es solo posible con un modelo federal, solidario y de suficiencia financiera vinculada al mantenimiento de los Servicios Públicos y a la población y no a los territorios para convertirlo en un instrumento útil para la clase trabajadora, la de Catalunya y la del resto de territorios del estado plurinacional.  Pero seamos realistas. No hay mimbres para una reforma del sistema de financiación autonómico. Ni mayorías que puedan acordar cambios importantes en el mismo. Por eso, este Plan de reducción de la Deuda que ya hemos dicho que solo alcanza la categoría de “parche” debería ser saludado como un buen primer paso. Eso sí, la condonación debería estar condicionada a incrementar el gasto y la inversión en los servicios públicos esenciales (educación, sanidad y servicios sociales) y a la no realización de rebajas impositivas en los tributos cedidos ni en los impuestos propios por parte de las comunidades autónomas beneficiadas.  Lo lamentable es que la extrema habilidad del PP de contorsionismo para poder oponerse hasta a las decisiones del Gobierno que les benefician es un grave problema para un partido que se califica a sí mismo “de estado”. De hecho, lo que está haciendo Feijóo es meterse en una caja pequeñita como Zhu Huajie y eso solo puede ocurrir si tienes una enfermedad. En el caso de los contorsionistas se denomina hiperlaxitud articular, que no es otra cosa que el aumento exagerado de la movilidad de las articulaciones que le permiten hacer números de circo. Después de haber demonizado la medida que alivia las cuentas de todas las comunidades que gobiernan, ¿cómo podrán acogerse a ella sin hacer el ridículo? Y si no lo hacen, ¿acaso piensan que podrán capitalizar políticamente la renuncia a recursos? La “enfermedad” de Feijóo y sus barones territoriales hará más chiquito su espacio político y limitará su capacidad para negociar soluciones razonables para los problemas más importantes de este país.  No seré yo quien llore por los errores que cometa la derecha desde el punto de vista de su estrategia, pero, lamentablemente, los platos que rompan con sus movimientos espasmódicos, los pagaremos todas y todos.
eldiario
hace alrededor de 23 horas
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