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El final del verano y el final de aquellos veranos

El final del verano y el final de aquellos veranos
Inevitable un pellizco de nostalgia por aquellos veranos, aunque los sepamos falsos. Es 26 de agosto y la liga va ya a por la tercera jornada, hace semanas que nos avisan de “la vuelta al cole más cara de la historia”, se celebra consejo de ministros y cuatro miembros del Gobierno comparecen en el Senado. El final del verano se adelanta un poco más cada año Ay, llega finales de agosto y me pincha fuerte la nostalgia. No la nostalgia de este verano que se va, sino la nostalgia de aquellos veranos que se fueron del todo, que ya no son. Ah, aquellos sí que eran veranos dignos de tal nombre, con su canción del verano y sus serpientes de verano y sus amores de verano; aquellos veranos que se acababan oficialmente el último día de agosto cuando empezaba la liga, el Corte Inglés lanzaba su campaña de “Vuelta al cole”, reaparecían los rostros políticos en el telediario con el bronceado de sus vacaciones, TVE programaba el capítulo final de ‘Verano azul’ y Pancho corría detrás del coche de Julia. Venga, cantad conmigo y con el Dúo Dinámico: “eeel finaaaal del veranooooo… Llegooooó… Y tú partiraaaaás…” Piel de gallina, ¿eh? ¡Zas! Jo, vaya colleja me acaba de pegar una de mis hijas. Se me han caído las gafas del sopapo. Y bien dado, gracias. Tengo aleccionadas a mis hijas para que me den un pescozón en cuanto me ponga tontorrón con la nostalgia. También tienen permiso para burlarse de mí cada vez que inicie una frase con la fórmula “en mis tiempos…” Ahora ya son adolescentes, y sus bromas se han convertido en escarnio sin piedad a poco que su padre evoca la edad de oro perdida. Me quitan las tonterías en un minuto. Son mi cable de seguridad contra el “antes todo esto era campo”. Como toda nostalgia, la de aquellos veranos es tramposa, seguramente nunca existieron, no como los recordamos y añoramos, idealizados por el paso del tiempo y su pérdida. Uno empieza echando de menos aquellos agostos en que el país entero cerraba; después siente añoranza por un pasado en que las familias vivían con un solo sueldo y tenían la hipoteca pagada y segunda residencia en la playa; y acaba echando de menos formas políticas y sociales pretéritas, y votando a quien prometa recuperar las glorias de antaño. Y sin embargo, cuando hoy tarareemos “el final del verano” en la muerte de Manuel de la Calva, será inevitable sentir un pellizco de nostalgia por aquellos veranos, aunque los sepamos falsos. Es 26 de agosto y la liga de fútbol va ya a por la tercera jornada, hace semanas que nos avisan de “la vuelta al cole más cara de la historia”, se celebra consejo de ministros y cuatro miembros del Gobierno comparecen en el Senado. La sensación es que el final del verano se adelanta un poco más cada año, como el final de mes al que cada vez llegamos antes. Todo además en un agosto en que hemos tenido canutazos de gobierno y oposición a diario, con las tertulias televisivas carburando al mismo ritmo y con los mismos rostros que el resto del año. Y no por los gravísimos incendios, pues hace ya tiempo que ni la política ni las tertulias ni la bronca bajan la persiana en agosto, como sí pasaba en mis tiempos (¡zas, otra colleja!). Es legítimo echar de menos veranos azules, pero asumiendo que, si alguna vez existieron, ya no volverán. Hoy cada uno azula como puede su verano, su desconexión y descanso, su verano que sea algo más que reparar los destrozos del curso pasado y coger fuerzas para el venidero. Espero que lo hayas encontrado. Ánimo.

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