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Doña Esperanza y la historia 'fake' de España

Doña Esperanza y la historia 'fake' de España
Hay instalada una continuada campaña de desinformación respecto a la II República Española, que supuso un cambio sustancial en la forma de entender la vida política, social y cultural en un país empobrecido y mayormente analfabeto. Doña Esperanza Aguirre, ex presidenta del Senado y de la comunidad de Madrid por el PP, sigue empeñada en enseñarnos su Historia de la Guerra Civil y las bondades del dictador Francisco Franco. Periódicamente aparece en la vida pública su relato unido, indisolublemente, a aquellos cuarenta años de dictadura que para ella, como para el ex ministro Jaime Mayor Oreja, debieron de ser de “extraordinaria placidez”. Ahora, en una entrevista, doña Esperanza nos ilustra con una categórica conclusión: “A la larga, la dictadura fue mejor que la II República”. Y esto que parece una boutade, resulta algo mucho más peligroso. Es parte de un relato del que se ha apoderado cierta derecha española con la intención de adoctrinar a la juventud en que lo de Franco, en realidad, fue un régimen un poquito autoritario que era necesario en un país acostumbrado a las políticas de palo y tente tieso. Y, ya puestos, por qué no reeditar ahora el franquismo aggiornado, sin grises, sin torturas y sin penas de muerte, o, si hace falta, con ellas, que algunos se lo merecen. Doña Esperanza nos explica que: “Quitando los primeros años, en los que el régimen de Franco usó saludos y formas falangistas, parecidos a los fascistas de Mussolini, el resto del tiempo fue, sencillamente, un régimen autoritario muy preocupado por el orden público, que permitió la aparición de la clase media con múltiples oportunidades de progresar”. Es decir, que en los primeros años, según doña Esperanza, lo primordial fueron los “saludos y formas falangistas”. Lo de levantarse contra el régimen legal de la República, provocar una guerra civil, organizar matanzas indiscriminadas como la de “la desbandá” en la carretera entre Málaga y Almería, o la de plaza de toros de Badajoz, los miles de asesinatos durante y después de la guerra, no fueron tan importantes. Aquí la clave es la de fijar un relato falso y completamente tergiversador. Es algo muy actual. Lo utilizan también aventajadas alumnas de doña Esperanza, como la actual presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien anunciaba en sede parlamentaria madrileña: “O se habla español o me saldré”, refiriéndose a la conferencia de presidentes autonómicos. Es decir, Ayuso considera sólo el castellano como idioma español. El gallego, el catalán y el euskera, son extranjeros. Así que ahí coincide, por ejemplo, con Arnaldo Otegi o con Carles Puigdemont. A esta gente, hay que rebatirles con tesis que provengan de su propio terreno, pero más ilustradas. Antonio Tovar, vallisoletano y falangista en la Guerra Civil, primer director de Radio Nacional y luego rector de la Universidad de Salamanca, dejó dicho aquello de: “Pues la pervivencia de la lengua vasca es también la de un trozo de tradición, de mi tradición propia de español total. Tradición por este lado más profunda y misteriosa que la que tenemos en la lengua de Cervantes, que continúa en forma moderna la de la lengua de Virgilio, una lengua que hace dos mil años era aquí ajena”. Parece un mensaje directo para iletrados. Ayuso, debería tomar nota para la siguiente intervención a bote pronto. Aunque rebatir este tipo de declaraciones hinchadas de animadversión hacia los ideológicamente diferentes resulta una labor penosa, parece necesario no cejar en el empeño. Porque estas pseudo historiadoras tratan de inculcar sus medias verdades y sus mentiras en este confuso panorama de redes sociales insustanciales dispuestas a tragárselo todo sin reflexionar ni un minuto. Nos quieren colar que lo de Franco era un régimen autoritario muy benevolente, como ese maestro que para ayudarte en la enseñanza te daba un par de azotes. Poca cosa para un pueblo acostumbrado a ser vapuleado por los regímenes que le precedieron, salvo el corto periodo republicano cortado de raíz por la sublevación militar. Pero es que, además, doña Esperanza, se permite afirmaciones tan contundentes como ésta: “El golpe del 36 estuvo causado por el asesinato de José Calvo Sotelo”. Y se queda tan ancha, como si lo acabara de demostrar en una tesis doctoral. El asesinato del líder de la derecha se produjo el 13 de julio de 1936, es decir, cinco días antes del levantamiento de las tropas en el protectorado de Marruecos. Para entonces, el llamado “director” de la sublevación militar, el general Emilio Mola, llevaba meses organizándola. En cinco días, doña Esperanza, no se arma un golpe de Estado ni una Guerra Civil. De todo esto se puede extraer una conclusión desasosegante. Hay instalada una continuada campaña de desinformación y fake news respecto a la II República Española, que supuso un cambio sustancial en la forma de entender la vida política, social y cultural en un país empobrecido y mayormente analfabeto. Esa campaña pretende ensuciar con todo tipo de mentiras el corto periodo republicano, y limpiar y dulcificar al máximo la terrible y larga dictadura franquista que terminó matando y con su protagonista muerto en una cama de hospital.

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