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Lo siento, es periodismo

Lo siento, es periodismo
Salta a la vista que en toda la serie el que peor queda es Sánchez y el que más mesurado, educado y servicial se presenta es Ábalos que, a pesar de su particular idiosincrasia, parece de altos vuelos frente a un presidente que muestra su desprecio por sus correligionarios Yo creo que los injustos duermen mejor, porque todo les da igual. Romain Gary Saben de memoria que periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques y que el resto es propaganda. Se lo atribuyen a Orwell pero hay dudas así que no me mojo. La frase es cojonuda proceda de dónde proceda. Siempre es el qué y no el quién. El periodista está ligado a la verdad y debe obtenerla de forma lícita. Esa es la norma. Un periodista no puede asaltar un despacho o poner escuchas o una navaja en el cuello a alguien para que le dé información de interés; el periodista obtiene lícitamente la información y no se responsabiliza del origen de la misma. La información relevante casi siempre procede de alguien que la ha obtenido de forma subrepticia y que arriesga para ofrecerla o bien tiene interés en ofrecerla, esto último tampoco la invalida, los mejores testigos de cargo suelen tener poderosas razones personales para serlo. Por supuesto que nunca se ha cuestionado a este medio ni a la Cadena SER por hacer público un mensaje privado entre un abogado y un fiscal, a pesar de estar reforzado por la especial relación de secreto profesional del letrado y la del funcionario, sino que siempre se ha investigado si algún funcionario con deber de secreto lo incumplió para difundirlo. Hay que recordar que los mensajes entre el ministro de Transportes y el presidente del Gobierno o entre el secretario de Organización y el secretario general no se encuentran incluidos en ningún procedimiento judicial -aún- y, por lo tanto, hay que desestimar que algún funcionario de ese ámbito haya cometido un delito de revelación de secretos que no posee. Los correos de Blesa no estaban en un procedimiento judicial al ser publicados, pero llegaron a estarlo, por ejemplo.  Apuntan otros hacia la UCO, que sí tiene en su poder dos pendrives incautados a Koldo, que los custodiaba por cuenta de Ábalos, sin reparar en que se han publicado mensajes de fechas posteriores a la mudanza en la que el exministro afirma habérselos confiado a su edecán. Por otra parte salta a la vista que en toda la serie el que peor queda es Sánchez y el que más mesurado, educado y servicial se presenta es Ábalos que, a pesar de su particular idiosincrasia -esa que le hemos visto en declaraciones a las que falta el palillo en la boca- aparece de altos vuelos frente a un presidente que muestra su desprecio por sus correligionarios, por sus socios de gobierno, por sus propios ministros y por adversarios de otros partidos. No deja de ser curioso. Dijérase que Ábalos es ejemplo de contención frente a Sánchez. Saquen conclusiones. Tampoco ha montado en cólera ante la publicación. Vamos que esto suena a un quinto levanta, tira de la manta por vía directa, indirecta o interpuesta, que tanto da. Así nos enteramos de que iban a controlar la Sala II por la puerta de atrás, por ejemplo, o recuerden el famoso caso de 1991, esas cintas que oímos en la SER en las que un secretario de organización del Psoe, Txiqui Benegas, ya decía que “el problema era el One” o sea “Dios” o sea el presidente o sea Felipe González.  El contenido de los mensajes es privado pero no íntimo. Una distinción que a algunos les parecerá baladí pero que en términos jurídicos y de deontología periodística resulta sustancial. Lo íntimo difícilmente puede considerarse de interés para la formación de una opinión democrática libre e informada excepto... excepto que como ha sucedido en algunos países o sucede con Ábalos lo íntimo demuestre la hipocresía y la mentira de un gobernante o afecte a otros comportamientos que sí tienen relevancia pública (como meter a tus ligues en empresas públicas a las que no acuden, con la pasta de todos). ¿Qué hay íntimo en los mensajes que hemos conocido? Nada. De hecho me consta que los colegas están teniendo especial cuidado con cualquier cuestión que abandone el terreno del interés público. Ellos y su miríada de abogados.   ¿Tiene interés el contenido de los mensajes? No sería periodista si dijera que no, lo que no empece para reconocer que hay gente en la profesión con poco olfato periodístico,  se trata de un don y no se adquiere con el título universitario. El contenido está siendo modulado, otra vieja costumbre de la profesión y ha ido e irá in crescendo. De momento permite conocer el modo en el que el poder se ejerce, una subyugante incógnita que siempre, siempre, ha interesado tanto al periodismo como a la opinión pública. Desvela datos sobre la personalidad del poderoso y su relación con el propio ejercicio del mismo; no hace falta decir que la forma de liderar de Sánchez no sale favorecida y de eso no tienen la culpa ni el filtrador ni los periodistas ni los ojos que los leen. Al parecer el líder -al que Ábalos le reconoce su capacidad y su forma de liderar casi hasta la nausea- no sólo es el mejor, sino que está rodeado de una panda que está a años luz y deja mucho que desear. Así que o los desmerece para merecer o, efectivamente, no son los mejores y aun así los acepta. No son solo los compañeros de partido, los que no comulgan con todo, sino los socios de gobierno -¿gobernar con maltratadores estultos haciendo de la necesidad virtud?-, los políticos de otro signo y hasta sus propios ministros. He de decir que, en mi opinión, de tamaña escabechina sale bien parada Robles que si “duerme con el uniforme puesto” será porque se ha tomado en serio lo que hace y lo humillante, no ciertamente para ella, es que una actitud comprometida sea motivo de befa. Llegamos finalmente a la existencia del amigo invisible, el buen amigo invisible, el que por encima de ministros, asesores y técnicos tiene la confianza del presidente del Gobierno para enviarle indicaciones sobre lo que debe hacerse con las empresas de aerolíneas en España. Ni siquiera entro aún en que este amigo se materializara cinco días después de la supuesta llamada a Begoña Gómez de Hidalgo que investiga el Supremo. Me quedo con la mezcla de lo privado -los buenos amigos- y lo público, el posicionamiento del Gobierno. El amigo invisible ¿tiene una empresa de lobby? ¿Quién susurra en los chats del presidente? Ahí es nada. Cosas sin interés. Algo que ningún periodista de raza publicaría. 
eldiario
hace alrededor de 10 horas
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