cupure logo
losparadelconlasquevueltaquitafindeuda

Palestina a destiempo

Palestina a destiempo
La magnitud de este drama, de este genocidio, no se mide en números. De hecho, no se puede medir porque la crueldad que vemos es inconmensurable. Quizás llegue el momento en el que se tomen medidas, pero será inútil para todas las víctimas En teoría de sistemas estudiamos los sistemas en tiempo real. Son sistemas que procesan datos y generan respuestas lo suficientemente rápido como para que sean útiles en la resolución de un problema. El tiempo disponible depende del problema que se quiere resolver. En un sistema de frenado automático serán milisegundos seguramente, mientras que en un sistema de predicción meteorológica son horas. Son problemas en los que una solución, incluso si es exacta, resulta inútil pasado el límite de actuación límite. Por ejemplo, si el coche toma la decisión de apretar el freno un milisegundo después de una colisión, no servirá de nada. Tampoco si necesitamos una semana para predecir el tiempo que hará en los próximos días. Lo que nos enseña la teoría de sistemas sirve también para la toma de decisiones humanas. La historia está plagada de ejemplos en los que las decisiones, incluso si hubiesen sido acertadas, llegaron tarde. La respuesta de Estados Unidos al crack bursátil de 1929 fue tardía. La Reserva Federal y el Gobierno de Estados Unidos tardaron en inyectar liquidez y adoptar políticas expansionistas. Sin duda las medidas de emergencia y los programas del “New Deal” acabaron ayudando, pero la tardanza en actuar agravó y prolongó la conocida como Gran Depresión. La crisis financiera de 2007-2008, la más grave desde la Gran Depresión, tuvo también una respuesta a destiempo de la Unión Europea. La UE tardó en coordinar políticas fiscales y monetarias expansivas. De hecho, en la eurozona se aplicaron medidas de austeridad mientras la recesión seguía. Eventualmente, se adoptaron estímulos y mecanismos como el Mecanismo Europeo de Estabilidad, pero para entonces el desempleo y el daño social ya eran profundos, y la recuperación fue mucho más lenta y dolorosa. A veces tenemos la información delante de las narices y no tomamos las decisiones acertadas, incluso las que podría dictar el sentido común. En nuestro país tenemos un ejemplo reciente y trágico: la funesta actuación de la Generalitat Valenciana durante la DANA de octubre de 2024. Al margen de la actuación personal y política del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, hay algo incontestable, más allá de quién haya sido responsable de ello, y es que el mensaje de emergencia se envió a los teléfonos móviles de la población cuando ya habían muerto un gran número de personas por no haber sido alertadas a tiempo, y el resto, hasta las 228 víctimas en la Comunitat Valenciana, ya no tuvieron escapatoria alguna. Pero todo esto, incluso la tragedia irreparable de nuestros propios muertos, palidece cuando lo comparamos con el genocidio del pueblo palestino por parte de Israel. El mundo parece ajeno a la barbarie, incluida la Unión Europea, a la que muchos miramos con la esperanza de que haga algo más que lamentarse, aunque ya nos tiene acostumbrados a poco más que palabras de queja y de condena con la boca pequeña, y eso cuando simplemente no calla. Ya son más de 60.000 palestinos muertos y más de 150.000 heridos. Un 90% de la población desplazada al menos una vez desde octubre de 2023. En mayo de este año solo había 5 hospitales con servicios de maternidad, que hoy seguro serán menos. Lo peor es el futuro que probablemente no tendrán los nacidos. Más de un 90% de las escuelas destruidas completamente o con daños muy severos. No hay agua y no hay comida y la ayuda humanitaria está en buena medida bloqueada por decisión de Israel; incluso quienes tratan de llegar a ella, bajo presencia de fuerzas israelíes, son en muchos casos tiroteados, y ya son más de 1.500 muertos y más de 10.000 heridos por estos actos especialmente viles. Podría seguir, pero pienso que no es necesario. La magnitud de este drama, de este genocidio, no se mide en números. De hecho, no se puede medir porque la crueldad que vemos es inconmensurable. Quizás llegue el momento en el que se tomen medidas, pero será inútil para todas las víctimas, las que ya lo han sido y las que lo serán, y una absoluta vergüenza para todos los que podríamos haber hecho algo. No es necesario que nos juzgue el futuro porque el presente ya dictó sentencia.

Comentarios

Opiniones