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Meirás, lugar de memoria partidista

El acuerdo de incoación del procedimiento de declaración de lugar de memoria democrática del que llaman 'Pazo de Meirás' , publicado el pasado 2 de septiembre en el BOE, se fundamenta en un informe de motivación tan simplista como infame y sectario. Parte de una premisa que vincula este lugar «a la figura de doña Emilia Pardo Bazán y al franquismo», como si la eminente escritora que lo ideó y construyó como espacio de su creación literaria tuviese la misma entidad que el dictador que se hizo con él para pasar allí sus veranos. Más sorprendente es la displicencia con la que se liquidan los tres lustros que van de la muerte de la escritora, en 1921, al estallido de la guerra civil: «Fue centro de visitas reales, y de conspiraciones contra la República». Ese es el mantra de este panfleto: minimizar el papel de una escritora española y universal a la que aquí se define como «gran escritora gallega en castellano, vinculada de modo especial a Galicia», y exaltar la República en términos verdaderamente delirantes, y cito: «Lugar frecuentado por unas élites representativas de un mundo 'viejo' que se resistía a la modernización democrática de la II República». Curioso texto para el Boletín Oficial de un Estado con un sistema político monárquico constitucional. Esos exabruptos dedicados a las Torres de Meirásen en los años treinta estarían justificados por la presencia allí del general José Cavalcanti, esposo de Blanca Quiroga Pardo-Bazán, hija de la escritora. Desde los años veinte, Cavalcanti, que efectivamente formó parte del directorio de Primo de Rivera, fue un ferviente monárquico, pero ello no le impidió jurar su adhesión a la República. Pese a ello, pasó entre rejas casi tres años, entre 1931 y 1934, por lo que mal podía dedicarse a conspirar en Meirás. Quienes pasaban largas temporadas allí entonces eran sus nuevos dueños, Jaime Quiroga y Pardo-Bazán y su esposa, Manuela Esteban-Collantes, condes de Torre de Cela, dedicados a organizar fiestas mundanas donde se bailaban, según las crónicas de la prensa, «las notas de castizos pasodobles, de modernos vals, de difíciles tangos», nada que ver con contubernios y asonadas. Por allí pasaron desde el Príncipe de Asturias, Don Alfonso, al periodista liberal Sánchez Ocaña, próximo a Azaña. Ironías de la historia, las Torres de Meirás van a convertirse en lugar de memoria democrática , es decir, en lugar relevante –según este texto anodino– por su significación en relación «con la represión y violencia sobre la población como consecuencia de la resistencia al golpe de Estado de julio de 1936», cuando la descendencia de Pardo Bazán fue exterminada por los milicianos al servicio de la República. No se puede pedir justicia para las víctimas de un bando y negársela –humillándolas gravemente– a las del otro, cuando se trataba de ciudadanos civiles sin ninguna implicación directa en el conflicto. Como he recordado en más de una ocasión en este mismo periódico, el único hijo varón y el único nieto, todavía adolescente, de doña Emilia fueron vilmente asesinados por las Milicias Populares de Investigación y su brazo armado, las Brigadas del Amanecer. Detenido en su casa de la calle Goya, Jaime Quiroga y Esteban-Collantes fue llevado a la checa de Bellas Artes junto a su hijo de 17 años, que no quiso separarse de su progenitor. Tras un simulacro de juicio sumarísimo, ambos fueron fusilados y rematados en el madrileño parque de la Bombilla con extrema crueldad. Quizá sería más adecuado hacer de las Torres de Meirás un lugar de rememoración de las víctimas de la represión del Frente Popular –socialistas, comunistas y anarquistas de la CNT-FAI–, pues la familia de quien las levantó y les dio un hondo sentido cultural y literario fue víctima de ella. La incoación de este procedimiento responde, por una parte, a la intención de dar una versión sectaria de la memoria democrática, que solo afecta las víctimas de un bando y, por otra, al intento de ningunear a la ilustre escritora, cuya figura y memoria quedarán sepultadas por el afán de revanchismo antifranquista. En este sentido, sorprenden algunos párrafos de este panfleto que habla del «ajuste de cuentas de la democracia española con el pasado reciente», en contradicción abierta con lo que fue el espíritu de la Transición.
abc.es
hace alrededor de 10 horas
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