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Pues no digamos menas y ya estaría, ¿no?

Se puede, claro. Pero no se debe. Se puede seguir utilizando el acrónimo, porque es útil, breve, reconocible. Pero no se debe. Porque también es vejatorio, discriminatorio, xenófobo. Y entonces ya estaría, ¿no? Dejamos de teclearlo, de pronunciarlo y al menos aliviamos la conciencia. Esta parece ser la forma de afrontar los conflictos en nuestro país. Perdón: los retos. No vaya a ser que ofendamos a alguien. Porque hemos convertido en costumbre nacional rebautizar las cosas para no tener que resolverlas. No hay crisis, hay retos. No hay paro, hay transición. No hay abandono, hay movilidad. No hay inmigración sino migración. Y así todo. El lenguaje, a veces, construye realidades. Otras, simplemente las maquilla. Muchas, las retuerce. A eso hemos... Ver Más

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