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Los espejismos también engañan a las cámaras de los vehículos

En verano, es habitual que aparezcan espejismos sobre las carreteras cuando el sol abrasa. Esta ilusión óptica engaña a la vista del conductor pero también a la cantidad de cámaras y sensores que llevan los vehículos modernos, algo que puede llevar a que identifiquen una balsa de agua en el asfalto. El fenómeno físico de un espejismo se produce por la refracción de la luz al atravesar capas de aire con diferentes temperaturas. Esto ocurre cuando el suelo está muy caliente, como en la arena del desierto o en el asfalto de una carretera. El aire cercano al suelo es menos denso y los rayos de luz que viajan a través de él se mueven más rápido. Cuando un rayo de luz atraviesa esta transición de capas, se curva hacia arriba, en lugar de seguir una línea recta, lo que se denomina refracción. La ilusión óptica se produce por la forma de interpretar la luz del ser humano. El cerebro asume que la luz siempre viaja en línea recta y cuando es curvada hacia arriba por la refracción, prolonga mentalmente ese rayo en línea recta hacia atrás y lo ubica como si viniera del suelo. Al «ver» que esa luz viene desde el suelo y tiene las características de un reflejo (colores del cielo, simetría y brillo), el cerebro interpreta que hay una superficie reflectante en la carretera que coincide con una superficie líquida. Con las cámaras ocurre lo mismo: recogen la luz curva refractada que parece venir desde el suelo y generan una imagen en la que aparece una zona brillante sobre el asfalto. Todo parece apuntar a que se trata de un charco. La IA comprara esa zona del asfalto en varios fotogramas, para detectar si cambia de tamaño, se mueve y si es coherente con un charco. Y, si el coche tiene más sensores, compara los datos de la imagen con los del radar y el LiDAR para saber si hay objetos. Ninguno de los dos puede «probar» si hay un charco delante del coche o si se trata de un espejismo; pero sí determinar que no hay ningún objeto peligroso en la trayectoria del coche que obligue a realizar un aviso o frenada de emergencia. Según Carglass, los sistemas ADAS actuales no están programados para actuar ante un charco. Pero los sistemas de conducción autónoma sí tienen que evaluar esa posibilidad, para alertar al conductor y que se ponga al mando del coche. En este caso, el análisis es aún más profundo y se evalúan cambios en la posición aparente del reflejo con el avance del vehículo (un charco real presenta cambios mínimos en su posición, pero un espejismo tiende a desplazarse). Con la información acumulada, el sistema da una probabilidad de que sea un charco y define umbrales de confianza. Si cree que hay una alta probabilidad de charco, alerta al conductor o modifica la conducción para adaptarse al escenario.

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