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Palestina, mi tierra, mi gente

Palestina, mi tierra, mi gente
Los que apoyan, justifican o son débiles en el reconocimiento del genocidio de Israel sobre el pueblo palestino son cómplices. Los que no son capaces de sentir el dolor del masacrado, son igualmente responsables del sufrimiento provocado El sionismo es experto en el empleo de dos potentes estrategias de comunicación. La instalación de mentiras en tiempo real y la creación de un ejército pagado de falsos intelectuales que presumen ser los representantes de la equidistancia, inclinada hacia un lado, que va a arreglar el mundo. Hasta ahora, esto iba de reconocerle la razón al poderoso por el mero hecho de serlo, eso sí soltando alguna pequeña pullita, previamente pactada, que pareciera que Israel a veces se pasaba un poco. Desde la fecha por todos recordada, la imposibilidad de que el conflicto tenga arreglo tiene un claro culpable y, por tanto, la solución supone reconocerle la razón al poderoso, no solo por serlo sino porque además tiene que ejercer sin límites la legítima defensa. El círculo perfecto. Y en esta dinámica de los turiferarios de Israel, los hay que no se contentan con el papel asignado y toman como opción dar un salto al vacío. De repente interiorizan que son ellos los que deciden la diferencia entre guerra y genocidio, o le explican al mundo que se ha instaurado una corriente ideológica  denominada “buenismo” influida por la moda de llamar criminal a Netanyahu y al estado judío, o que el exterminio sangriento de un pueblo tiene un componente geoestratégico que solo ellos conocen y que por supuesto lo justifica todo. Pues bien, ya nadie engaña a nadie. Es un esfuerzo inútil. El momento de la estrategia sionista no se basa ya en la comunicación refinada, ni siquiera valora los esfuerzos de los que intentan bailarles el agua por un mendrugo de pan. No tienen tiempo para minucias. El plan es aniquilar. Y le están diciendo al mundo que o se está con el sionismo o en contra de él.  Los que apoyan, justifican o son débiles en el reconocimiento del genocidio de Israel sobre el pueblo palestino son cómplices. Los que no son capaces de sentir el dolor del masacrado, son igualmente responsables del sufrimiento provocado. Aquellos que han perdido la capacidad de pensar que lo que está ocurriendo le pudiera pasar a los suyos, no merecen respeto. Quien así piensa y es, así debería acabar.  Un último recuerdo a ese amplio colectivo que siempre consideraron justificado que Israel y sus socios no tuvieran que respetar la legalidad internacional. A los que consintieron y apoyaron la ocupación, el asesinato y la terrible diáspora del pueblo palestino. En definitiva, a todos decirles que esto no es más que uno de los capítulos de la serie. Que tengan cuidado con las próximas temporadas, porque cuando Palestina salga de esta situación, que saldrá, es posible que Israel decida rodar las nuevas entregas más cerca de lo esperado. Y cuando ese momento llegue todo el mundo caerá en la cuenta de que la aspiración de los niños y las niñas palestinas era vivir en paz, formarse en los colegios, trabajar honestamente, proteger su salud y cualquier noche mirar al cielo desde su casa en Palestina. ¿Es tan difícil de entender? Como dijo Séneca: “Cualquier cosa que pueda suceder en cualquier momento puede suceder hoy”.
eldiario
hace alrededor de 11 horas
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