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Porsche da marcha atrás a sus planes eléctricos y se centrará en la combustión

La estrategia eléctrica de Porsche ha dado un giro radical. El fabricante de deportivos de lujo ha decidido frenar su transición hacia los vehículos de batería tras constatar que la demanda es más débil de lo esperado, lo que ha golpeado de lleno a sus márgenes y ha arrastrado también a su matriz, el Grupo Volkswagen. La compañía anunció la cancelación de un futuro SUV eléctrico de alta gama y confirmó que reforzará su cartera con más modelos de combustión e híbridos. El viraje tendrá un coste inmediato: un impacto negativo de 1.800 millones de euros en el beneficio operativo y un nuevo recorte de previsiones tanto para Porsche como para el Grupo Volkswagen. Se trata de un duro revés para la industria automovilística alemana, que atraviesa un periodo de elevada presión en costes y ventas más débiles de lo esperado. Al igual que sus rivales europeos, como Stellantis y Renault, Porsche invirtió miles de millones en la electrificación, confiando en que la demanda crecería con rapidez. Sin embargo, el interés de los consumidores por los modelos eléctricos de lujo no ha respondido a las expectativas. La compañía, que protagonizó una de las mayores salidas a bolsa en Europa en 2022, ha visto caer con fuerza su cotización y, tras el último aviso de beneficios —el cuarto en lo que va de año—, quedará fuera del DAX, el principal índice bursátil alemán. «Los compradores están dando poco valor añadido a los coches eléctricos de lujo. Porsche lo ha comprendido y vuelve a apoyarse en los modelos de combustión, que ofrecen márgenes más altos», explicó Matthias Schmidt, un analista independiente con sede en Hamburgo. Uno de los mayores focos de dificultad está en China, el mayor mercado automovilístico del mundo, donde el consumo de productos de lujo se mantiene débil y fabricantes locales como BYD dominan la oferta de eléctricos. En Estados Unidos, su primer mercado individual, Porsche sufre directamente los efectos de los aranceles impuestos por la administración Trump, que afectan especialmente a la marca al depender íntegramente de las importaciones. Las complicaciones de Porsche están empezando a contagiar a Volkswagen, que fue pionera en la transición hacia los eléctricos entre los grandes fabricantes tradicionales, pero que ya ha tenido que rebajar ambiciones en materia de baterías y acelerar una profunda reestructuración para recortar costes. El grupo anunció que se verá obligado a registrar un deterioro contable de unos 3.000 millones de euros relacionado con Porsche y ajustó su previsión de rentabilidad operativa para este año a un rango de entre el 2% y el 3%, muy por debajo del objetivo anterior de hasta el 5%. No obstante, Volkswagen también ha cosechado avances. En Europa, ha logrado superar en ventas de eléctricos a Tesla, Stellantis y BYD, y ha presentado varios modelos cero emisiones más asequibles con los que espera estimular la demanda. Además, la industria podría recibir cierto alivio regulatorio después de que dirigentes políticos, incluido el canciller alemán Friedrich Merz, dieran la razón a los fabricantes en sus críticas al calendario europeo, que consideran poco realista y una amenaza para la industria comunitaria la venta exclusiva de vehículos eléctricos nuevos a partir de 2035 Aun así, las marcas de lujo del grupo, que tradicionalmente han sido el pilar de sus márgenes, atraviesan momentos difíciles. El grupo Audi —que integra también Bentley, Lamborghini y Ducati— ya recortó sus previsiones en julio, tras una caída en los envíos en los principales mercados durante el primer semestre, incluida China. En el caso de Porsche, la dirección se enfrenta a una creciente presión. La empresa ha reemplazado a varios altos cargos y ha puesto en marcha un programa de recorte de costes, que incluye reducción de empleo. También ha abandonado el plan de fabricar sus propias baterías, otro síntoma de la tibia demanda de eléctricos. Todo ello incrementa la presión sobre Oliver Blume, que ostenta la doble responsabilidad de dirigir tanto el Grupo Volkswagen como Porsche. Cada vez son más las voces que reclaman que deje la gestión directa de la marca de deportivos y permita a un nuevo responsable enderezar el rumbo. Según Bloomberg, la familia Porsche-Piëch ya ha iniciado conversaciones para encontrar un sucesor.

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